Samaritanos actúan y salvan a víctimas de la violencia
La Fiscalía del condado de Los Ángeles los reconoce con “Premio a la Valentía”
El joven fiscal Michael Belcher, Jorge Ramírez Galdámez, su esposa Delores McKinniss y la fiscal adjunta del condado, María Ramírez. Crédito: Fotos: Jorge Luis Macías | Impremedia
Jorge Ramírez Galdámez estuvo a punto de morir cuando recibió un balazo en el abdomen, mientras forcejeaba con un sospechoso que golpeaba violentamente a una mujer; Allana Russell salía de un restaurante de comida rápida cuando escuchó un disparo, regresó al lugar desde donde provino la detonación y colaboro para que una mujer sobreviviera, mientras que Jonathan Leyva y su amigo Kenneth Hwang salvaron la vida de un hombre mayor a quien una mujer le prendió fuego en el Metro.
Los cuatro samaritanos recibieron el “Premio a la Valentía” durante un evento del Club Rotario de Pasadena, donde la fiscal de distrito adjunta del condado de Los Ángeles, María Ramírez fue la encargada de entregar los pergaminos de reconocimiento.
“Es importante que tengamos gente tan valiente que arriesgan sus vidas para ayudar a alguien más”, dijo Ramírez, a La Opinión. “Esto es especialmente valioso cuando uno oye que las personas no quieren involucrarse cuando hay acciones de peligro y pueden salvar vidas. Nosotros no podemos estar en todos lados”.
En efecto, Ramírez Galdámez, Russell, Leyva y Hwang cooperaron, además, con las autoridades del orden para lograr la convicción de los perpetradores de actos violentos y criminales.
Lucha por un arma y por su vida
Durante la madrugada del 6 de mayo de 2023, Jorge Ramírez Galdámez, padre de cinco hijos e hijo de padres salvadoreños (Jorge y Martha Vilma Galdámez) estuvo a punto morir, por salvar la vida de una mujer que estaba siendo agredida por un delincuente violento que estaba en libertad condicional.

Tras la celebración de las fiestas del 5 de mayo, Jorge. creador de eventos artísticos y contratado por los dueños del restaurante “El Compadre”, ubicado en la cuadra 7400 de Sunset Boulevard, en Hollywood, estaba recogiendo su equipo, junto con un compañero.
“Eran las 2:00 a.m. y dos autos se detuvieron. Estábamos detrás del restaurante, en un callejón”, dijo. “Estaba oscuro y parecía que tenían una confrontación”, recordó.
Jorge no sabía qué estaba pasando, pero sí escuchó muchos gritos.
En un momento, observó que un par de chicas dentro de un vehículo pedían ayuda, para que sacar a un individuo del interior. No lo conocían.
“Dudé un poco porque no quería involucrarme”, rememoró. “Sabía que la gente estaba borracha. Yo estaba cansado. Había trabajado un turno de 21 horas y solo había dormido tres horas”.
Jorge declaró que “la cosa se puso fea” y, mientras caminaba hacia el lugar de la conmoción, vio saltar a un tipo que empezó a golpear brutalmente a una de las mujeres.
“Corrí para ayudarla e intentar decirle al tipo que parara. No quería añadir más violencia. Solo quería que terminara todo para volver a mi trabajo, que llegara la policía y se encargara del asunto”, contó.
Pero no fue así.
Jorge luchaba por contener a aquel hombre que casi mataba a la chica.
Sacó una pistola.
“Nos peleamos por la pistola…en ese momento, sinceramente, temía por mi vida. Oí un disparo y pensé: «Dios mío, se acabó todo para mí».
La bala se incrustó en el abdomen de Jorge y cayó al suelo.

