Sin sustento y con múltiples problemas
Son más los latinos de edad avanzada a quienes las pensiones no le dan para cubrir sus necesidades
Última parte de una serie
SACRAMENTO.- A sus 80 años, Margaret Ibarra asegura estar completamente sana pero sólo hay algo que la martiriza día y noche, su hijo Lino Ibarra quien se encuentra en la Prisión Estatal de Soledad y a quien no puede visitar tanto como ella quisiera.
“Mi hijo me llama y me dice: ‘Mom ven a verme, ¡Te necesito! Pero no puedo. Todo está muy caro. Uno tapa un hoyo para destapar otro”, indica compungida.
Su ingreso total al mes es de 1,500 dólares. “Recibo 800 dólares del Seguro Social, 400 dólares de una pequeña pensión y 300 dólares que me da el gobierno por un nieto que cuido”, explica.
La cárcel donde está encerrado Lino, de 48 años, está a cuatro horas y media de North El Monte, la ciudad donde vive su madre.
Fue sentenciado a 25 años por violencia doméstica en 1998 bajo la ley ‘Tres Delitos y Fuera’.
Es por eso que Margaret se ha convertido en una de las activistas más longevas para echar abajo esa ley en California. “Como muchas madres ancianas hispanas”, aclara.
Margaret es una mujer divorciada a quien le tocó criar a los tres hijos menores de su hijo preso, ya que su madre los abandonó. Sólo le queda por terminar de sacar adelante al de 14 años por quien el gobierno le da 300 dólares al mes.
Como esta anciana, muchas abuelas se hacen cargo de la crianza de sus nietos cuando sus hijos caen tras las rejas.
Entre el 20 y 30% de los hijos de los presos podrían estar siendo cuidados por sus abuelos en California, estimó Abel Habtegeorgis de la campaña ‘Libros no Rejas’ del Centro pro Derechos Humanos Ella Baker, con sede en Oakland.
Para las madres ancianas hispanas con hijos presos, Amalia Molina, encargada del programa Familias de Encarcelados de la Arquidiócesis de Los Ángeles, es un ángel pues a través de colectas lleva a cientos de ellas a varias prisiones del estado.
“Es lo más triste que puede haber: son madres, son ancianas, no manejan, no tienen dinero y no hablan inglés, y para quienes sus hijos aunque sean lo peor del mundo, son sus hijos; y quieren verlos y darles un consejo, una esperanza de que van a poder salir”, dice.
Molina señala que navega contra viento y marea para obtener recaudaciones porque nadie tiene simpatías por los presos.
“Pero yo a quien ayudo es a las madres ancianas que sufren mucho, porque no tienen recursos para ir a ver a sus hijos”, enfatiza.
No hay estadísticas que indiquen cuántos padres hispanos ancianos tienen hijos en las prisiones.Pero si se considera que el 40% de los presos en las 33 prisiones estatales son hispanos, no hay margen a dudas de que la cifra es muy alta.
“Me ha tocado llevar a madres que tienen 6, 8 y hasta 15 años sin verlos. Si tú vieras como se ponen cuando los ven… gritan, lloran, se abrazan. ¡Es una cosa terrible.! ¡Una tragedia! No quieren morirse sin verlos”, exclama.
Margaret es una de muchas ancianas hispanas que reciben una pensión muy limitada, lo que complica sus posibilidades de visitar a sus hijos en prisión.
Un sondeo reciente del grupo ING encontró que los latinos están rezagados en el ahorro para la jubilación y es el grupo menos preparado. Tiene el balance promedio más bajo con 54,000 dólares en sus planes de retiro contra el promedio de todos los grupos que es de 69,000 dólares.
De acuerdo a la encuesta, un tercio de los hispanos culpan a la falta de ingresos suficientes por no ahorrar para el retiro.
“En la comunidad hispana, muchas veces los padres sacrifican su propio futuro financiero para que sus hijos avancen”, detalla Fabián González, vicepresidente de Ventas Multiculturales de ING a nivel nacional.
Agrega que no es inusual que éstos contribuyan a la educación de sus hijos antes que ahorrar para su propia jubilación.
El reporte Plan por un Nuevo Futuro: El Impacto de la Reforma del Seguro Social en la Gente de Color establece que “apenas uno de cada cuatro hispanos tienen pensiones”.
A nivel de la Legislatura de California, el asambleísta demócrata de Los Ángeles, Kevin de León, presentó un proyecto de ley no sujeto a los vaivenes de la Bolsa de Valores, para ayudar a que los latinos puedan comenzar a ahorrar para su jubilación y no tengan que enfrentar una situación como la de Margaret.
“Este plan no es la panacea, pero está diseñado para las recamareras, cocineros, jardineros y otros trabajadores de bajos ingresos que trabajan seis días a la semana y se retiran hasta que el cuerpo ya no les aguanta”, dijo el autor de la medida SB1234.
Por otra parte, está el grupo de madres ancianas con hijos en prisión que sufren de discapacidad y para quienes su nivel de pobreza es aún más grave.
Bertha Fonseca, de 63 años, vive sola en un cuarto de renta en West Covina y su único ingreso proviene de la ayuda que recibe por su discapacidad.
Ese es el principal obstáculo para poder visitar a su hijo
Timoteo Fonseca en la Prisión Estatal de Salinas, quien purga una condena de 39 años por homicidio.
“Cada mes me pregunto si voy a recibir el cheque de la discapacidad”, expone.
La única forma que encontró para visitar a su hijo es juntándose con otras madres para manejar un sólo vehículo en el que viajan por largas horas hasta Salinas. En un cuarto de hotel se amontonan hasta siete madres ancianas para pasar la noche en espera de ver a sus hijos al día siguiente.
“Nos cooperamos para la gasolina. Si no con lo cara que ésta no podría ir a ver a mi hijo”, platica.
Bertha tiene un ingreso de 649 dólares al mes que recibe del gobierno por discapacidad.
“Trabajaba en un hospital de salud mental, pero un niño con autismo me lastimó las piernas, y me incapacitaron de por vida”, relata.
Afirma que quiso solicitar el Seguro Social pero le dijeron que le convenía más recibir los 649 dólares por la discapacidad.
Según el Departamento del Trabajo, los latinos tienen altas tasas de discapacidad y por consecuencia tienden más a recibir las prestaciones del programa del Seguro de Discapacidad del Seguro Social.
“Las razones por las que tenemos esas altas de discapacidad son controversiales, van desde la dieta, la falta de prevención por no tener seguro médico y hasta el desempeñar los trabajos físicos más duros”, indicó el vicepresidente del Concilio Nacional sobre Discapacidad, el profesor de la Universidad de California en Los Ángeles, Fernando Torres Gil.
De acuerdo a Torres Gil, los latinos deben dar prioridad al tema de la longevidad. “El siguiente movimiento de derechos civiles para los latinos no va a ser migración sino la longevidad. Estamos viviendo más que cualquier otra gente pero con un cuerpo debilitado y eso va a presentar muchos desafíos y desigualdades que necesitamos atender”, urgió.
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Araceli Martinez Ortega escribió esta serie como parte de la beca de investigación sobre vejez para periodistas de la Fundación Metlife, un proyecto de la Sociedad Estadounidense de Gerontología y New America Media.