Voz del que necesita

Nadia Cantuña aboga por los desfavorecidos

Nadia Cantuña

Nadia Cantuña Crédito: Suministrada

Desde muy pequeña, Nadia Cantuña sabía que, hiciera lo que hiciera, se dedicaría a ayudar a los que más necesitan.

“Mi papá dice que yo sería una voz para los que no tienen; siento que soy una abogada de la gente”, dijo Cantuña, quien, como era de esperarse, estudió una licenciatura en sociología y antropología y posee un doctorado en jurisprudencia.

Y aunque por sus credenciales pudo haber elegido un empleo bastante bien remunerado, optó por una organización sin fines de lucro, donde actualmente se desempeña. Cantuña, de 30 años e hija de ecuatorianos, es la directora asistente del programa de ayuda de Leeza’s Place de Sherman Oaks, que pertenece a la Leeza Gibbons Memory Foundation.

En enero de 2011, sin que nadie se lo pidiera, a Cantuña se le ocurrió lanzar un programa de ayuda a personas que tienen familiares con Alzheimer, demencia o que han perdido la memoria.

Desde entonces, esta es la única oficina, de las cuatro que tiene la fundación en el país, que ofrece recursos y apoyo en español. Las reuniones son los segundos sábados de cada mes a las 10:30 am en Leeza’s Place de Sherman Oaks.

“Me di cuenta de que había pocos recursos para los latinos, que era difícil navegar en el sistema [de ayuda]”, dijo Cantuña.

En la familia de Cantuña no hay casos de Alzheimer o demencia, pero se interesó en este mal porque siempre le ha gustado ayudar a la gente mayor.

“Me di cuenta de que no había mucha información sobre esta enfermedad ni sobre los recursos que ofrece Medical, o los beneficios de inhabilitación”, dijo Cantuña, quien para estas fechas espera el nacimiento de su primer hijo, que será una niña.

Cuando Cantuña vio que había mucha necesidad entre los latinos por saber de estos males, comenzó a ir a lugares públicos para promover el programa, que también consiste en un taller educativo que se ofrece los cuartos sábados de cada mes.

El programa cuenta con unos 20 miembros, una cantidad que impresiona a Cantuña porque ni ella ni sus supervisores se imaginaron que iban a tener tanto éxito.

“Me pregunto a dónde iría esta gente si no existiera el programa, ¿qué haría?”, sostuvo Cantuña, quien para su ausencia por maternidad preparó un manual y a un voluntario para que no se deje de impartir el programa.

“Si ayudo a una persona o a una familia, eso me da más pasión para seguir adelante”, dijo.

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