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Solo el pueblo salva al pueblo 

La represión a civiles será cada vez más brutal

Un oficial durante las protestas en Los Ángeles.

Un oficial durante las protestas en Los Ángeles. Credit: AP

“Solo el pueblo salva al pueblo” es la frase que acuñó el poeta español Antonio Machado durante la Guerra Civil española, en una carta enviada a su amigo, el novelista ruso David Vigodski. 

Machado narraba en 1937 al escritor judeoruso la defensa de la ciudad de Madrid ante los fascistas. Hacia ver que era la población civil, se defendía como podía. El gobierno se había marchado. 

Esa frase se repitió numerosas ocasiones durante las entrevistas que realice durante las protestas pacíficas en Los Ángeles.  

Esa frase está muy lejana de cumplirse en Los Ángeles. 

Si bien las autoridades del “orden” aseguran no haber participado en redadas de inmigración, su papel de represión fue evidente. 

Además del terror de los agentes de ICE en las comunidades más vulnerables, pude observar de primera mano a numerosos agentes latinos del Departamento de Policia de Los Ángeles (LAPD), que dispararon a diestra y siniestra sus armas de “munición no letal” contra su propia gente para dispersar las asambleas. 

Por escasos centímetros escapé de uno de sus disparos. El proyectil le dio a una mujer. Estaba en la esquina de la calle Aliso y la Avenida Alameda. 

Pensé: “Son gajes del oficio”. “Es el precio que un reportero tiene que pagar para escribir la verdad. 

Encomendaba a Dios mi vida y mi trabajo.  

Aquel 8 de junio, capté fotografías de las personas que habían preparado los automóviles robotaxi Waymo que incendiaron por la noche. 

Ya me había retirado de la zona “caliente” de las protestas: el Centro Metropolitano de Detención 

En particular, recuerdo perfectamente el rostro de un agente hispano, -de apellido Corona-, quien, a la menor provocación de jóvenes mostrándole en sus caras las banderas de México y Estados Unidos descargaba su arma como si se hubiera preparado para ir de cacería de animales. 

Entre la multitud, alguien le gritó: “Tú también tienes familia. Renuncia a tu trabajo. Eres una vergüenza. Tarde o temprano la justicia de Dios te alcanzara a ti y a los tuyos”. 

Casi la totalidad de quienes vi protestar gritaban por el dolor de ver sufrir a su comunidad la injusticia de las redadas ordenadas desde la Casa Blanca. 

Fue evidente también que anarquistas y agitadores profesionales utilizaron como escudo de sus fechorías la bandera de México.  

Los actos de rapiña y robos a negocios serían caldo de cultivo para culpar de la violencia a los inmigrantes. 

Pero, la represión y la extrema vigilancia policiaca -incluso digital para el reconocimiento de rostros. 

Las autoridades tenían vehículos estacionados desde donde capturaban cada movimiento de los manifestantes. Todo lo grabaron.   

Al día siguiente, quienes acudimos a diario para realizar la cobertura periodística no nos salvamos de los gases lacrimógenos. 

Un agitador hispano-estadounidense que cubría su rostro con una bandana de la bandera de México lanzó una botella de agua a miembros de la Guardia Nacional.  

A su lado estábamos varios reporteros, además de Romi de Frías, de Univision Noticias y su camarógrafo. Las tropas de la Guardia Nacional y agentes federales de HSI que custodiaban el Centro Metropolitano de Detención se vinieron encima. Tres disparos dieron en el cuerpo del anarquista. Corrimos velozmente y de inmediato un fuerte estruendo: ¡Pum! 

Habían lanzado gases lacrimógenos. En pocos segundos se produjo irritación, lagrimeo, quemazón, dolor, visión borrosa y espasmo de los parpados. Náuseas y vómito. Mucosidad imparable. No se podía respirar.  

¿Qué lecciones dejaron las protestas? 

Las cámaras digitales, drones y sistemas de vigilancia policial marcan el ritmo de la opresión y represión gubernamental. 

La intervención y el poder de las fuerzas policiacas ya no solo se limitan a un espacio físico. 

Las manifestaciones se desarrollan, además, en una guerra de información gobernada por algoritmos. 

Lo ocurrido en Los Ángeles en los últimos días no es solo una cuestión de orden público. Es una alarma sobre el futuro del propio espacio público, la libertad de asamblea y libertad de expresión. 

¿El pueblo salva al pueblo? 

Lo dudo. La represión a civiles será cada vez más brutal. Igual como las deportaciones masivas de encapuchados que literalmente están secuestrando personas a plena luz del día. 

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