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We ‘that’ people

No sé por qué aún me sorprendo con la retórica anti-inmigrante que han adoptado los candidatos republicanos.

Anoche, durante el debate en Carolina del Sur, volvieron a referirse al problema de la inmigración –12 millones de trabajadores indocumentados que viven en el país– como un masa de gente desechable que hay que lanzar al otro lado de la barda para liberarnos de un gran mal.

La incapacidad de estos candidatos de abordar el tema con seriedad y respeto por la responsabilidad legislativa a la que aspiran es absolutamente alienante.

Las posturas planteadas sobre este tema frente a los votantes republicanos de Carolina del Sur son las que ya sabemos: Gingrich expuso su plan (de legalizar solo a quienes hayan vivido aquí por 25 años, tengan hijos, nietos, y reciban el Okay de sus vecinos) no puede ser mas ineficiente y arbitrario. Romney, famoso por su discurso cantinflesco, usa esta destreza mejor que nunca cuando le toca hablar sobre inmigración.

Pero anoche se lució. Romney reconoció que no se puede deportar a todos los indocumentados. Su plan: que todos deben regresar voluntariamente a sus países a solicitar visa. ¿Qué? Si fuese tan fácil desarraigar a 12 millones de personas sencillamente no tendríamos el problemón que tenemos. Paul quiere que toda la reserva militar sea reubicada en la frontera con México para evitar el paso de indocumentados. ¿Será que nadie le ha dicho que la mayoría de los indocumentados entraron con visa y se quedaron? Y Santorum es un puritano que cree que se debe deportar a todo el que haya entrado indocumentado, aunque tengan décadas viviendo con sus familias aquí.

¿En serio? ¿Cómo se explica que esta cruel posición venga del más cristiano de todos los candidatos?

Escuchar la profunda ignorancia y descaro de estos republicanos es en el mejor de los casos tragicómico, pero lo que creo que los hispanos no toleraremos es el tono divisivo que han escogido porque lleva implícito el peligroso mensaje de “nosotros contra ellos”.

El uso trivial de frases como “those people”, y, “that people”, como ligeramente se refieren a los indocumentados, y el excesivo enfoque en militarizar la frontera de México, no solo alimenta el sentimiento anti-hispano, sino que lo legitima al venir de aspirantes presidenciales. El mensaje de anoche, a pesar de algunos flojos intentos de diferenciar entre documentados e indocumentados, fue claro: los latinos violan la ley, están aquí para robar empleos y hacerse parásitos de servicios público. Eso es nocivo y va mucho allá de la necesidad innegable de controlar la inmigración ilegal.

El cálculo de los republicanos, de entusiasmar a su base conservadora demonizando a los indocumentados porque al final no tiene consecuencia electoral, está equivocado. Muchos de los latinos ciudadanos o residentes legales han pasado por el escabroso proceso de inmigración, o tienen a un conocido, amigo o familiar indocumentado. Por eso cuando se nos pregunta a los latinos registrados para votar sobre las principales preocupaciones en esta elección la inmigración invariablemente cuenta entre las tres primeras.

Pero aunque este año hayamos12 millones de hispanos registrados para votar, para los republicanos seguimos siendo “that people”.

We ‘that’ people nos haremos sentir en noviembre.

Maibe Ponet es la Editora de Opinión de El Diario/La Prensa.

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