Las alertas de enfermedad mental no llegan de repente, comienzan desde edad temprana, es importante detectarlas
Cambios de humor, aislamiento social y apatía son algunos de los síntomas que pueden indicar problemas de salud mental; reconocerlos es fundamental
Atrapado en un mundo de ansiedad. Crédito: Bricolage | Shutterstock
Un estudio revela que el 50% de las enfermedades mentales comienzan antes de los 14 años, y el 75% antes de los 24. Esto subraya la importancia de la detección temprana y el tratamiento adecuado.
A este respecto, la Asociación Americana de Psiquiatría refiere que las enfermedades mentales graves, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, rara vez aparecen de repente. Señalan que lo más frecuente es que familiares, amigos, profesores o los propios pacientes empiecen a notar pequeños cambios o la sensación de que “algo no va del todo bien”.
Los cambios de humor, el aislamiento social y la apatía son algunos de los síntomas que pueden indicar problemas de salud mental. El reconocimiento de estos signos es fundamental para la intervención temprana.
El descenso en el rendimiento escolar, el aumento del absentismo y las dificultades en las relaciones con compañeros también son señales de alarma que no deben ignorarse.
Signos y síntomas
De acuerdo a la Asociación Americana de Psiquiatría, se presentan varios signos y síntomas que pueden ser útiles consultar con un profesional de la salud mental:
- Cambios en el sueño o el apetito — Cambios drásticos en el sueño y el apetito.
- Deterioro del cuidado personal – Dificultad para cuidarse a sí mismo, incluyendo el baño.
- Cambios de humor: cambios rápidos o drásticos en las emociones o sentimientos depresivos, mayor irritabilidad.
- Aislamiento — Aislamiento social reciente y pérdida de interés en actividades que antes se disfrutaban.
- Dolor corporal – Dificultad para controlar el dolor, como dolores de estómago o de cabeza.
- Disminución del funcionamiento — Una disminución inusual del funcionamiento, en la escuela, el trabajo o las actividades sociales, como dejar de practicar deportes, fracasar en la escuela o tener dificultades para realizar tareas familiares.
- Problemas de pensamiento — Problemas de concentración, memoria o pensamiento lógico y habla que son difíciles de explicar.
- Mayor sensibilidad: mayor sensibilidad a las imágenes, los sonidos, los olores o el tacto; evitación de situaciones sobreestimulantes.
- Apatía — Pérdida de iniciativa o deseo de participar en cualquier actividad.
- Sensación de desconexión — Una vaga sensación de estar desconectado de uno mismo o del entorno; una sensación de irrealidad.
- Pensamiento ilógico: creencias inusuales o exageradas sobre los poderes personales para comprender significados o influir en los acontecimientos; pensamiento ilógico o “mágico” típico de la infancia en un adulto.
- Nerviosismo — Miedo o desconfianza hacia los demás o una fuerte sensación de nerviosismo.
- Comportamiento inusual — Comportamiento extraño, atípico, peculiar.
- Cambios en la escuela o el trabajo: aumento del absentismo, empeoramiento del rendimiento, dificultades en las relaciones con compañeros y colegas.
Si bien, uno o dos de estos síntomas por sí solos no permiten predecir una enfermedad mental, si una persona experimenta varios de estos pueden indicar la necesidad de una evaluación más exhaustiva.
Estrategia de intervención y apoyo
Incentivar el ejercicio físico, las estrategias de gestión del estrés y fomentar la conexión con otros son métodos efectivos para mejorar la salud mental.
Es crucial que los afectados busquen ayuda profesional y se sometan a evaluaciones para determinar si necesitan un tratamiento más intensivo. La educación sobre salud mental también es clave para los familiares y amigos.
La colaboración de familiares, maestros y figuras de autoridad puede ser esencial en la identificación de síntomas y en la búsqueda de apoyo. Educar a la comunidad sobre signos y síntomas de enfermedades mentales puede marcar la diferencia en la vida de los jóvenes.
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