Homegirl Café cambia vidas

El restaurante da una segunda oportunidad a expandilleras

El Homegirl Café emplea principalmente a mujeres, la mayoría expandilleras o adictas de Boyle Heights, y les ofrece un programa de capacitación que les permite hacer una pasantía en otros restaurantes.

El Homegirl Café emplea principalmente a mujeres, la mayoría expandilleras o adictas de Boyle Heights, y les ofrece un programa de capacitación que les permite hacer una pasantía en otros restaurantes. Crédito: Jonathan Olivares / Pulso de Boyle Heights

Con las iniciales en cursiva tatuadas a los costados de los ojos y una sonrisa en su rostro, Dulce González, de 22 años, habla sobre las dificultades de su vida. El año antepasado estuvo en la cárcel por posesión de drogas y armas. Con dos hijos que criar y sin nadie más a quien recurrir, González se comunicó con el padre Gregory Boyle, sacerdote de la parroquia Dolores Mission.

Boyle, fundador de Homeboy Industries, no dudó un minuto en ofrecerle una segunda oportunidad. González comenzó a trabajar en Homegirl Café en diciembre de 2010.

“El Café me ha ayudado mucho”, dice González. “Me mantengo alejada de mi barrio y me concentro en lo que debo de hacer y en seguir adelante”.

En los seis años de existencia del café, cientos de chicas han tenido la misma oportunidad para cambiar sus vidas.

La chef Pati Zárate fundó Homegirl Café en 2006 con solamente una docena de chicas jóvenes. La decisión de Zárate de abrir el café surgió gracias a su pasión por la comida y su compromiso con Boyle Heights. Mientras trabajaba como secretaria del padre Boyle, también dedicaba parte de su tiempo a preparar comidas caseras para la comunidad. Además, había abierto su propio restaurante, El Zarape, que más tarde se llamó Plaza Café, ubicado en las calles First y Boyle, y comenzó a contratar a las chicas del barrio, que eran antiguas pandilleras. El Zarape nunca se convirtió en una empresa rentable, pero les dio una idea a Zárate y al padre Boyle sobre cómo ayudar a chicas en dificultades.

Desde el comienzo, Zárate supo cuál era el principal objetivo del restaurante. “El Café es un lugar donde las chicas se transforman”, dice. “No es solamente un lugar de trabajo. Es también un lugar de sanación, un lugar para rearmar la vida”.

Homegirl Café es una división de Homeboy Industries y su misión es ayudar a expandilleras en riesgo a reinsertarse en la comunidad a través de educación y capacitación en las artes culinarias. Los requisitos para obtener empleo en las tres empresas de Homeboy Industries son los mismos: el aspirante ha estado en la cárcel, forma parte de una pandilla o es adicto. La mayoría de los empleados cumple con los tres criterios.

Hace tres años que la encargada Erika Cuellar trabaja en el Café. Su trabajo es muy diferente a las tareas típicas de un encargado de restaurantes. Ella juega el papel de “terapeuta, madre, hermana, capacitadora y encargada”.

Los desafíos de su trabajo, afirma, están muy relacionados con los antecedentes de las chicas. “Eran enemigas en las calles”, señala. “Pero eso deben dejarlo en la puerta antes de entrar?y comienzan a nacer amistades nuevas”.

Para González, el Café ayuda a hacer “lo que debo hacer, que es cuidar de mí misma y de mis dos hijos”, señala.

Esta es una historia que se repite entre las empleadas del Café. Para muchas madres solteras, expandilleras y adictas en recuperación, el Café ofrece el aliento y la esperanza que necesitan para lograr una vida mejor, además de un plato de comida.

A los ojos del visitante ocasional, Homegirl Café puede parecerse a cualquier otro restaurante de Los Ángeles. Sin embargo, casi todas las personas que trabajan en el café son mujeres, y la mayoría de ellas tiene entre 20 y 30 años. También están los tatuajes de las empleadas y la dureza de sus rostros. Para muchas, este trabajo es lo único que las mantiene lejos de los problemas.

Homegirl Café tiene un sistema disciplinario particular. La mayoría de los lugares de trabajo se basa en un sistema de tres advertencias, pero el Café tiene un sistema de 11 advertencias.

“Incluso así es difícil que las chicas no reciban las 11 advertencias”, dice Cuéllar.

Cada empleada tiene asignada una persona encargada de su caso. Las empleadas también se apoyan y se ayudan entre ellas. Adela Juárez, de 40 años, la recepcionista en el restaurante, es como una tutora para algunas. Les dice, “Tú puedes alcanzar tu meta. Nunca es demasiado tarde”.

A lo largo de los años, el Café ha tenido muchos cambios, entre ellos la mudanza a un lugar más aireado y moderno en Chinatown, centra del centro de Los Ángeles, junto con el resto de Homeboy Industries. Uno de los últimos cambios fue el lanzamiento en septiembre de 2010 de un programa de capacitación de un año de duración orientado a darles a las chicas las habilidades necesarias para trabajar en otros sitios.

El programa hace énfasis en habilidades técnicas y el desarrollo de un sentido de autodeterminación y confianza. Las empleadas rotan entre 8 y 10 estaciones durante un período de dos meses.

Al final de la capacitación, las chicas pueden hacer una pasantía en un restaurante que participe del programa. Algunos de estos restaurantes son Border Grill, BLD, Black Cat Bakery y Greenleaf Gourmet Chop Shop. “Les damos las herramientas necesarias para que puedan seguir adelante, pero nunca las echamos”, dice Cuéllar.

Si bien en el pasado no se llevaba registro formal del paradero de las exempleadas del Café, unas 50 chicas pasan por el programa todos los años, afirma Zárate. El café ahora cuenta con una coordinadora para la preparación laboral que estará a cargo de las “relaciones con las exempleadas” y llevará un registro sobre las vidas de las chicas.

En 2010, las dificultades financieras obligaron a Homeboy Industries a despedir a 313 de sus 427 empleados. Con donaciones, subsidios y un nuevo contrato con la ciudad, Homeboy Industries volvió a contratar a muchos de sus trabajadores, y ahora tiene casi 300 empleados.

Si bien el café no es rentable, está aumentando sus ingresos. Pero el padre Boyle señala que el objetivo principal no es hacer dinero. “No es como un restaurante común”, dice, “donde trabajan unas 10 personas”. El café hoy emplea a 40 personas.

El objetivo del Café, dice el padre Boyle, es crear una familia. Cuando las chicas continúan con sus vidas, tienden a mantenerse en contacto. “Todas vuelven”, dice? igual que cuando nosotros visitamos a nuestra familia y nos preparan comida casera y nuestra mamá nos recibe con un gran abrazo”.

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