Saciar el hambre en tiempos de redadas
Marvin Rodríguez y el ministerio Ciudad del Refugio en Pico Rivera dona comida a familias que tienen temor a las redadas de ICE

María Luisa Jiménez, de 63 años observa la gran cantidad de frutas y legumbres que se lleva gratis a su casa. Crédito: Fotos: Jorge Luis Macías | Impremedia
“No tengo chamba. Con las redadas está feo el asunto y yo sin papeles”, son las palabras de Ángel Rodríguez, un poblano de 26 años que sobrevive de las donaciones de despensas de comida que ofrece Marvin Rodríguez, pastor del ministerio City of Refuge (La Ciudad del Refugio), en Pico Rivera y promotor de MarvNation, una empresa de eventos boxísticos en Estados Unidos y México.
Cada jueves por la tarde, Ángel y varias personas más se forman en línea en el 4623 Durfee Ave, Pico Rivera, CA 90660, donde Rodríguez y varios voluntarios se encargan de llenar las cajuelas de los automóviles y camionetas con cajas de zanahorias, cebollas, rábanos, coliflor, melones, sandias, papas fritas, refrescos y diversos artículos.
“Ya me estoy desesperando. Ya me quiero regresar a México. No encuentro trabajo”, dijo Ángel. “Tengo cuatro semanas que no salgo por temor a que me arreste inmigración, y el poco dinero que tenía ahorrado ya se me acabó”, dijo.
El Ministerio Ciudad de Refugio es una organización comunitaria con un marcado carácter cristiano, dirigida por el pastor Marvin Rodríguez.

La iglesia ha crecido considerablemente desde 2010, cuando nació la visión de Rodríguez, tras una fuerte conversión al cristianismo.
“Ese cambio de mi vida fue la manera de darles darle gracias a Dios por rescatarme del mundo de las drogas y también de restaurar mucho del daño que hice a la vida”, declaró Marvin.
De hecho, el ministerio City of Refuge abrió también centros de rehabilitación para drogadictos, a quienes se les provee ayuda profesional.
Durante la pandemia, Marvin y su equipo de colaboradores repartieron comida para aproximadamente 30,000 personas cada semana.
“El gobierno federal nos enviaba camiones con comida y nosotros la repartíamos en diversas ciudades como Pico Rivera, Downey, Sur El Monte y muchas más”, manifestó.
Carne, pollo, comida enlatada, galletas, frutas y legumbres reciben las familias que, por alguna razón no han trabajado por miedo a las redadas de inmigración.
Gran parte de esa ayuda que Marvin distribuye proviene de las donaciones hechas por el banco de comida Heart of Compassion Distribution Food Bank de la ciudad de Montebello, y CONASUPO, una organización comunitaria que distribuye regularmente alimentos donados a cualquier persona necesitada, en el en 3283 Garfield Ave, Commerce, CA 90040.
A la distribución de comida en el ministerio City of Refuge llegó también María Luisa Jiménez, originaria de El Grullo, Jalisco, quien enviudó en 2021.
“Mi esposo murió en un accidente y me quedé sola”, comentó la señora Jiménez. “Aquí nos ayudan bastante con la comida”.
María Luisa Jiménez, de 63 años, dijo que no puede trabajar y solamente sobrevive con una pensión mensual de $1,000 dólares.
“La situación esta crítica no solo para mí, sino para todos, especialmente para quienes no tienen documentos, aunque pienso que ahorita nadie se salva de inmigración”, señaló. “El problema es más fuerte para las familias que no han salido a trabajar”.
Los recortes en la financiación federal y la posible inflación provocada por los aranceles de la Administración Trump están presionando a los bancos de alimentos de Los Ángeles y de todo el país en un momento en que, la demanda de comida está casi en su punto más alto tras el incendio de enero.
De hecho, los bancos de alimentos de todo el país recibieron en marzo una notificación de que el Departamento de Agricultura suspendió 500 millones de dólares en fondos que incluían 330 camiones llenos de alimentos destinados a California.
La medida dejó a muchos bancos de alimentos con dificultades para hacer más con menos.
“Tendríamos menos comida para distribuir, pero la vida seguirá adelante. Todos seguiremos trabajando”, dijo Genevieve Riutort, directora ejecutiva del Banco de Alimentos Westside, que colabora con otras 60 agencias en Los Ángeles.
Para ese banco de comida y otros, la demanda de alimentos aumentó un 30% después de que los incendios de enero destruyeran miles de hogares y negocios y se agravo por las redadas migratorias.
Al lado María Luisa Jiménez, Tereso Pérez, un mexicano nacido en Zacatecas de 57 años se lamentó de que, a su edad, casi nadie le quiere dar un empleo. Menos si no tiene una estadía regular en Estados Unidos desde hace 35 años.
“Yo solamente salgo cada ocho días, cuando tengo que venir por la comida aquí [a la Ciudad del Refugio]”, subrayó. “He venido con mucho miedo porque pienso en que me pueden agarrar enmascarados que están atrapando a la gente. Yo no sé sin son delincuentes”.

