Acción de Gracias por la resistencia y la solidaridad
El gobierno de Trump ha desencadenado una guerra sin cuartel contra los inmigrantes
Las redadas de ICE han alterado la vida de las comunidades agrícolas de California. Crédito: Damian Dovarganes | AP
Esta es sin duda una de las celebraciones de Acción de Gracias más difíciles para las familias inmigrantes o de situación migratoria mixta separadas de sus seres queridos por la cruzada de detenciones y deportaciones de Donald Trump, o que viven con el temor constante a la división familiar y al disloque de vidas, planes y futuro.
Cada año escribo una columna de Acción de Gracias en el contexto migratorio, y este año es especialmente difícil ahora que se concretó con creces lo que el año pasado era apenas una amenaza. El gobierno de Trump ha desencadenado una guerra sin cuartel contra los inmigrantes y contra quienes “lucen” extranjeros, así sean ciudadanos, con el fin de conducir 3,000 arrestos diarios para sacar a “criminales” del país.
Pero la mayor parte de los detenidos y deportados no tienen historial delictivo. Entre esos hay trabajadores agrícolas, aunque no se tienen cifras específicas sobre cuántos han sido detenidos y deportados. Los agricultores han solicitado que se les exima de los operativos, pero la realidad es que los agentes de ICE y de la Patrulla Fronteriza que conducen violentas redadas a través del país están presentes en las comunidades agrícolas y quizá no detengan a una persona en el campo, pero lo hacen en una intervención de tránsito o en alguna tienda.
En medio de este caos hay que dar gracias por esos trabajadores inmigrantes que a pesar de la amenaza de la detención y deportación siguen trabajando, y en el proceso, facilitando la vida de todos, como los trabajadores agrícolas que siembran, cosechan, recogen, sortean, procesan y empacan los alimentos que comemos.
Lo que muchos se preguntan es cuántos de esos trabajadores agrícolas optarán por no regresar a los campos, ya que son trabajadores de temporada. Cuántos decidirán que no vale la pena seguir arriesgándose a ser arrestados y separados de sus familias. Cuántos optarán por autodeportarse a sus países de origen.
Es un drama humano que tiene serias repercusiones económicas, no solo para el agricultor y su cosecha, sino para el consumidor y los precios y la disponibilidad de productos. Y también para los negocios de las comunidades que se sustentan con la actividad económica que generan esos trabajadores y sus familias.
CalMatters reportó cómo las redadas han alterado la vida de las comunidades agrícolas de California, estado que produce 90% de las fresas en Estados Unidos, 80% de las almendras y 75% de las lechugas. Dos terceras partes de los trabajadores agrícolas de California son inmigrantes y una cuarta parte son indocumentados.
La pieza señala que los operativos ya han dejado sentir su efecto en la economía de lugares como Firebaugh. El administrador de la ciudad, Ben Gallegos, lo resumió así:
“Necesitamos a esas personas (los trabajadores agrícolas) para impulsar nuestra comunidad Son ellos los que comen en nuestros restaurantes locales, son ellos los que compran en nuestras tiendas locales. Sin ellos, ¿qué hacemos?”
Se calcula que en Estados Unidos laboran 2.4 millones de trabajadores agrícolas y de estos, el 71% son inmigrantes. Y al menos entre el 40% y el 50% son indocumentados.
Estos son la espina dorsal de la producción agrícola del país pues poseen destrezas, práctica y experiencia que les permite conducir con rapidez y eficiencia un trabajo duro y complicado sin obtener la remuneración justa y bajo duras condiciones de vivienda. Y ahora el terror a las redadas y las deportaciones complica su situación, pero en realidad la de todos por la conexión entre su valioso trabajo y el suministro de los alimentos que consumimos.
A pesar de los golpes y las vicisitudes que este primer año del gobierno de Trump ha traído consigo, todavía hay cosas que agradecer.
Gracias por la comunidad y los vecinos que han salido en defensa de esos inmigrantes que son sus familiares, vecinos, amigos o clientes. Gracias por los grupos locales base que incansablemente ayudan a una comunidad inmigrante bajo constante ataque, Por los grupos nacionales que llevan los casos legales para frenar en tribunales muchos de estos abusos, los que proveen asistencia legal y orientan a los trabajadores y sus familias, los que mantienen al país informado denunciando los abusos. Gracias por las iglesias y todas las instituciones sin fines de lucro que han asistido a los inmigrantes para proveerles alimentos y apoyo moral.
Hay que dar gracias por la resistencia y la solidaridad.
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