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Algo pasa que el dominio de Tesla se desvanece en 2025

Mientras Tesla pierde impulso en sus principales mercados, marcas como BYD, BMW y Volkswagen consolidan su posición en el competitivo universo de los eléctricos

Tesla Model S

Tesla Model S. Crédito: Tesla. Crédito: Cortesía

Este 2025 ha marcado un punto de inflexión definitivo para Tesla. Los datos ya no favorecen a la compañía de Elon Musk, y la narrativa de “líder indiscutido” empieza a desmoronarse.

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Lo que antes era una ventaja competitiva incuestionable, hoy es un signo de estancamiento frente a rivales que avanzan con mayor agilidad, diversidad y conexión con el consumidor actual.

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La situación se refleja claramente en las cifras. Según un estudio de UBS, la proporción de compradores que veían a Tesla como su primera opción cayó del 23% en 2022 al 18% en 2024.

El retroceso es más profundo en China, donde la marca pasó de ser la favorita del 30% de los consumidores en 2020 a solo el 14% cuatro años después.

Las posibles razones del cambio de realidad para Tesla

Este cambio no es casualidad, ni una simple fluctuación de mercado. Responde a transformaciones estructurales, tanto en la oferta como en la percepción del público.

En China, BYD lidera con fuerza. Según datos de Jato Dynamics, sus ventas crecieron un 359% en abril, consolidando su dominio en el mayor mercado de eléctricos del mundo. Tesla, por su parte, muestra signos evidentes de desgaste.

En Europa, el panorama no es mejor. BYD superó a Tesla en ventas de eléctricos puros durante abril. Su crecimiento del 169% contrasta con una caída del 49% en la marca estadounidense.

A esto se suman fabricantes europeos como BMW y Volkswagen, que han sabido leer mejor el pulso del consumidor: diseños más refinados, interiores modernos y tecnologías pensadas para una experiencia más completa.

Pero el declive de Tesla no se resume a una simple pérdida de cuota de mercado. Hay tres factores que explican esta crisis, todos profundamente ligados a la evolución del sector eléctrico.

En primer lugar, la competencia ha elevado el nivel. Firmas como BYD y Geely están lanzando vehículos con autonomías más generosas y precios más competitivos.

Modelos como el BYD Seal o el Dolphin ofrecen una relación calidad-precio que difícilmente puede igualar Tesla, incluso en mercados con incentivos gubernamentales. El BYD Seal, por ejemplo, se comercializa desde $33,000 dólares, muy por debajo del precio promedio de un Tesla Model 3, que ronda los $40,000 dólares sin incluir extras.

Además, fabricantes tradicionales como BMW y Volkswagen han transformado sus líneas eléctricas. El nuevo ID.7, por ejemplo, llega con una propuesta premium en interiores, eficiencia energética optimizada y conectividad avanzada.

El Tesla Model 3
El Tesla Model 3. Crédito: Tesla.
Crédito: Cortesía

¿Se trata de una renovación?

Frente a eso, los Model 3 y Model Y de Tesla empiezan a mostrar signos de envejecimiento. Su diseño minimalista, que en su momento fue disruptivo, hoy es visto por muchos como anticuado o poco intuitivo.

En segundo lugar, hay una desconexión entre la imagen de marca y las expectativas actuales de los consumidores. Tesla se construyó como una empresa visionaria, asociada a la sostenibilidad y la innovación.

Pero esa percepción se ha erosionado. Parte del problema es Elon Musk, cuya presencia pública ha pasado de ser un activo a convertirse en un pasivo.

Las declaraciones del CEO, muchas veces polémicas, han generado ruido innecesario. Su afinidad con figuras conservadoras, su implicación política en Estados Unidos y su manejo errático de redes sociales como X han afectado directamente la imagen de Tesla.

Según analistas de Bloomberg, “Musk ha pasado de ser un visionario admirado a convertirse en una especie de anti-embajador de su propia marca”.

Esta transformación de imagen ha tenido efectos concretos. Tesla cerrará 2025 con una caída del 45% en sus ventas europeas, una señal clara de que el mercado no responde igual que antes. En paralelo, BYD y Volkswagen siguen sumando unidades vendidas a ritmo sostenido.

Sala de ventas de Tesla
Sala de ventas de Tesla. Crédito: Tesla.
Crédito: Cortesía

Una alternativa cada vez más clara

Un tercer factor determinante es la falta de renovación en el portafolio de Tesla. Si bien se han anunciado mejoras en el sistema autónomo y avances en baterías, los productos clave siguen siendo los mismos.

Model 3, Model Y, Model S, todos con más de cinco años en el mercado. En un sector donde la innovación constante es la norma, esta continuidad empieza a ser una desventaja.

Mientras tanto, BYD lanza nuevos modelos cada año. El Seagull, un eléctrico compacto que cuesta apenas $10,000 dólares, está generando revuelo en mercados emergentes. Su impacto en países como Brasil, Sudáfrica o India es enorme. Es allí donde Tesla no tiene presencia significativa, y donde BYD está construyendo una base sólida para el futuro.

Y el mundo, efectivamente, ha cambiado. La electrificación ya no es una rareza, sino un estándar. Los consumidores buscan más que potencia y aceleración: quieren eficiencia, comodidad, estilo y sostenibilidad verdadera. En este contexto, Tesla parece haberse quedado atrapada en una narrativa que ya no conecta.

No todo está perdido, sin embargo. La empresa aún conserva una importante cuota de mercado en Estados Unidos y cuenta con una red de carga imbatible.

Su tecnología en baterías sigue siendo de alto nivel y su marca, aunque dañada, conserva prestigio en ciertos segmentos. Pero si no se produce un giro real en estrategia, productos y comunicación, el futuro no será alentador.

El desafío es claro: recuperar el liderazgo requiere más que innovaciones técnicas. Implica reconectar con el consumidor, modernizar su lenguaje estético, abrirse a nuevos mercados y, tal vez, repensar el rol público de su fundador.

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