Vacuna inhalada contra la COVID-19 entra en la fase 2 de ensayos clínicos
Científicos canadienses prueban una vacuna inhalada contra la COVID-19 en un ensayo clínico de fase 2 para reforzar la inmunidad en las vías respiratorias

Los refuerzos actualizados son más efectivos para los adultos más jóvenes. Crédito: WESTOCK PRODUCTIONS | Shutterstock
Investigadores de la Universidad McMaster han puesto en marcha un innovador ensayo clínico de fase 2 para evaluar la eficacia y seguridad de una nueva vacuna inhalada contra la COVID-19. Este estudio, bautizado como AeroVax, representa un avance significativo en la lucha contra el virus, ya que busca optimizar la protección inmunológica al dirigirse directamente a las vías respiratorias, la principal puerta de entrada del SARS-CoV-2.

El proyecto cuenta con una inversión de 8 millones de dólares proporcionada por los Institutos Canadienses de Investigación en Salud (CIHR) y se desarrolla bajo la dirección de los expertos Fiona Smaill y Zhou Xing, del Instituto Michael G. DeGroote para la Investigación de Enfermedades Infecciosas (IIDR) de McMaster. La investigación se llevará a cabo en varias sedes en Canadá y espera reclutar a 350 participantes en centros ubicados en Hamilton, Ottawa y Halifax.
A diferencia de las vacunas tradicionales inyectables, la vacuna inhalada de McMaster ha demostrado en estudios preclínicos y en la fase inicial de ensayos clínicos una respuesta inmune superior. Al administrarse directamente en los pulmones y las vías respiratorias superiores, genera una barrera de defensa más efectiva en el punto de ingreso del virus, lo que podría reducir la frecuencia de infecciones recurrentes.
Según Fiona Smaill, aunque las vacunas de ARNm han sido fundamentales para prevenir hospitalizaciones y muertes, muchas personas siguen experimentando reinfecciones. La investigadora destaca que esta nueva estrategia inmunológica podría cambiar este panorama al reforzar la protección en la zona del cuerpo más vulnerable al virus.
Un aspecto clave de este estudio es su carácter completamente canadiense: desde el diseño de la vacuna hasta su producción en el Laboratorio de Vectores Robert E. Fitzhenry, pasando por todas las fases de evaluación clínica en territorio canadiense. Este esfuerzo nacional refleja el compromiso del país con la innovación en salud y el desarrollo de soluciones autóctonas para combatir la pandemia.

El ensayo clínico sigue un diseño aleatorio y controlado con placebo. De los participantes, dos tercios recibirán la vacuna inhalada, mientras que el tercio restante recibirá un placebo. Ni los voluntarios ni los investigadores sabrán quién pertenece a cada grupo hasta la conclusión del estudio, lo que permitirá evaluar con precisión la efectividad de la vacuna.
Para ser elegibles, los participantes deben tener entre 18 y 65 años, haber recibido al menos tres dosis de una vacuna de ARNm contra la COVID-19 y no haber sido vacunados con AstraZeneca. Además, no deben haber tenido COVID-19 ni haberse vacunado en los tres meses previos a su inscripción, no padecer enfermedades pulmonares y estar disponibles para asistir a las visitas del estudio.
Matthew Miller, director del IIDR y de Global Nexus en McMaster, subraya que todos los medicamentos y vacunas aprobados en la actualidad han pasado por rigurosos ensayos clínicos como este. Destaca que este proceso, altamente regulado y con estricta supervisión, garantiza la seguridad de los participantes y permite obtener datos cruciales sobre la eficacia y posibles efectos secundarios del nuevo inmunizante.
Si los resultados del ensayo son positivos, la vacuna pasará a la fase 3, donde será probada en una población más amplia. De ser aprobada, podría representar un avance significativo en la lucha contra la COVID-19, al ofrecer una alternativa más efectiva y accesible a las vacunas tradicionales.
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