Joven trabajador del servicio postal de EE UU logra residencia exprés para su madre

Es importante declarar impuestos, no tener antecedentes penales y que los hijos tengan un buen empleo para que sean los patrocinadores de sus padres

Mayra Arochi Estrada con su hijo Marco Gómez quien la ayuda a obtener la residencia. (Cortesía Paulina Herrera)

Mayra Arochi Estrada con su hijo Marco Gómez quien la ayuda a obtener la residencia. (Cortesía Paulina Herrera) Crédito: Paulina Herrera | Cortesía

Marco Gómez, un joven trabajador del servicio postal de Estados Unidos, le cumplió el sueño a su madre de salir del limbo migratorio en el que vivió por 26 años para convertirse en residente de este país.

A pesar de la pandemia, el proceso se llevó en menos de un año, su madre no tuvo que ir a una entrevista de migración a Ciudad Juárez ni aquí en Los Ángeles, y no requirió de un patrocinador adicional, ya que fue suficiente con el patrocinio de su hijo mayor.

 “Meses después de que mi hijo cumplió los 21 años, presentamos la petición de residencia”, recuerda Mayra Arochi Estrada, quien cruzó la frontera el 4 de julio de 1995 con una visa de turista.

“Mi novio vivía aquí y me invitó a venir a pasar unos días de vacaciones en Los Ángeles”.

María Arochi Estrada, emocionada con su tarjeta de residencia con la que tanto soñó. (Paulina Herrera/cortesía)

Entonces Mayra tenía 17 años, y vivía en Mazatlán, México. 

“Me dieron permiso por 6 meses, pero mi novio me pidió quedarme”.

Y no solo se quedó sino que tuvo un hijo con su novio. Lo que nunca pensó Mayra es que sería su hijo Marco, quien al cumplir los 21 años, la ayudaría a regularizar su estatus migratorio, algo que nunca hizo su padre, a pesar de ser residente de EE UU.

Esta mexicana, ahora residente permanente, dice que siempre vivió con miedo a una deportación, y a que sus dos hijos se quedaran solos.  Mayra tuvo un segundo hijo con su segundo esposo.

“Vives con miedo a que llegue migración y te lleve. Trataba de estar bien porque pensaba que un día iba a darse el momento de hacerme residente”.

Maria Arochi Estrada es abrazada por su hijo Marco Gómez, cuando el abogado Sergio Siderman le entrega la residencia. (Paulina Herrera/La Opinión)

Cuenta que cuando su hijo cumplió 19 años fue a preguntar, qué podía hacer para que su hijo solicitara su residencia al llegar a los 21 años.

“Fui a la oficina del abogado en migración Sergio Siderman, y ahí me dieron la información. Tenía que presentar mis declaraciones de impuestos de los últimos tres años, mi hijo debía demostrar capacidad económica para ser mi patrocinador; y yo no debía tener delitos”.

Mayra respiró tranquila porque durante sus años en este país se cuidó mucho de no cometer ni el más mínimo. Así que no tenía delito alguno, y había cumplido religiosamente con el pago de impuestos.

“Siempre he trabajado. Actualmente soy mesera en un restaurante Deny’s”.

Y además su hijo Marco ha trabajado en el servicio postal de los Estados Unidos, desde junio de 2020.

“Cumplía con todos los requisitos. Además había entrado con una visa de turista. Lo único que me quedaba era esperar a que mi hijo llegara a los 21 años de edad; y mientras tanto, me puse a juntar todos los papeles”.

El tan esperado día en que su hijo llegó a la mayoría de edad, fue el 5 de octubre de 2020. En abril de 2021, su abogado presentó su solicitud de residencia; y en noviembre de ese mismo año, le llegó su número de seguro social y su permiso de trabajo.

“Desde que presenté la solicitud, sentí que ya podía respirar más tranquila. El abogado me dio una tarjeta con mi número de caso por si durante mi proceso, me paraba Migración, yo se las mostrara”.

Mayra Arochi con su padre de quien no se pudo despedir. (Cortesía)

Pero también dice que al ver que la tarjeta incluía el teléfono del abogado para llamarle si la detenían o se presentaba un problema con las autoridades de migración, la hizo sentir más segura. 

“Sientes que ya hay alguien que te puede defender”.

Fue el último día de enero cuando Mayra recibió su tarjeta de residencia permanente por correo.

“Lloré como 3 días. Se siente tanto bonito ser residente. Siento un descanso. Como si me hubiera quitado de encima una loza muy pesada”.

Su mayor deseo ya como residente, es poder viajar a México a ver a la familia que no ha visto por más de 25 años.

“Quiero ver a mi hermana, a sus hijos, a mis tías. Mi papá y mi abuelita ya fallecieron, sin que yo me pudiera despedir de ellos. Gracias a Dios que mi mamá está ahora conmigo de visita”.

Confía que ahora como residente quiere estudiar algo que se relacione con inversiones para tener un mejor futuro.

“Es muy matado ser mesera, y no quiero serlo toda mi vida”.

Cuando recibió su tarjeta de residencia, dice que emocionada le dio las gracias a su hijo Marco. 

“¡No me digas eso mami, tú te la mereces!”, le respondió.

Mayra cuenta que su hijo además de trabajar en correos, está en el colegio porque quiere estudiar para ser médico veterinario.

Mayra Arochi con su esposo, su hijo mayor y menor. (Cortesía)

A pesar de la pandemia de covid-19, su petición de residencia avanzó muy rápido.

“Presentamos la petición en abril de 2021, y en enero 31 de este año, recibió la residencia. Fueron un total de 8 meses”, explica el abogado Siderman.

“Ayuda mucho para que un caso avance rápido, presentar la petición de residencia y el ajuste del estatus juntos, con todas las evidencias. A veces si no hay suficientes o se entregan completas, eso puede atrasar el caso”.

En el caso de que una persona tenga delitos graves, dice que el inmigrante debe hablar con un abogado experto en leyes criminales para que se los desechen (dismiss en inglés) no para que los borren (expunge en inglés).

“No es lo mismo desechar que borrar. Borrar es cubrir con una sábana los delitos. Eso sirve para fines de pedir trabajo, pero para migración hay que desechar los cargos fuertes. Dismiss y Expunge son dos cosas muy diferentes para migración”.

El abogado Siderman dijo que las condiciones para que los jóvenes soliciten a sus padres indocumentados son más flexibles con la Administración Biden. 

“Eso se nota al ver que el proceso se ha agilizado y puede llevar entre 12 y 18 meses”.

Por lo tanto, recomendó a los muchachos nacidos en Estados Unidos en el 2001 o antes, que busquen la residencia para sus padres indocumentados. 

Mayra Arochi al lado de su esposo y sus dos hijos. (Cortesía)

En el caso de Mayra, dijo que no hubo necesidad de salir del país porque entró de manera legal, pero sí se le consiguió un perdón por estadía ilegal extendida, ya que superó el tiempo que le dieron cuando entró con la visa de turista.

“Es importante la asesoría legal porque aun cuando la Ley de Inmigración puede ser benévola para muchos indocumentados, es difícil entender sus procesos: “Un error pequeño al llenar los formularios puede convertirse en una gran pérdida de tiempo, esfuerzo y dinero”, dijo Siderman, quien recomienda buscar la ayuda de un abogado honesto y registrado en una Barra de Abogados.

Añadió que la razón por la que Mayra no necesitó un patrocinador, es porque su hijo Marco tiene ingresos superiores a los $23,000, la cantidad que marca como mínima el Servicio de Ciudadanía y Migración (USCIS).

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