Zona de Juego: Paren este carrusel

“Papi, ¿me subes a los caballitos?”.

– ¿Otra vez? Cada que venimos al parque te subes al carrusel. ¿Qué no te aburre?

“No, yo quiero subirme a los caballitos”.

– Mira, hay otros juegos nuevos, emocionantes y más divertidos.

“Pero a mí me gusta el carrusel. Ándale, súbeme”.

– Ya te has subido tantas veces a esos caballos que hasta ya les pusiste apodos. Que si el “Jefe”, que si el “Bigotón”, que si el “Ojitos”.

“Ajá, ésos son los que más me gustan”.

– ¿Pero no te das cuenta que esos caballos ya están viejos, cascados y oxidados?

“Pues yo me quiero subir”.

A final de cuentas, el niño se salió con la suya y al papá no le quedó más que pagar la vuelta al carrusel lleno de caballos maltrechos y listos para reciclar.

Esta anécdota se ajusta perfectamente a la realidad del futbol mexicano en donde los entrenadores dan una y otra vuelta en el carrusel de los 18 equipos de la Primera División.

Es increíble que en el balompié azteca existan directores técnicos que ya no aportan nada nuevo, pero que siguen siendo contratados con sueldos estratosféricos.

Enrique Meza, quien regresa por tercera vez a los Diablos Rojos del Toluca, se quedó atascado en un sistema que le dio triunfos y gloria, pero que ya no funciona.

El discurso de Ricardo La Volpe, que por tercera vez se hará cargo del Atlante, está completamente desgastado.

Ricardo Ferretti, actual entrenador de los Tigres, ya tiene 20 años dando vueltas en diferentes equipos utilizando el mismo esquema mezquino que le permite sumar puntos para seguir facturando.

Rubén Omar Romano, recientemente contratado por Morelia, ha sido entrenador de 10 equipos del futbol mexicano, nunca ha ganado nada, y aun así los dueños del balón lo siguen viendo como un mesías.

La lista de entrenadores acabados que ya no aportan ni enseñan nada es larga.

Para llegar a ser una Liga de primer nivel, como se pretende, el futbol mexicano requiere urgentemente de renovar su baraja de directores técnicos.

Reciclar entrenadores propicia que los equipos se queden estancados y no abran las puertas de la modernidad en cuanto a la forma de jugar se refiere.

La solución tampoco está en contratar entrenadores extranjeros, ya que los resultados de éstos en México han sido malos, bueno, malísimos, diría yo.

Hace mucho tiempo que a territorio azteca no llega un entrenador diferente, con ideas modernas de cómo atacar y defender.

El último fue el holandés Leo Beenhakker en su primera aparición al frente de las Águilas del América, pero de eso ya pasaron más de 25 años.

En ninguna Liga del primer mundo se presenta el fenómeno de reciclaje de estrategas que se ve en México.

En España, Italia, Inglaterra, no existen entrenadores que hayan trabajado para 10 equipos de la misma Liga.

Los clubes mexicanos deben tomar el riesgo de darle las riendas de sus plantillas a jóvenes preparados que inicien un movimiento de vanguardia en la dirección técnica.

Alguien por ahí tuvo la idea de contratar a un joven sin experiencia pero que pintaba para ser un buen estratega.

El Barcelona le atinó, Pep Guardiola nunca estuvo en el carrusel de los caballos viejos, cansados y descarapelados, y se convirtió en el mejor del mundo.

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