Tesla, en la cuerda floja: caída de ventas y presión global

El arranque de 2025 ha puesto a prueba la resistencia de Tesla. Con cifras de ventas en picada, competencia feroz desde China y una nueva dinámica política

Tesla Cybercab

Tesla Cybercab. Crédito: Tesla. Crédito: Cortesía

A lo largo de los últimos años, Tesla ha sido sinónimo de innovación, disrupción y crecimiento exponencial en el mundo de los vehículos eléctricos. Sin embargo, el inicio de 2025 marca un cambio de tendencia que nadie en la industria automotriz puede ignorar.

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El gigante fundado por Elon Musk atraviesa una etapa de incertidumbre inédita, con números en rojo, presión política y competencia internacional cada vez más agresiva.

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Lejos de las celebraciones por cifras récord, Tesla ha comenzado este año enfrentando una serie de obstáculos que parecen haberse alineado en su contra.

Durante el primer trimestre, la compañía registró un descenso drástico en sus entregas: 337,000 unidades vendidas entre enero y marzo, frente a las 496,000 del último trimestre de 2024. Esta caída del 32% en comparación trimestral y del 13% interanual ha alarmado a analistas e inversionistas por igual.

Las expectativas estaban lejos de ser optimistas, pero ni siquiera los escenarios más conservadores anticipaban una contracción tan severa. “Los inversionistas se preparaban para un comienzo de año difícil, tanto por la transición del Model Y como por el hecho de que el primer trimestre solía ser el más lento en ventas de automóviles. Pero a Tesla le fue peor que a muchos de sus competidores”, aseguró Bloomberg a inicios de abril.

El Tesla Model Y es la referencia del Tesla Model Q
El Tesla Model Y es la referencia del Tesla Model Q. Crédito: Tesla.
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Reestructuración y desaceleración

Una de las primeras razones detrás del tropiezo es de carácter interno. A comienzos de año, Tesla decidió reestructurar sus líneas de producción, especialmente en lo referente al Model Y, su vehículo más vendido.

La actualización hacia una nueva generación de este modelo implicó ajustes en las fábricas y una pausa en la producción que se tradujo, inevitablemente, en menos unidades disponibles en el mercado.

En la industria automotriz, esta clase de reorganizaciones suelen tener un costo temporal. No obstante, en el caso de Tesla, el impacto fue especialmente duro porque coincidió con otros factores externos que amplificaron el daño.

La sombra política de Elon Musk

La posición política de Elon Musk, particularmente desde que Donald Trump regresó a la presidencia de Estados Unidos, ha generado una reacción adversa en distintos sectores.

El magnate tecnológico, que alguna vez fue identificado como una figura apartidista o incluso progresista, ha intensificado su cercanía con el nuevo gobierno republicano.

A ojos de muchos, su apoyo explícito a iniciativas y candidatos de extrema derecha, así como su colaboración con políticas controversiales del presidente Donald Trump, han afectado la percepción pública de Tesla en ciertos mercados.

Según Bloomberg, “en todo el mundo han aumentado las manifestaciones contra él por apoyar candidatos e ideologías de extrema derecha”.

Pero no se trata solo de percepción. Musk también ha seguido algunas de las órdenes ejecutivas más polémicas de Trump, como los recortes en la plantilla federal, medidas que han generado rechazo entre sus propios empleados y usuarios. En redes sociales y foros de tecnología, han proliferado campañas para boicotear los productos de Tesla.

Donald Trump y Elon Musk
Al parecer, en cuestión de semanas, Elon Musk dejará de trabajar para el gobierno estadounidense. / AP.
Crédito: Alex Brandon | AP

La ofensiva china: calidad, tecnología y precio

Al panorama se suma un enemigo que crece en silencio pero con fuerza: la industria china de vehículos eléctricos. Fabricantes como BYD han logrado avances sorprendentes tanto en autonomía como en innovación tecnológica, y ofrecen sus productos a precios difíciles de igualar por los fabricantes estadounidenses.

En mercados como Europa, Tesla ya no es el líder indiscutible. La irrupción de modelos chinos con diseños modernos, autonomía superior a los 600 km y precios por debajo de los $30,000 dólares ha desbalanceado el tablero. Incluso en China, uno de los mayores mercados para Tesla, la empresa ha perdido una porción considerable de participación.

Y mientras Tesla lucha por mantener márgenes de beneficio saludables en un entorno cada vez más competitivo, las compañías asiáticas logran expandirse con economías de escala y apoyo estatal.

Esta dinámica deja a Musk en una posición incómoda: reducir precios significa sacrificar beneficios, pero mantenerlos puede alejar a los consumidores.

Sede de ventas de Tesla
Sede de ventas de Tesla. Crédito: Tesla.
Crédito: Cortesía

La guerra comercial y sus consecuencias

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca también ha tenido consecuencias económicas para Tesla. En medio de una renovada guerra comercial con China, el gobierno ha incrementado aranceles a productos tecnológicos y componentes industriales.

Aunque muchos modelos de Tesla se ensamblan en Estados Unidos —principalmente en California y Texas—, numerosas piezas se importan del exterior.

Esto implica un aumento en los costos de producción, que amenaza con trasladarse al precio final para el consumidor. Para Tesla, una marca que ha intentado posicionarse en el espectro más asequible del mercado eléctrico, este es un problema grave.

Modelos como el Model 3 y el Model Y podrían perder su ventaja competitiva frente a rivales chinos e incluso frente a nuevos productos de GM o Ford.

Inquietud en los mercados e inversores

El nerviosismo ya se refleja en los mercados financieros. Tras la publicación de los resultados del primer trimestre, las acciones de Tesla cayeron más de un 8% en una sola jornada. Varios fondos de inversión han recortado sus participaciones y algunas firmas de análisis han rebajado su calificación sobre el valor de la compañía.

Elon Musk durante una reunión con Donald Trump
Elon Musk podría abandonar su puesto al frente del DOGE en mayo. / AP.
Crédito: Alex Brandon | AP

Musk ha intentado contrarrestar la narrativa negativa con anuncios sobre futuros lanzamientos, como un nuevo modelo compacto previsto para 2026 y mejoras en la conducción autónoma. Sin embargo, los inversionistas parecen querer resultados inmediatos más que promesas a mediano plazo.

¿Una tormenta pasajera o el principio del declive?

Pese a este panorama, algunos analistas sostienen que Tesla sigue siendo una empresa sólida, con capacidad para reinventarse. Sus inversiones en energía solar, baterías estacionarias y su ventaja en el desarrollo de software de conducción podrían marcar la diferencia en los próximos años.

Además, la empresa ha mostrado capacidad de recuperación en momentos críticos. En 2018 estuvo al borde del colapso financiero y logró revertir la situación con récords de producción y entrega.

La clave estará en cómo maneje Musk los próximos meses: si opta por una estrategia centrada en el usuario y el producto, o si sigue inmerso en controversias políticas que afecten la imagen de su marca.

Por ahora, el veredicto es claro: Tesla enfrenta su etapa más difícil desde 2022. Y esta vez, la tormenta no se debe únicamente a factores internos o de producción.

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