Deporte y cultura en 4 ruedas: la patineta
La patineta también es una cultura, una forma de expresión y de identidad que crea una unión especial y suaviza las tensiones raciales
Para muchos jóvenes de Boyle Heights la patineta comienza como un pasatiempo. Pero después, muchos descubren que la patineta también es una cultura, una forma de expresión y de identidad que crea una unión especial y suaviza las tensiones raciales.
Pertenecer al mundo de la patineta ofrece oportunidades para socializar y hacer amistades con personas que de otra forma nunca se conocerían. Ese es el caso de Armando González, residente de Boyle Heights, que comenzó a andar en patineta cuando era un adolescente. Veinte años después, su pasión por el deporte lo motivó a abrir las puertas de Soul Skating, una tienda de patineta ubicada en Boyle Avenue y Whittier Boulevard.
“Me gusta conocer a todos los jóvenes que visitan nuestro vecindario y provienen de otros lugares”, dice González, de 37 años. “Creo que el mundo de la patineta está muy relacionado con la cultura, el arte y la creatividad”.
Para muchos jóvenes la patineta es una forma de pasar el tiempo libre en el vecindario. Muchos pasan horas en Hollenbeck Skate Park que en el año 2009 fue remodelado por la Fundación Rob Dyrdek. La patineta también les ofrece a los jóvenes la oportunidad de explorar nuevas partes de la comunidad y hacer ejercicio.
Latinos, blancos, negros y asiáticos de ambos sexos son parte de la gran diversidad de personas en Boyle Heights que comparten la pasión por la patineta. A lo largo de los años, la patineta ha logrado contar con más apoyo de la comunidad. Este deporte también hizo que otras personas se acercaran al vecindario con sus patinetas.
Thomas (Tommy) López, de 15 años, practica este deporte en Boyle Heights y ha sido testigo de los cambios.
“Desde que remodelaron el parque para patinetas, muchas más personas comenzaron a venir; muchos blancos de otras zonas como Venice”, dice López. “Si no fuera por la patineta, a la mayoría de mis amigos probablemente no los hubiera conocido”.
Hace poco tiempo, durante un sábado por la mañana en Hollenbeck Skate Park, los jóvenes con sus patinetas admiraban el estilo de un patinador a quien no conocían. Rubio y de cabello largo, parecía tener un repertorio de piruetas muy difíciles. Se llamaba Kodi Napolitano.
Napolitano, de 19 años, que es propietario de una pequeña empresa de patinetas, Paper Chasing Productions Skate Shop, se mudó a California desde Syracuse, Nueva York, ya que allí la nieve no le permite andar en patineta durante el invierno. Un amigo le contó sobre todos los buenos lugares para andar en patineta, entre ellos Boyle Heights, y le entusiasmó mucho la idea de probar su suerte.
Napolitano es una de las tantas personas ajenas a la comunidad que visitan Boyle Heights para andar en patineta.
Desde que González abrió su tienda Soul Skating en Boyle Heights en el año 2010, se convirtió en un lugar que frecuentan los jóvenes que andan en patineta, donde además pueden leer el último número de Transworld Skateboarding Magazine. La tienda de patinetas está decorada con coloridas pinturas de artistas locales y patinetas que cuelgan de las paredes. La tienda patrocina a cuatro patinadores locales y González también está produciendo una película sobre patinetas.
“La patineta es un deporte lleno de diversión y pasión, además de que genera un sentido de comunidad, una hermandad que espero sea compartida tanto por chicos como chicas”, dice González.
González también organiza eventos a fin de generar una percepción positiva sobre la patineta y evitar que se vea como una amenaza. Algunos miembros de la comunidad consideran a los jóvenes en patinetas como adolescentes delincuentes o rebeldes que buscan problemas e invaden la propiedad privada, una imagen que se reforzó cuando algunos patinadores dañaron las escuelas locales y la Plaza Mariachi.
Los patinadores se quejan de que estas percepciones erróneas los han convertido en blancos para la policía.
La policía acude al lugar cuando en la denuncia se dice que “hay un grupo de jóvenes en patineta y las personas no pueden circular por allí”, señala el sargento John Walker de la Comisaría Hollenbeck. La policía también interviene si los jóvenes en patineta “destruyen la propiedad o hacen maniobras peligrosas en las que puedan lesionarse”, dice.
Si bien no es común ver a las chicas andar en patineta, la cantidad que practican este deporte ha aumentado con el paso de los años. Las chicas en patinetas son cada vez más aceptadas, pero todavía siguen teniendo dificultades para que se las tome en serio en este deporte que sigue dominado por los hombres.
Kelly Benítez, de 17 años, hace cuatro años que anda en patineta. Formó un equipo de patineta femenino para demostrar que no hay diferencia entre la forma en que patinan los chicos y las chicas.
“Teníamos un grupo con chicos, pero hubo algunos problemas, entonces decidimos comenzar nuestro propio grupo solo de chicas”, señala Benítez. “Lo veo como una cultura? nos enseñamos unas a otras y nos ayudamos mutuamente”.