No todas las deudas son malas

La deuda como estrategia económica puede ser puntal de tu vida financiera

Aunque suene un poco extraño, lo cierto es que hay deudas malas y deudas buenas. Estas últimas, manejadas con inteligencia, pueden sernos de tremenda ayuda en la búsqueda de una estabilidad financiera.

Pero hay que saber diferenciar bien estos dos tipos de deudas, lo cual, según el experto en finanzas David Rich, es muy sencillo: “Todo lo que baja de valor inmediatamente después de haberlo comprado y no tiene potencial para aumentarlo, es una deuda mala”, asegura.

Por el contrario, una deuda buena es aquella que crea valor, es decir, que a largo plazo produce riqueza: préstamos para estudios superiores, préstamos hipotecarios, préstamos de refinanciamiento para salir de tasas excesivamente altas y préstamos comerciales. También son beneficiosas las deudas deducibles de impuestos, las que se usan para comprar acciones, bonos y otras inversiones que producen buenas ganancias, y las deudas que nos permiten reducir deudas malas que ya tenemos.

Por ejemplo: digamos que estás endeudado hasta el cuello con una tarjeta de crédito que te cobra un 17% de interés… pero vives en una casa por la que el banco te podría ofrecer un préstamo sobre el valor de la propiedad (equity loan) al 6% de interés que, además, es deducible de impuestos. ¡Ni hablar! Sin duda que la deuda del préstamo será mucho mejor que la terrible deuda de la tarjeta de crédito.

Mientras que una deuda de tarjeta de crédito con una tasa alta y pagos al mínimo es de lo pero que se puede tener, un ejemplo curioso de deuda “entre buena y mala” es la de la compra de un auto. Casi todos tenemos que pedir dinero para adquirir un transporte, pero este es un gasto en el que a veces incurrimos innecesariamente.

Si el auto nuevo gastará mucha menos gasolina que el actual, quizás vale la pena la deuda (si estás seguro de que puedes cumplir con los pagos mensuales), sobre todo en estos tiempos en que el combustible está por las nubes. Pero si estás apretado de dinero y tienes que salir corriendo a pedir prestados $40,000 para comprar un auto -cuando en realidad resolverías bien con uno de $25,000-, ese es un mal negocio. Y recuerda: pocas cosas pierden tanto valor como un vehículo.

Frente a esto, una deuda buena es la del inquilino que paga $25,000 al año, y establece un préstamo hipotecario de tasa reducida en el que pagará $18,000 para comprar casa propia. Antes, perdía todo su dinero; ahora, de propietario, sus pagos de la deuda le crean riqueza en el valor acumulado de su casa.

Como ves, aprender a distinguir las deudas ventajosas de las negativas puede tener un impacto enorme en tu vida financiera. No dejes que las deudas te cohIban de hacer buenas inversiones en tus finanzas, pero tampoco te entregues a ellas sin pensarlo.

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