Y, entre la emoción de ver el rostro sonriente de las personas y familias que lo visitan para llevarse una despensa de comida y bastantes libras de productos gratuitos, Marvin Rodríguez describe que esa es su felicidad: ayudar al prójimo.
“Me emociona darme cuenta del valor que nuestra gente le da a esa comida…muchas personas dependen de eso para salir adelante cada semana, especialmente ahorita con todo lo que está sucediendo con inmigración”.
“Hay muchas familias que no vinieron; muchas familias que no están aquí por miedo. Es como vivir otra pandemia”, afirmó Marvin.
La pasión por el boxeo
En el mismo edificio que alberga el ministerio Ciudad de Refugio del pastor Marvin Rodríguez funciona MarvNation Promotions con la visión de transformar la industria del boxeo, a la que pertenecen sus dos hijos: Ángel “El Moreno” Rodríguez, quien tiene un récord de 13 victorias y una derrota, y nueve nocauts en la categoría de peso welter (146 libras), y su hermano menor, Nathan “El Morenito” Rodríguez, un supergallo (122 libras) quien ha acumulado un palmarés de 19 triunfos, 13 de ellos por la vía del cloroformo.
Siendo un emprendedor de negocios, por varios años y hasta 2014, Marvin estuvo en la industria de la música, patrocinando e invirtiendo dinero en cantantes como el puertorriqueño Nicky Jam, considerado el “Bad Bunny” de su época y a Marc Anthony, hasta que fundó la compañía de boxeo.

“Mi primer objetivo es usar las enseñanzas filosóficas de la Biblia para el bien de la congregación y de cualquier persona que busque fortalecer su fe”, dice el pastor.
Su primer logro fue la adquisición del edificio donde se reúne la congregación. El segundo fue la respuesta de él a la necesidad de alimentos de la comunidad, generada por la pandemia de Covid-19 de 2020 y trabajar con promesas del boxeo de manera simultánea.
Fue su hijo Ángel quien desde los 12 años le consultó la idea de querer convertirse en boxeador. El padre no quería.
“Yo me imaginaba ver a mis hijos en una oficina, detrás de un escritorio”, dijo el pastor.
Ángel tenía problemas con sus calificaciones en la preparatoria y, para obtener el apoyo de su padre, tenía que comprometerse a graduarse. Y lo logró.
Su abuelo, José Ramón López, a quien todos conocían como “El Moreno” era un fanático del boxeo y estaba emocionado por ver debutar a su nieto, cuando este tenía 18 años.
Eso, lamentablemente no sucedió. El abuelo falleció en diciembre de 2018, tres meses antes debut de Ángel, un peso welter, quien adoptó el apodo de “El Moreno” en memoria de su abuelito.
Cambio de vida
Desde los 15 a los 21 años, Marvin Rodríguez, Marvin Rodríguez fue reclutado por narcotraficantes.
“Me involucré en cosas muy fuertes”, narró el pastor cristiano de 48 años. “Un día [traficantes de drogas] llegaron a mi casa y casi matan a mis dos hijas y a mi esposa”.
Aquella fuerte experiencia coincidió con la desaparición de su hermana. Una semana después la encontraron en una iglesia.
“Ella estaba poseída por un demonio. Era un espíritu que controlaba su vida; tenía pensamientos suicidas y cuando ella fue sanada por Dios, eso me abrió los ojos espirituales”, dijo Marvin. “Mucha gente no entiende que el mal también existe”.
La hermana de Marvin había sido sometida a un “exorcismo”.
“Hubo oraciones fuertes para ella. Mi hermana sufría de amargura, tristeza y depresión, y hasta cierto punto eso puede considerarse como normal en una persona, pero no que se arrastre por el piso cuando oraban por ella…el demonio tenía controlado su cuerpo, su vida”.
Tras ser testigo de la liberación espiritual, Marvin tuvo curiosidad de saber lo que pasó con su hermana. Fue invitado a aquella iglesia, pero su trabajo ilegal en el mundo de los narcóticos era de madrugada.
Marvin se consideraba como un hombre que no sabía ni debía llorar nunca, No mostraba emociones, y menos estando en aquel mundo oscuro. No quería mostrarse débil.
“Siempre creí que había un Dios, pero que también el mal” expresó. “Mi madre era muy creyente de las limpias, de la “magia blanca” y la contaminación nos llegó a nosotros”.
Él no había podido dormir, tras la liberación espiritual de su hermana, pero se despertó a tiempo para ir un domingo a la iglesia.
Manifestó que veía a la gente brincar y cantar. Pensaba que estaban locos y no quería volver jamás.
Sin embargo, en aquel lugar estaba un hombre a quien admiraba desde niño. Era un entrenador de beisbol, el deporte que le apasionó en su niñez y adolescencia, antes de incursionar en el narcotráfico.
“Estoy agradecido con mis padres, aunque me hubiera gustado pasar con ellos mis entrenamientos en el beisbol, mis victorias y conquistas de numerosos trofeos”, dijo.
Sin embargo, sus progenitores debían trabajar desde muy temprano y hasta la noche en la lonchera que habían comprado para sacar a sus ocho hijos adelante.
En la iglesia lo invitaron a pasar al altar, aunque él solamente quería retirarse de allí. Y sucedió algo que él llama “sobrenatural”.
“Sentí que algo vino sobre mí. Algo caliente que me quemaba suavemente por dentro y comencé a tener ganas de llorar, que era algo que yo no hacía”, declaró.
“Yo decía que la gente que lloraba era débil. En la vida que yo vivía, si mostrabas una emoción de debilidad, te podía costar la vida y más en el ambiente en que estábamos”.
“Luché contra eso, pero no pude y terminé de rodillas en el suelo llorando. Quebrantado”, añadió. “Pero me levanté como una como una persona nueva, como que si un gran peso se me había levantado encima”.
Y en ese día hice Marvin hizo una promesa, porque su familia le preguntó ¿Qué te pasó? ¿Qué te pasó?
“Yo no sé lo que me pasó”, indicó. “Lo único que sé que jamás regreso a la vida en la que yo vivía y tomé la decisión allí inmediatamente de abandonar eso, de seguir a Cristo y de ahí fue un cambio total, aunque casi me cuesta la vida porque la verdad estuve muy metido profundamente en el narcotráfico”.