Inmigrante cubano hace una huelga de hambre desde Alligator Alcatraz: “Mi vida ya no me pertenece”
Desde una celda sin privacidad y con luz permanente, un cubano detenido por ICE relata la pesadilla que le llevó a comenzar una huelga de hambre

El inmigrante denuncia que en Alligator Alcatraz comparte celda con otros 30 hombres en condiciones que describe como infrahumanas. Crédito: Rebecca Blackwell | AP
Pedro Lorenzo Concepción, un migrante cubano de 44 años, lleva ocho días en huelga de hambre dentro del centro de detención Alligator Alcatraz, la cárcel de máxima seguridad en medio de los pantanos de los Everglades, Florida.
El hombre vive en Estados Unidos desde 2014 y, aunque había logrado rehacer su vida, actualmente enfrenta una batalla por su libertad y su salud.
Todo comenzó el 8 de julio, cuando Pedro acudió como cada mes a la oficina de ICE en Miramar, acompañado de su esposa Daimarys Hernández. Esa mañana no regresó a casa. En una llamada rápida desde el interior del edificio, le dijo que había sido arrestado.
Su detención está ligada a antecedentes del pasado, cuando fue acusado de custodiar una casa con plantaciones de marihuana y de haber transportado personas involucradas en fraudes con tarjetas. Aunque cumplió con las consecuencias legales, perdió su residencia.
Desde entonces, ICE intentó deportarlo en dos ocasiones, pero Cuba no lo aceptó.
Una celda sin relojes, sin puertas y con vigilancia permanente
Luego de su detención, Pedro fue trasladado al polémico centro Alligator Alcatraz. Allí fue esposado de pies y manos, y atado al piso durante más de diez horas. Actualmente, comparte celda con otros 30 hombres en condiciones que describe como infrahumanas. “Es una prisión de mucho rigor”, denunció.
Según describe La Nación, las luces de la prisión permanecen encendidas todo el día, los baños no tienen puertas y no existe ninguna noción del tiempo. La comida llega fría, las duchas carecen de privacidad y cada movimiento es vigilado por cámaras.
El cubano asegura que lo más grave es la desorientación mental que sufren los internos por la rutina opresiva y la falta de contacto con el exterior.

Pedro se declaró en huelga de hambre el 22 de julio. Desde entonces ha rechazado alimentos, tratamientos médicos y cualquier forma de hidratación artificial. “Sentí que mi vida ya no me pertenecía”, dijo. Su mensaje al ICE es claro: “Les toca a ellos decidir si vivo o muero”.
Pedro cuenta que ha sufrido dos desmayos desde que dejó de alimentarse. Siente debilidad extrema, ardor estomacal y mareos constantes. Aun así, insiste en mantener su protesta. “Me rehúso a comer”, repite como consigna.
“Esta lucha es por mi familia, pero también por todos los cubanos que están como yo”, afirmó. No solo exige una respuesta a su caso, sino también una revisión profunda del sistema migratorio que, según él, condena a personas a un limbo legal y humano interminable.
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