Demandan a franquicia de Dunkin’ Donuts por irregularidades laborales en Chicago
Una joven latina fue la impulsora de la demanda que reclama que los empleados no se les paga horarios extras y se les deduce de sus cheques sin que ellos estén al tanto
Un grupo de exempleados de una franquicia con 16 locales de la cadena Dunkin’ Donuts en el Loop de Chicago ha presentado una demanda colectiva en contra de la empresa. Alegan prácticas laborales ilegales por impagos a horarios extras y deducción de salarios sin el conocimiento ni consentimiento de los empleados. Aunque no está incluído en esta demanda, los empleados alegan también por condiciones de trabajo inseguras.
La joven de 23 años Christina Padilla, quien trabajó en la localidad de Donkin’ Donuts en el 229 W. Jackson en Chicago y renunció en el 2015, fue la impulsora de la demanda después de haberse percatado de ciertas prácticas ilegales cuando era supervisora. Ella, junto a la jóven Jessica Zamudio, ambas ex empleadas de la franquicia con localidades en el Loop, están entre las principales demandantes.
Padilla, un grupo de exempleados y actuales empleados de la franquicia, y activistas de la organización sin fines de lucro Arise Chicago, que aconsejó y educó a Padilla sobre sus derechos laborales, se presentaron este miércoles frente al Dunkin’ Donuts en el 229 W. Jackson para protestar y anunciar la demanda a través de una conferencia de prensa.
Una de las organizadoras, Carolyn Morales, dijo en la conferencia de prensa: “Arise Chicago ha documentado 22 maneras que los empleadores pueden robarle salarios a los trabajadores. Al parecer, este dueño de Dunkin’ Donuts utilizó cuatro tácticas de robo de salario, incluyendo la falta de pago por horas extras.”
La demanda, en representación de 150 trabajadores de las 16 localidades, nombra a Moonstone Foods Enterprises LLC, Ruby Foods Inc., Standard Foods Inc., Sirajuddin Virani y Faisal Merchant como los demandados.
La Raza se contactó por teléfono con Virani, el dueño de los 16 locales, y con Merchant, el gerente de operaciones, pero no obtuvo respuesta. Sin embargo, Virani habló con el diario The Chicago Tribune donde declaró que está “sorprendido” por la demanda. “Nosotros seguimos todas las reglas y normas”, dijo Virani a ese periódico, quien dijo que ha sido dueño de estas franquicias por 30 años. “Yo pienso que los comentarios de ellos son incorrectos. No creo que estos [alegatos] hayan sucedido.”
Las alegaciones de los empleados
Padilla dijo que en es franquicia se deducen de los cheques de los salarios cuando los montos finales de la caja registradora de cada empleado no coinciden con las ventas del día. “No importaban si son $1, $20, $40 o $100. Si no coincidían se les deducía sin que los trabajadores supieran”, explicó Padilla a La Raza, añadiendo que los empleados no son informados de dicha práctica al momento de ser contratados. “Deducen por todo, hasta si se te cae un vaso”, dijo. “Cuando reclamé a mi supervisor me dijo que ‘así es como se hacen las cosas aquí’.”
De acuerdo a Padilla, al momento de preparar las nóminas de pagos, los supervisores manipulan los horarios de los empleados cuando trabajaban horas extras al horario ya establecido. Por ejemplo, si el empleado hacia su ficha de salida a las 8 pm, pero se suponía irse a las 7 pm, los supervisores cambiaban el sistema a 7:15 pm, explicó Padilla.
Además de las irregularidades de los pagos, Padilla afirma que hay empleados, sobre todo jóvenes de 16 y 17 años, que trabajan con inseguridad debido a las jornadas de horarios donde se quedan solos en la tienda durante toda la noche.
Padilla personalmente vivió la experiencia durante un año cuando trabajó los turnos de 10 pm a 6 am, sola, en el centro. Se sentía especialmente vulnerable porque los indigentes del área constantemente entraban al negocio. “Tenía un ‘panic button’ [que va directo a la policía] pero cuando lo presioné una vez me dijeron que no lo presionara otra vez porque costaba $100 cada vez que lo presionas”, dijo. “’Llama directamente a la policía’ me dijeron, pero los llamé tantas veces que hasta dejaron [la policía] de contestar”.
Padilla añadió que además de sentirse insegura no tenía acceso a un baño dentro del local. “Había que ir a otro edificio cerca del local a usar el baño, pero como era de noche, estaba sola y no podía dejar la tienda sola”, dijo.
Jessica Zamudio, de 20 años de edad, trabajó ocho meses en la cocina y fue despedida en enero de este año porque según ella el supervisor a cargo de la localidad en el 87 E. Jackson se molestó cuando ella le reclamó su falta de pago de tiempo extra y la despidió.
Además, Zamudio dijo que la hacían levantar cajas pesadas, entre 15 a 20 libras aproximadamente, sabiendo que ella tenía cinco meses de embarazo.
En una ocasión la acusaron de robar café por darlo gratis a algunos clientes. “Cada 15 a 20 minutos teníamos que botar el café y a veces lo regalábamos para tener un mejor servicio al cliente, pero lo usaron como una excusa para acusarme de robo de café. Me querían hacer firmar un documento para deducir $25 de mi cheque por dos cafés que yo había regalado, el cual me negué y se molestaron conmigo y me sacaron $50 en total [por dos sanciones] sin mi consentimiento”.
“No porque seamos jóvenes significa que nos pueden mentir y abusar de nosotros. Ellos pensaron que no haríamos nada, pero esperamos que cambien sus reglas. Es un trabajo simple, no es tan serio para que ellos hagan esto. Queremos que hagan las cosas bien”, añadió Zamudio.