Conoce el banco de comida donde por $50 te llevas el carrito lleno
La demanda de alimentos ha crecido en esta Administración Federal, y más aún a partir de las redadas
Glen Curado, fundador del World Harvest Food Bank en Los Ángeles. Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia
Rosario Cruz, una mamá de cinco hijos menores, acude dos veces al mes al World Harvest Food Bank, un banco de comida en Los Ángeles, que por $50 te permite llevarte el carrito del supermercado lleno de vegetales, frutas, pollo y carne.
Una verdadera ganga si consideramos los altos precios de alimentos. Trump centró su campaña para la presidencia prometiendo que reduciría los precios de las provisiones, y si bien el costo de los huevos ha bajado últimamente, en el resto de la comida, se han ido por los cielos.
“Está muy difícil la situación. A mi esposo y a mí apenas nos alcanza para la renta y un poco de comida. Así que venir a este banco de alimentos nos ayuda bastante”, dice Rosario.
Y explica que lo que le podría costar $200 en un supermercado cualquiera, en el World Harvest Food Bank, le sale por la mitad de precio.

Abierto desde 2007, el Banco de Alimentos World Harvest, una organización sin fines de lucro, fue fundado por el líder comunitario y emprendedor Glen Curado en 2007.
Lo original de este banco de comida es que la comunidad, se puede llevar un carrito de supermercado lleno de víveres por solo $50; y aquellos que no tengan dinero, pueden trabajar como voluntarios durante cuatro horas; y al terminar. llevarse su despensa.
Ese es el caso de Nicole Martínez, quien se hizo voluntaria del World Harvest, y a cambio de cuatro horas de trabajo acomodando vegetales en los anaqueles, se lleva un carrito repleto de alimentos que ella misma selecciona.
“Vale la pena porque todo está muy caro. Fácil este carrito me hubiera costado $200 en otra parte”, dice.
Pero además hace notar que los vegetales que ofrece el World Harvest son frescos.
“Siento que como muy saludable con estos alimentos que me dan, y aparte se siente muy bien donar tu tiempo, cuatro horas, a cambio de comida. Pienso que trabajé para ganarme lo que me llevo a la boca y que valió la pena. Me siento bendecida”, dice.

El World Harvest Food Bank se encuentra sobre la calle Venice 3100 en Los Ángeles, y abre de lunes a sábado de ocho de la mañana a tres de la tarde.
Margarita también decidió ser voluntaria desde hace dos años, y en uno de sus días de descanso, dedica una mañana a ayudar al banco de comida.
“Vengo una vez a la semana, y me llevo la comida para mi y mi hermano. Ambos vivimos juntos. La verdad me ayuda mucho en estos tiempos que todo está tan costoso”.
Platica que además de las frutas y verduras, le dan carne y pollo, suficientes para comer durante una semana.
“Prácticamente no compro nada extra porque me llevó de aquí lo que necesito; y veo que cada vez viene más gente al banco de comida”.

Otra voluntaria quien no se sintió cómoda de dar su nombre, y quien se gana la vida trabajando en la limpieza, va una vez a la semana a trabajar cuatro horas al banco de comida, lo que le permite que los cinco miembros de su familia se alimenten durante al menos siete días.
“Esta comida es un buen ahorro para nosotros”, dice sin parar de acomodar los vegetales en las charolas.
Carlos Luna, un guatemalteco, quien acudía por primera vez al banco de comida World Harvest se convenció de llevarse su primer carrito de supermercado por $50, después de hacer un recorrido por el lugar.
“Me enteré de que existía este banco de alimentos por Internet viendo el teléfono, y decidí venir. Creo que esta comida me va a ayudar mucho porque comprar lo mismo, me saldría más caro por fuera”, dice Carlos, quien trabaja como empacador.

La idea de establecer el Banco de Alimentos World Harvest, le vino a Glen a partir de que fue voluntario en un banco de alimentos local en 2006.
Al observar la necesidad de la comunidad, abrió su propio banco de alimentos, para lo cual contactó a un amigo agente inmobiliario quien lo ayudó a encontrar la ubicación ideal en Los Ángeles.
La primera sede se ubicó en la zona empobrecida de Pico-Union, pero en 2014 cuando las instalaciones superaron su capacidad, se mudaron a su actual ubicación por la calle Venice, que también ante la creciente necesidad de alimentos, ya les está quedando pequeña.
“Esto empezó cuando llegó esta nueva administración. De repente, todos los precios se dispararon, se duplicaron, se triplicaron. Y luego apareció el ICE (Servicio de Inmigración y Aduanas) con sus redadas, la gente comenzó a quedarse en su casa, y la demanda de comida se fue para arriba en nuestro banco de alimentos”, dice Glen.

“Está viniendo mucha más gente ahora, simplemente porque los supermercados están carísimos y aquí, con una donación de $50, te vas a llevar más de lo que puedes comprar allá afuera. Solo el pollo cuesta entre $8 y $11”.
Precisa que los $50 que la gente entrega por llevarse un carrito de comida es considerado una donación.
“Cuando haces tu declaración de impuestos, adivinen qué… puedes reclamar esos $50 porque hiciste una donación caritativa a una organización no lucrativa, y pueden darte un crédito fiscal”.
Glen dice que quienes acuden al banco de comida, son angelinos de todas las razas, hispanos, afroamericanos, blancos y asiáticos.
“Todos han sido afectados por los altos precios”, dice.

Agrega que hubo mucha necesidad durante la recesión de 2008 y 2009, pero nada que se le parezca a lo que está pasando ahora.
“Esto es algo completamente distinto. Junto a los precios elevados, hay gente que vive con miedo al desempleo, a los recortes en las ayudas sociales, y a un montón de cosas así”.
Enfatiza que si alguien no tiene los $50 para llevarse el carrito de comida, no hay ningún problema, basta con que donen cuatro horas de su tiempo en el banco, y que trabajen llenando las estanterías con las provisiones y ayudando a por ejemplo escoger los plátanos buenos y desechando los que están echados a perder.
“Así se pueden llevar su carrito de comida gratis”.

Glen remarca que la casi la mayoría de los vegetales son orgánicos certificados.
“Yo tengo ascendencia hawaiana, y hay un dicho que dice, cuando das, da todo o no des nada; de lo contrario, es como una vergüenza. Por eso tratamos de dar la mejor calidad en los alimentos que repartimos”.
El banco funciona con el trabajo de voluntarios, dos empleados de tiempo completo y cuatro trabajadores de tiempo parcial.