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“Vimos correr a gente ensangrentada”: Habitantes de Irapuato relatan cómo fue la masacre

Vecinos de la calle donde ocurrió el ataque armado relataron los minutos de sufrimiento que derivaron en la muerte de al menos 11 personas

Violencia en Guanajuato

Vecinos aún no entienden por qué ocurrió la agresión, ni quiénes fueron los responsables. Crédito: Fernando Llano | AP

Tras la masacre que sacudió a Irapuato, Guanajuato, la más cruenta en la historia reciente de la antigua ciudad, surgen algunos relatos mientras el lugar se recupera del shock. La feria patronal quedó marcada por el momento en el que un comando armado irrumpió en plena celebración de San Juan, dejando un saldo de 11 personas muertas y al menos 20 más heridas.

Entre gritos de impotencia, una vecina de la calle donde ocurrió el ataque señalaba con el dedo los restos de cinta amarilla pegados a una pared. “Había niños, muchachas. ¡Malditos! Querían acabar con todos”, exclamó.

Otra residente relató que “a un bebé de poco más de un año le dispararon y perdió un ojo”, narró a El Sol de Irapuato.

Muchos de los presentes aún buscan a familiares entre listas de heridos, mientras otros lamentan no tener espacio ni recursos para velar a más de un muerto en una misma casa. La tragedia tocó a varias familias de forma directa: en una sola vivienda se reportaron hasta cuatro asesinados.

De acuerdo con El Sol de Irapuato, los vecinos salieron a primera hora del miércoles, con escobas y cubetas a limpiar los rastros del horror: charcos de sangre, vidrios rotos y huellas de pánico aún marcaban las banquetas. La comunidad amaneció en silencio, sacudida por un hecho que rápidamente trascendió a nivel nacional e internacional.

El ataque

La noche había comenzado con música, comida y fuegos artificiales como parte de la fiesta patronal. Fue en ese momento cuando ya algunos vecinos comenzaban a despedirse, que una camioneta se detuvo cerca de la fiesta. De ella descendieron tres hombres encapuchados que, sin mediar palabra, comenzaron a disparar contra los asistentes.

Algunos corrieron hacia el templo, otros trataron de resguardarse en sus casas. Los que estaban más cerca del cruce fueron los primeros en caer. Según testigos, los disparos fueron tantos y tan continuos que no hubo tiempo para reaccionar.

Ante el retraso de las ambulancias, los heridos fueron trasladados en lo que los vecinos pudieron. Mientras tanto, los sobrevivientes utilizaron bancas, sillas, mesas y hasta los brazos propios para cargar a los heridos hacia vehículos particulares.

Solo los elementos de la Unidad de Medicina Táctica de la policía municipal lograron entrar rápidamente para atender a quienes aún tenían signos vitales.

Jamás habían vivido tanta violencia

“No sabemos cómo reponernos de esto. Este barrio ya había vivido violencia, pero nunca algo así”, comentó una mujer que no podía borrar la sangre de su puerta ni las imágenes de la masacre de su memoria.

El ambiente en las calles es de luto, huelen a fierro, las paredes tienen marcas de sangre y las banquetas están cubiertas de veladoras.

Vecinos aún no entienden por qué ocurrió la agresión, ni quiénes fueron los responsables. La incertidumbre y el temor permanecen, incluso después de que los cuerpos fueron retirados y los peritos concluyeron su labor.

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