Hollenbeck, un parque que hizo la diferencia en las familias latinas
Para muchos jóvenes, las zonas de recreación del este de LA los ayudó a no caer en los malos pasos

James Avalos y su hija se divierten en un columpió en el Parque Hollenbeck. Crédito: Fotos: Isaac Ceja | Impremedia
Bobby Armenta creció en un apartamento que quedaba justo al cruzar del parque Hollenbeck y allí pasaba horas jugando con su hermano.
“Cuando tu casa está frente a un parque, hace una gran diferencia en tu vida”, dijo Armenta.
Para Bobby, el haber crecido frente a un espacio donde distraerse y divertirse es algo de gran valor.

“Incluso cuando me mudé a otro lugar, estaba justo al otro lado de (otro parque ) y creo que fue entonces cuando comencé a meterme en equipos deportivos. Eso me ayudó a mantenerme alejado de la vida de las pandillas”, dijo Armenta.
Bobby evitó un mundo en el que varios de sus amigos de juventud terminaron cayendo y, explica, hoy en día la mayoría están en la cárcel o teniendo dificultades.
Armenta vive en Burbank pero aún va a Boyle Heights a cortarse el cabello, arreglar su carro y hacer sus impuestos. El parque Hollenbeck sigue en su vida, porque ahora lleva a sus hijos (de què edades, dinos algo de sus hijos y lo que hacen en el parque).
“Es algo increíble”, agregó. “No son muchas las cosas que duran en estos tiempos y parece que realmente hubo una inversión de dólares de impuesto porque y se ve nuevo, limpio y bonito”.
Hollenbeck Park es uno de los parques más icónicos del este de Los Ángeles, localizado justo debajo de la autopista I-10 en Boyle Heights entre las calles Cuarta y St. Louis. Es un parque amplio y cuenta con un lago, un carril para corredores y varios tipos de animales como gansos, ardillas y colibríes entre otros, además de área de juegos para los niños.
Otros residentes de la zona tienen recuerdos inolvidables del parque Hollenbeck. Alejandra Rodriguez, originaria de Michoacán, México, celebró una fiesta de cumpleaños para una amiga debajo de un árbol que siempre le ha encantado.


“Este árbol es muy abrazador.”, dijo Rodriguez, que se siente muy cómoda debajo de su sombra.
La michoacana celebró el cumpleaños de su amiga, trajo sus propias sillas y mesas y lo organizó en día de semana, para poder tener un desayuno tranquilo con tortillas hechas a mano y mole rojo.
Un recuerdo inolvidable que tiene se hizo hace 17 años durante la quinceañera de su prima cuando toda la familia se divirtió por más de 12 horas debajo del mismo árbol de siempre.
Lo que ella más aprecia del parque es poder estar en la plena naturaleza, rodeada de árboles y caminar alrededor del lago. El parque está a pocas cuadras de su casa.
Otro vecino de la zona, James Avalos, lleva a su hija al parque Hollenbeck cada día después de la escuela. El lo frecuentaba también cuando era joven.
“Mis padres me llevaban al parque después de la escuela y además, también venían a este parque en su juventud”, dijo. “Jugar en este parque es algo que va de generación en generación”.
El joven subraya que el parque ha significado una gran diferencia en su vida.
“Crecer cerca de los animales y la naturaleza ayuda a escapar de la ciudad y tal vez, de los problemas que enfrentas en tu juventud”, dijo Avalos.
Su propia hija siempre está esperando con ansias ir al parque donde le encanta jugar en los columpios, ver las tortugas y se ha acostumbrado a la rutina que han creado: primero van al parque y después se toman una siesta en casa.

Mientras Balam se sentaba cerca de un árbol, varias aves se acercaron a ella como dándole la bienvenida. Aunque su emoción subió de tono cuando alcanzó a ver a un colibrí.
“Simplemente estaba justo delante de mí volando. Sentí que hicimos contacto visual durante un buen minuto”, dijo Balam. “Realmente sentí una señal de nuestro creador o de nuestros antepasados, o de quienquiera que sea. Sentí que me dijeron que todo va a estar bien y simplemente dejé fluir el momento”.
Después de esa experiencia, Balam aseguró sentirse contenta de haber ido al parque y recibir una bienvenida inesperada también del colibrí, animalito que para ella representa sus antepasados. Así que ya considera visitar el parque más seguido, en lugar de solo seguir con su rutina de solo trabajar y estar en casa.
Además, a Balam le encantó ver la diversidad de personas que visitan el parque y su interacción con ellas mismas.
“Era tan hermoso ver a todas las diferentes personas en el parque expresando amor. Amor en el sentido de que vi mayores de edad caminando con sus parejas, papas con sus niños, madres jugando en el parque, personas haciendo ejercicio y también personas solo caminando, así que definitivamente voy a regresar de nuevo”.
Además, Balam dice que puede ver la posibilidad de que el parque la podría ayudar con su salud mental debido al ambiente acogedor.
Ver los alrededores del lago con diferentes tipos de aves de diferentes colores, unos tomando el sol y otros buscando comida, brinda un paisaje de tranquilidad incomparable, expresa.
Vicente Picón fue al parque por primera vez hace 13 años y desde ese momento siempre ha regresado a darle de comer a las aves.
Cuatro o cinco veces a la semana el latino va a diferentes parques donde le da de comer a las aves y Hollenbeck es uno de ellos.
“Las aves son muy agradecidas porque reconocen a uno cuando viene”, dice Picón. “Desde lejos me están mirando que vengo y vienen moviéndose haciendo gritos”.
El joven latino busca ofertas en las tiendas para comprar comida para las aves que incluye pan de trigo o a veces les lleva pan dulce que dice les encanta.

“A veces hay aves que ya están media ciegas y lo que hago es me acerco a ellas y con el olfato les doy en la boca para que coman”, dijo Picon. “Y trato de que los otros que miran bien no les hagan daño a las aves que están incapacitadas porque son las que más merecen”.
Una de las razones por la cual le encanta darles de comer es simplemente porque le hace sentir bien ayudar a los animales.
Manuel Lopez llegó al parque Hollenbeck por primera vez hace cuatro años y le encantó el ambiente tranquilo, lleno de animales y con mucho espació para poder hacer saltos y hacer trucos en su bicicleta BMX.
El parque le queda a solo 10 minutos de su hogar y le encanta tener un lugar donde puede ir después del trabajo en vez de estar en casa.
Durante un día de saltar con su bicicleta en el parque dio uno de los saltos más grandes que pudo y se lastimó.
“Ya no pudé ni andar en bici porque me torcí el pie y me fui caminando”, dijo Lopez.
Pero siempre regresa al parque para tomar el aire y hacer sus trucos en la bicicleta como forma de desestresarse de su trabajo en la construcción.
“Me vengo y doy unas vueltas y me pongo hacer unos trucos y me desestreso”, dijo el mexicano. “Como que mi mente se enfoca solo en hacer bien el truco”.
Le gusta saltar su bicicleta azul con luces y popotes de color en las llantas por las banquetas, pararse en la llanta de enfrente y en algunas ocasiones pudo saltar sobre un ganso que estaba dormido en el camino cerca del lago.
A comparación de otros parques en el área, Lopez se siente más seguro en Hollenbeck y es una de las razones por la cual sigue regresando.
Esta historia fue producida por La Opinión en colaboración con el Laboratorio de Estrategias Narrativas Ambientales (LENS) de la UCLA, como parte de la iniciativa “Ciudades Estadounidenses Verdes”, apoyada por el Fondo Bezos para la Tierra.