Downey: el “Beverly Hills mexicano” de Los Ángeles
En 1980, los latinos representaban el 17% de la población, para 2019 ya constituían el 75% y muchos de ellos tienen un poder adquisitivo medio o alto
Downey, una población 20 kilómetros al sureste del centro de la ciudad de Los Ángeles, era un suburbio idílico a principios de la década de los 90 donde, entre otras cosas, se había desarrollado el importante programa espacial Apolo en los años 60 y era poblado, en su gran mayoría por estadounidenses blancos anglosajones.
Treinta años después, a Downey se le conoce de manera informal como el “Beverly Hills mexicano”, pues a sus calles se han mudado miles de mexicanos exitosos como María Fernández, que a principios de los 90 repartía panfletos para promocionar su servicio de limpieza de casas y ahora no solo reside en una pequeña mansión en la ciudad, sino que es dueña de varias propiedades y tiene un negocio de bienes raíces.
“Nunca pensé que podría comprar una casa en Downey; pensé que siempre las limpiaría. Los latinos de Downey son personas que se hicieron a sí mismas y buscaron una forma de hacer riqueza”, señala con orgullo Fernández.
Historias como la suya son recurrentes en este lugar, pese a que los latinos constituyen la población con mayores niveles de pobreza en California, el caso de Downey y otras pequeñas ciudades del condado ilustran otro fenómeno: el del creciente poder adquisitivo entre los hispanos de Estados Unidos.
Con poco más de 100,000 habitantes, Downey es señalado por académicos y residentes como un símbolo de movilidad social que ha consolidado a la clase media y alta de origen latino, especialmente mexicanos.
El ingreso anual promedio por familia es de unos $76,000 dólares, sustancialmente menor que en Beverly Hills, pero sus números son superiores si se comparan con otras zonas de Los Ángeles con composición demográfica similar.
Un poco de historia
En 1980, los latinos representaban el 17% de la población, para 2019 ya constituían el 75%. Las razones detrás de este cambio tienen que ver con el decaimiento de la industria aeroespacial que hizo de Downey un suburbio de clase media mayoritariamente blanca durante el siglo XX. Antes de la carrera espacial de los 60, la ciudad fabricaba el equipamiento aeronáutico de las fuerzas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial.
Tras el fin de la guerra, miles de residentes fueron empleados en la planta aeroespacial Rockwell hasta su clausura en 1999, lo que provocó que muchas familias abandonaran la ciudad. El éxodo de los blancos anglosajones provocó una rebaja en el precio de las rentas y las propiedades, lo que significó una oportunidad para muchos latinos.
“Ahora son los hijos y nietos de esos inmigrantes los que están impulsando mucho del crecimiento de esas ciudades”, explica el historiador A. K. Sandoval-Strausz, autor de “Barrio América: cómo los inmigrantes latinos salvaron la ciudad estadounidense”.
En la ciudad viven jóvenes profesionistas como el periodista Erick Galindo, quien escribió recientemente en un artículo en TheNew York Times que cuando su familia se mudó al sur de Downey en 1995, “éramos los únicos mexicanos de mi cuadra”.
“Downey es un lugar que representa esa idea tan específicamente estadounidense, la de la movilidad social, pero al mismo tiempo está muy conectada con la herencia de Latinoamérica”, reflexiona Galindo.
En Downey también vive Lupita Infante, cantante y nieta del ídolo de las canciones rancheras mexicana Pedro Infante, que también conecta con esa idea: “Creo que cuando caminas por las calles, no te sientes fuera de lugar. Te sientes como en casa, mucha gente habla español”, dice la joven.
A la ciudad llegan cada vez más latinos con alto poder adquisitivo atraídos por la facilidad que da la ciudad de disponer terrenos grandes para casas unifamiliares. Pese a la pandemia, los negocios prosperan y no son pocos los terrenos sobre los que se levantan millonarias propiedades. Es común ver autos de último modelo y filas para entrar en restaurantes recién inaugurados.
Michael Calvert, director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Downey, dice que los agentes inmobiliarios “aman el apelativo del ‘Beverly Hills latino’ porque ayuda a subir los precios de las casas”.
Residentes como María Fernández, la empresaria de bienes raíces, sostienen que los hispanos beneficiaron a la ciudad y le dieron valor “con el dinero que trajimos y plantamos aquí”.
Pero otros, como Erick Galindo, coinciden en que la ciudad parece estar desmotivando a los que alguna vez estuvieron en la situación de sus padres: “Los padres de mucha gente aquí se sacrificaron mucho para crear un lugar como este y es interesante ver en lo que se está convirtiendo”, apunta.
“¿Sería este un lugar que aceptaría a gente como ellos ahora? Es la pregunta. No sé la respuesta, pero espero que sí”.
Con información de BBC Mundo.