“El tipo gritaba cosas absurdas. Y mientras estaba en el suelo, ya sabes, dicen que la vida pasa ante tus ojos. La realidad es que pensé que iba a morir en ese momento, porque caí al suelo. Él tenía el arma, Pensé que iba a disparar de nuevo”, narró. “Y me dije: “Se acabó. Nunca logré nada”.
Por suerte, un amigo suyo y socio de negocios intentó detener al sujeto. Luchó con él por el arma y el tipo nunca más pudo descargar otro disparo. Huyó.
Jorge no recuerda más. Solo que fue llevado en ambulancia a un hospital, donde se recuperó y vivió para contar la historia.
Sobre el reconocimiento a su valentía, simplemente afirma: “es como una pequeña recompensa positiva. Me siento honrado”.
¿Lo harías de nuevo…intervendrías otra vez en una situación similar?
“Esa es una pregunta difícil. Me han hecho esa pregunta muchas veces. Sí, lo haría. Casi pierdo la vida ayudando a un desconocido, y creo que eso es lo que este mundo necesita, un poco más de amabilidad entre nosotros, especialmente cuando estamos tan divididos”.
Lo afirma de forma convincente, porque dice que esa fue la enseñanza de sus padres.
“Yo crecí con cuatro hermanas y mi padre me decía, protégelas, y mi mamá que es la mujer más dulce del mundo en cierto modo fue la motivación para ayudar a aquella pobre mujer”.
Su esposa, Delores McKinniss alabó que su marido “siempre ha luchado por la vida de otros, incluso sabiendo que podría morir”.
“Yo solamente sé que, si le hubiera pasado algo grave a él, tendría que haber luchado sola en la vida por nuestros cinco hijos”, subrayó. “Yo conozco a mi esposo, y cuando supe que fue herido, sentí que iba a vivir. No tenía miedo. Y sé que lo haría por sus cinco hijos”.
El fiscal asociado, Michel Belcher tuvo el caso criminal, en el que el sospechoso, Vardges Petrosyan, ahora de 30 años, fue condenado el 14 de julio por agresión con arma de fuego, posesión de arma de fuego por un delincuente y posesión de municiones por un delincuente, y enfrenta hasta 30 años de prisión estatal.
Joven mujer salva la vida de otra
El 13 de abril de 2021, Alanna Russell presenció un tiroteo y brindó asistencia crítica a una mujer herida.
David Ray Mesa, de 50 años, le disparó a su exnovia afuera de un restaurante de comida rápida, en la ciudad de Azusa.

“Yo solo quería comprar un café y un par de donas”, narró la heroína de la historia a La Opinión. “Al salir del estacionamiento, oí un disparo. Vi a una pareja discutiendo afuera de un auto. Escuché el disparo, el auto se alejó. Ella se cayó y regresé para evaluar la escena y luego testifiqué”.
Ella dio un giro a su automóvil y retorno a la escena. La mujer estaba sentada en la acera. Había recibido un disparo en el cuello.
“Angustiada, pedía que llamáramos a algún familiar, y alguien llamó por mí al 911”, recordó.
Allana, ahora de 22 años, estudiante de asistente médico no quiso tocar la herida, por si acaso la bala no había atravesado del todo el cuello de la mujer.
“A veces son heridas de bala que, si no sangran mucho, no hay que presionar porque se hinchan como un globo por dentro y se convierten en un problema”, explicó. “La hinchazón estaba en el cuello, porque estaba teniendo una hemorragia interna”.
Esperaron a que llegara la policia y una ambulancia y se llevaron a la víctima a un hospital.
“Después de eso, estuve en shock un rato”, contó la chica. “No estaba necesariamente asustada, sino más bien estaba molesta por no saber cómo manejar la situación correctamente”.
Alanna no se considera especial, a pesar de haber sido reconocida por su valentía.
“Creo que hay ciertas personas que habrían hecho lo que yo hice en cualquier situación. Entiendo que, a veces, puede dar miedo o no saber qué hacer en una situación determinada, pero creo que lo más importante es simplemente estar ahí. Su familia me ha agradecido, y no puedo imaginar cómo sería si alguien de mi familia hubiera pasado por eso”, indicó.

“Saber que pude ayudar, aunque fuera un poco, fue muy significativo para mí y mi familia, porque al dedicarme a la salud, lo único que quiero es ayudar a la gente. Solo sé que simplemente fue una buena acción de la que puedo recordar y sentirme orgullosa. Así que, sea cual sea la forma en que ayudé, estoy eternamente agradecida de saber que ella está viva y bien hasta el día de hoy”, añadió.
Aquella victima quedó parapléjica por el resto de su vida.
A pesar de sentirse intimidada y recibir amenazas por la familia del tirador, Alanna testificó en el tribunal contra David Ray Mesa, quien fue declarado culpable de intento de asesinato y de lesiones a su cónyuge o exnovia, y cumple una condena de prisión estatal de 29 años a cadena perpetua por el ataque, que dejó a la víctima paralizada, según el fiscal Brendan Gibson.