AMLO va de nuevo

Las fotos lo dicen todo: En ellas se les ve sonrientes, abrazados y con un brillo especial en los ojos. Finalmente, parecen decir, se logró el objetivo principal: que la izquierda no se fracturara y pudiera elegir al candidato mejor posicionado para las elecciones presidenciales de México en 2012.

De los dos, por supuesto, López Obrador es el que se muestra más complacido, no sólo porque los resultados de la encuesta lo favorecieron sino por el apoyo irrestricto de su otrora rival, Marcelo Ebrard. Sus declaraciones no dejan lugar a dudas:

“Ebrard, además de ser un buen amigo, es un dirigente político excepcional. Ha demostrado con hechos poner por encima de sus legítimas aspiraciones, los anhelos de miles de mexicanos de que con la unidad de izquierda se facilite, sea posible la transformación de la vida pública. Vamos todos juntos, sin odios, sin rencores a construir una república amorosa con dimensión social y con grandeza espiritual”, aseguró el tabasqueño.

Las muestras de agradecimiento de AMLO hacia Ebrard son más que comprensibles. Aunque en público siempre manifestaron una actitud de respeto mutuo, las ambiciones políticas de Ebrard y el hecho de que, a raíz de que asumió la jefatura del gobierno del Distrito Federal sus bonos empezaran a subir como la espuma, hicieron temer a muchos que podría darse un rompimiento dentro del PRD.

Finalmente esto no sucedió. Ebrard aceptó sin problema su derrota e incluso fue más allá al proponer la creación de un frente progresista amplio para que la izquierda logre el ansiado sueño de llegar a Los Pinos.

No todos, obviamente, han quedado conformes. El exdirigente nacional perredista, Jesús Ortega, aseguró que los resultados de la encuesta no fueron contundentes pues se basaron en una diferencia muy estrecha. Dijo además que la candidatura de AMLO no favorece el proyecto más viable para el país, pues se necesita una visión “plural e incluyente”. Aun así, manifestó que apoyará a López Obrador.

Pero más allá de estas divergencias es claro que el triunfo de AMLO demuestra que tiene un mayor reconocimiento de nombre que Ebrard, sobre todo porque aún está fresca en la memoria del país su candidatura presidencial y el movimiento que encabezó después para denunciar que había sido víctima de un fraude electoral.

Ahora, seis años después, tendrá de nuevo la oportunidad de cumplir la meta de convertirse en presidente. Las condiciones, por supuesto, serán distintas a las que enfrentó cuando contendió contra Felipe Calderón y Roberto Madrazo. En esa época, su principal enemigo fue el entonces presidente Vicente Fox, quien trató por todos los medios de ponerle piedras en el camino. Al final, Calderón se impuso, pero su triunfo estuvo empañado por múltiples denuncias de irregularidades.

El mayor reto para AMLO no provendrá ahora de la presidencia sino del PRI, que está seguro de que reconquistará el poder con Enrique Peña Nieto. el favorito en todas las encuestas. Existe, sin embargo, otro enemigo aún más poderoso contra el que López Obrador deberá luchar: el de la imagen de extremista y “mesías tropical” que le crearon sus rivales políticos y que tanto daño le hizo en las pasadas elecciones.

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