Pequeños comerciantes latinos se muestran optimistas ante los retos sanitarios
Aunque sus ventas han caído a raíz de la llegada de la variante ómicron, no se dan por vencidos
Si hay algo que caracteriza a los latinos es mantener siempre el optimismo ante la adversidad, y los encargados y dueños de pequeños comercios, formales e informales, no tienen duda que la situación económica mejorará una vez que desaparezcan las amenazas del covid-19.
Después de dos años completos de sufrir los estragos de los cierres completos y después parciales, y a pesar de que hubo vacunas para protegerse desde hace más de un año, los latinos entrevistados por La Opinión expresan sus retos y los planes que tienen para salir adelante.
“Desde que se dio a conocer la variante ómicron del coronavirus, las ventas se vinieron abajo otra vez”, dijo Javier Chubac, de Suchitepéquez, Guatemala, propietario de una dulcería que se localiza en el distrito de las piñatas, en el centro de Los Ángeles.
“Todo se había estabilizado un poco después que la gente comenzó a vacunarse”.
Sin embargo, Chubac indicó que las ventas al por menor se han reducido en un 50%.
“Nuestras ventas eran de $2,000 a $3,000 diarios, pero ahora no llegamos ni a $1,500”, dijo el negociante.
La variante ómicron no solamente está causando estragos en la economía de los dueños de pequeños negocios, sino también en la salud.
EL martes, autoridades del Departamento de Salud Pública del Condado de Ángeles, dieron a conocer 3,200 nuevos contagios por covid.
El condado reportó 3.258 nuevas infecciones por covid el lunes, el cuarto día consecutivo en el que la cifra ha superado las 3,000. Desde que comenzó la pandemia, se han confirmado un total de 1,567,133 casos en todo el condado, mientras que la cantidad de fallecimientos ha alcanzado a 27,448 personas.
Resienten el ataque de la pandemia
“Están muy bajas las ventas”, se quejo también el señor Rigoberto Morales, propietario de un puesto de carnitas y chicharrones, ubicado en el 833 al sur de la calle Central. “Desde hace dos años, ya no es lo mismo y lo que uno gana, apenas alcanza para sobrevivir”.
Junto con el señor Morales trabajan el poblano Mario Muñoz, un experto en cocinar los chicharrones en un enorme cazo y la michoacana Susana García, quien hace tortillas a mano para los comensales.
Ellos también resienten el impacto de la pandemia.
“Yo antes trabajaba en la costura, pero se acabó la chamba, y, pues ni modo, tuvimos que entrarle a aprender como cocinar los chicharrones y las carnitas”, dijo Mario. “Tengo que hacer este trabajo porque me cobran $1,000 por un cuartito pequeño”.
Según un informe del Instituto Económico Latino de California, antes de la pandemia, aproximadamente el 38% de la población latina del estado pertenecía a un grupo de ingresos de clase media, un poco menos que el porcentaje de personas blancas.
Pero más de la mitad de los latinos se encontraban en el nivel de ingresos más bajo y muchos de la clase media estaban en riesgo de caer, dijo Mindy Romero, autora del informe.
Y, de acuerdo con el Pew Research Center, alrededor del 60% de los latinos dijeron que ellos o alguien en su hogar -como Mario Muñoz-, había perdido un trabajo o experimentados recortes salariales en los meses posteriores al inicio de la pandemia, en comparación con el 44% de la población general de Estados Unidos.
Pocas ventas y muchas ganas de salir adelante
“Nosotros éramos cinco empleados; ahora solamente quedamos tres”, expresó Faustino Cruz, un veracruzano que se encarga de una tienda de confiterías en DTLA Sweets. “Las ventas están tranquilas, a pesar de que viene mucha gente”.
Cruz señaló que el negocio donde venden la marca de dulces que son del agrado de sus compatriotas mexicanos ha disminuido hasta un 25%.
El dependiente del negocio subrayó que, para llegar a la meta mensual de ventas se requiere que haya negocio mínimo de $2,000 a $3,500, ya que tan solo la renta del local ronda los $20,000.
“No hay mucha fluidez para sacar el producto que ya tenemos en existencia”, indicó. “Y una parte de estas bajas ventas es culpa de la variante ómicron del coronavirus porque la gente otra vez tiene miedo de salir”.
Los que no tuvieron temor fueron los esposos Salvador y Marisol García, quienes llevaron a su pequeño Ángel, de seis años, a comprar muchos dulces para las posadas en su casa y para la piñata que van a romper en Navidad, ellos y sus seis hijos.
“Hay que apoyar a los negocios donde trabajan los latinos”, comentó Salvador.
Otros empresarios latinos que se mueven en la economía informal son Elvira Rodríguez, originaria de la ciudad de México, quien se dedica a la venta de trajes típicos, sarapes mexicanos y mandiles fabricados en Corea, Vietnam o China y que cuelga los fines de semana en un alambrado sobre la calle Olympic.
“Yo espero en Dios superarme y seguir adelante; espero que se cumplan mis planes de seguir trabajando”, dijo la mujer, quien debería estar retirada a su edad.
No obstante, la necesidad económica la obligó a buscarse por sí misma el pan de cada día, ya que su esposo Gerardo falleció a los 75 años, en 2019, antes de que se declarara la pandemia mundial del coronavirus.
“Nunca supe de qué murió realmente –mi esposo-, pero cuando él empezó a enfermarse de una fuerte temperatura, los médicos pensaban que tenía dengue. Yo creo que quizás murió por el covid19”, dijo la mujer.
No muy lejos de ella se encontraba el negocio casual de Miguel y María Rojas, una pareja es esposos que emigraron de Guerrero, México.
Ellos se dedican a la venta de todo tipo de adornos navideños, velitas, luces de bengala, figuras para el nacimiento, manteles, juguetes y muñecas.
“Las ventas han bajado mucho esta temporada; quizás a fin de año mejoren”, expresó Miguel, quien trabaja de lunes a viernes en la costura, y los fines de semana ayuda a su esposa porque en casa los esperan cuatro hijos que mantener.