El cuerpo recuerda lo que duele, incluso cuando ya el dolor no está presente
Se llama memoria del dolor. El sistema nervioso puede reinterpretar estímulos no dolorosos como dolorosos en situaciones de memoria afectiva
La memoria y los estados emocionales influyen notablemente en la percepción del dolor. Crédito: one photo | Shutterstock
El dolor cumple una función crucial al alertar sobre posibles lesiones o daños en el cuerpo. Este mecanismo se activa cuando las terminaciones nerviosas detectan estímulos suficientes para generar una respuesta nociceptiva. Según el Dr. Jordi Serra, jefe de la Unidad de Tratamiento del Dolor del Hospital Universitari Dexeus de Barcelona, en España, el dolor afecta no solo a la percepción física, sino que también involucra respuestas emocionales.
La intensidad del dolor varía entre individuos debido a factores biológicos, emocionales y sociales. El Dr. Serra explica a EFE que la experiencia del dolor es única para cada persona, influenciada por su historia personal y circunstancias actuales.
El dolor “se vincula con la memoria y con las funciones cognitivas, ya que a través del dolor aprendemos qué situaciones o qué acciones son peligrosas”, precisa,
Clasificación y medición del dolor
El dolor se clasifica típicamente en agudo y crónico, y dentro de este último, se puede subdividir en primario y secundario. La medición del dolor se realiza a través de escalas de autoevaluación, aunque la objetividad de estas herramientas aún es limitada.
“Insistimos en esta definición, en que el dolor crónico puede ser una enfermedad en sí (dolor crónico primario), o estar asociado a una enfermedad subyacente (dolor crónico secundario). El dolor agudo se considera que está limitado en el tiempo y asociado con daño tisular o procesos médicos recientes”, agrega el especialista en medicina del dolor.
Por otra parte, existe un grupo reducido de personas que sufre de analgesia congénita, un trastorno hereditario que impide la sensación de dolor. Esto presenta riesgos significativos, ya que estas personas pueden subestimar lesiones peligrosas.
El impacto de la memoria y las emociones
La memoria y los estados emocionales influyen notablemente en la percepción del dolor. El Dr. Serra señala que el sistema nervioso puede reinterpretar estímulos no dolorosos como dolorosos en situaciones de memoria afectiva, mostrando la complejidad de esta experiencia humana.
“En algunos casos de dolor crónico, rebelde a todos los tratamientos, se hace referencia la memoria del dolor como una consecuencia de la neuroplasticidad del sistema nervioso, que reconvierte y redirige estímulos no dolorosos hacia áreas donde estos estímulos son interpretados como si lo fueran”, remarca.
El dolor del miembro fantasma
El tema del dolor es tan complejo que, incluso, entre los tipos de dolor se encuentra uno menos común, denominado síndrome del miembro fantasma, donde una persona experimenta dolor en una extremidad que ya ha sido amputada.
Este fenómeno es resultado de múltiples interacciones neurológicas y es un área de estudio activo en la medicina del dolor.
Cómo afecta el dolor crónico la calidad de vida
Las implicaciones psicológicas del dolor crónico en la calidad de vida de una persona son profundas y multifacéticas, afectando tanto la salud mental como la vida social y funcional del individuo.
El dolor crónico genera un estado de alerta constante que disminuye la motivación, altera el sueño y provoca un impacto negativo en el equilibrio emocional. Entre el 30% y 50% de las personas que lo padecen desarrollan trastornos de ansiedad o depresión, con síntomas como tristeza persistente, desesperanza, dificultad de concentración y miedo al futuro. Además, puede presentarse un deterioro cognitivo conocido como “niebla mental”, que afecta la memoria y la atención. En algunos casos extremos, el dolor puede contribuir a un trastorno psiquiátrico que agrava el sufrimiento emocional y físico.
Incluso, el dolor crónico lleva a muchas personas a evitar actividades sociales por fatiga o miedo a incomodar, lo que genera aislamiento social y una sensación de soledad. Esto afecta la autoestima y deteriora las relaciones familiares y personales. La disminución de la actividad física, falta de independencia y reducción del ocio contribuyen a empeorar la calidad de vida. Además, el dolor crónico puede traducirse en problemas económicos debido a la incapacidad laboral y aumento de los costos sanitarios.
Pacientes con dolor crónico pueden presentar rasgos de personalidad asociados a mayor sensibilidad al dolor, como ansiedad, rasgos ciclotímicos, histéricos, hipocondríacos y obsesivos, junto con neuroticismo que produce pensamientos catastrofistas y amplifica la percepción negativa del dolor. Estos factores psicológicos influyen en la intensidad y duración del dolor, creando un círculo vicioso que dificulta la recuperación.
Para mitigar estas consecuencias, los especialistas recomiendan un abordaje multidisciplinar que incluya tratamiento médico y apoyo psicológico. Terapias cognitivo-conductuales son efectivas para modular la percepción del dolor, disminuir la ansiedad y la depresión, mejorando así el bienestar general y la calidad de vida.
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