La familia que luchó contra las llamas del incendio Eaton para salvar su hogar

Gracias a la valentía de un padre e hijo, su casa en Altadena es de las pocas que no se redujo a cenizas

Wiley Calkins y su padre lucharon con mangueras de agua contra las llamas del incendio Eaton.

Wiley Calkins y su padre lucharon con mangueras de agua contra las llamas del incendio Eaton. Crédito: Isaac Ceja | Impremedia

Wiley Calkins y su padre John regaron su propiedad con anticipación, antes de que llegaran las llamas del incendio Eaton que amenazaba el hogar de la familia como a las tres de la mañana del miércoles pasado en Altadena.

“Recuerdo ir manejando por la calle esa noche, había cables de electricidad y fuego por todos lados. Las casas se estaban quemando y un árbol estaba tirado a media calle…”, dijo Wiley, quien finalmente pudo llegar a su hogar a pesar del humo.

Ya en su casa, el joven y su padre se dieron cuenta de las brasas que el incendio iba aventando con ayuda del aire, fue entonces cuando empezaron a luchar contra las llamas con sus mangueras, Wiley en el traspatio y su padre en la entrada del hogar.

Después de detener el fuego por más de tres horas, los dos fueron a las demás casas en su vecindario para ayudar, aunque algunas no se pudieron rescatar. 

Lupita Calkins, madre de Wiley, es de origen mexicano.
Crédito: Isaac Ceja | Impremedia

La propiedad de la familia Calkins, donde han vivido por 22 años, en la calle Calaveras, quedó casi intacta del incendio, excepto en el área de la chimenea en el patio, las cenizas en el techo y por supuesto las ramas de árboles arrancadas por los fuertes vientos que se experimentaron el pasado miércoles.

“Creo que, como mi casa no se quemó, el trauma no será tan fuerte para mí como para mucha gente”, dijo Wiley. “No puedo imaginar lo que está pasando tanta gente, pero estoy muy agradecido de que nuestra familia está bien”. 

A pesar de haber protegido su hogar, Wiley dice que aún ha sido un tiempo difícil por la pérdida del hogar de su tía y las casas de sus vecinos.

Hasta el lunes en la noche, el incendio Eaton en el área de Altadena había quemado más de 14,117 acres de tierra y se estimaba que se tenía un 27% de contención, según Cal Fire

El sábado, el alguacil del condado de Los Ángeles, Robert Luna, anunció que equipos de búsqueda y rescate estaban en el área supervisando la zona.

Además, en el área del incendio Eaton se han confirmado 5 muertes y 11 posibles muertes adicionales están bajo investigación, de acuerdo con un comunicado del médico forense del condado de Los Ángeles. 

El viernes, la guardia nacional de California fue desplegada para ayudar a los oficiales locales con el control del tráfico y la protección de la infraestructura. A la vez se instituyó un toque de queda de 6 pm – 6 am., y por el momento, a los residentes que quedaron fuera del área no les es permitido su regreso.

Fueron pocas las casas que no fueron reducidas a cenizas en la zona afectada de Altadena.
Crédito: Isaac Ceja | Impremedia

La familia Calkins prefiere quedarse en casa ya que no pueden regresar si salen. Desde el miércoles han tenido que lidiar con la falta de los servicios del agua, electricidad y gas.

Lupita Calkins, la madre de la familia, explicó que han tenido electricidad gracias a un generador y el servicio de agua se conectó con baja presión por primera vez el sábado.

“Siempre esperamos un terremoto, es por eso que es mejor estar listo”, dijo Lupita. “Por eso tenía bastante agua, bastantes latas y nos han ayudado muchísimo para algo que nunca esperábamos”.

El martes temprano cuando inició el incendio, la madre de origen mexicano vio el incendio crecer desde la ventana de su cocina, mientras lavaba los trastes; así que en ese momento agarró a sus perros y se alejó de la zona. 

Lupita se había ido a reunir con su hermana y madre que vivían más cerca, justo a donde comenzó el incendio y donde desafortunadamente perdieron su hogar.

Las tres mujeres se quedaron con un familiar en Pomona donde ellas y las mascotas estaban seguras. No fue hasta el jueves que Lupita se reunió con su familia en su casa.

“Sinceramente yo me siento paralizada, no sé qué pasó, estoy muy seria y sin emociones.  Solo estoy haciendo lo que tengo que hacer, pero siento un cansancio que no sé de dónde viene…”, expresa la madre de la familia.

“Es mucha tristeza, todo está muy solo, el vecindario se ve muy callado; extraño a mis vecinitos. Sin los tres niños chiquitos y dos perros grandes y el ruido se extraña”, agrega.

Wiley seguido camina hasta el borde donde queda la Guardia Nacional, pero  sin cruzar al otro lado. Desde ahí sus amigos o familiares les regalan comida para la familia. El sábado por la noche, un vecino los invitó a comer filetes.

Además del apoyo alimentario que la familia ha recibido, Wiley dice que amigos de la secundaria, familiares en México, Nebraska, Kansas y personas con quienes no ha hablado en años se han comunicado con él para darle apoyo emocional.

“Que todos mis amigos se pongan en contacto conmigo significa mucho para mí. Es realmente agradable”, explica. 

El joven subrayó la importancia de reconocer el impacto del cambio climático en comunidades como Altadena.

“Si la gente no cree en el cambio climático, creo que esto debería hacerles cambiar de opinión”, explicó Wiley. “Sé que la gente está culpando a la ciudad entre otras cosas, pero creo que es algo más grave. Este tipo de cosas no deberían ocurrir y es triste ver a gente perder sus hogares, sus vidas y a sus mascotas”. 

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