Aprendices de inglés son segregados
ACLU inició una demanda a nombre de estudiantes hispanos
Estudiantes del Distrito Escolar Unificado de Dinuba (DUSD) aparentemente están siendo segregados a través de un programa de aprendizaje del idioma inglés, lo que llevó ayer a la Unión Americana para las Libertades Civiles (ACLU) a interponer una demanda en contra de las autoridades de educación del estado.
El DUSD ha estado aplicando un programa llamado SLADI (Structured Language Acquisition Development Instruction) a través del cual los estudiantes latinos o inmigrantes que no saben inglés son separados para enseñarles el idioma, pero a decir de los abogados de ACLU, no les están enseñando a comunicarse o leer en inglés, y no les dan acceso al plan de estudios completo que ordena el estado de California.
La demanda es la primera en su tipo y de acuerdo con el abogado de ACLU, Mark Rosenbaum, este tipo de programa pudiera estar aplicándose en otros distritos escolares.
“Es la primera demanda, tanto en el estado como en el país, que se presenta por la forma en que se está enseñando inglés y que pide que el estado tome responsabilidad”, señaló.
Para Rosenbaum, esta demanda pudiera ser la primera pieza del efecto dominó que revele la existencia de programas similares de segregación estudiantil.
“No creo que este programa en particular esté funcionando en Los Ángeles, pero hay muchos programas que están funcionando día a día que habría que revisar”, mencionó.
El programa SLADI, explicó Rosebaum, es como intentar enseñar a los estudiantes a nadar sólo haciéndolos memorizar la fórmula química del agua.
Uno de cada cuatro alumnos de escuelas públicas en California son aprendices de inglés, pero sólo el 2% de los estudiantes de octavo grado resultaron competentes en el examen nacional de lectura, destacó el abogado de ACLU.
Tres cuartas partes de los estudiantes de secundaria, recalcó, tuvieron calificaciones por debajo del promedio básico en sus clases de inglés, es decir, están reprobados.
Rosenbaum mencionó que deberían ser la Junta Estatal de Educación y el Departamento de Educación de California (CDE) quienes reciban notas reprobatorias.
La ACLU llegó a esta demanda luego de revisar el programa que por los últimos tres años se ha aplicado en las escuelas públicas de Dinuba a estudiantes de primero a tercer grado con la aprobación del Departamento de Educación de California.
La demanda, que busca una reforma en el sistema de enseñanza del inglés, se mencionan como responsables al superintendente estatal, Tom Torlakson, a los miembros de la Junta Estatal de Educación, al CDE y al DUSD.
Tina Jung, vocera del CDE, dijo que aún se están revisando los alegatos planteados en la acción judicial.
“Es lamentable que las partes optaron por presentar una demanda en lugar de hacer un esfuerzo de buena fe para reunirse con las autoridades escolares y atender estas inquietudes”, indicó.
Bajo el liderazgo del superintendente Torlakson, agregó Jung, el CDE está trabajando para ayudar a los distritos escolares a satisfacer las necesidades de los estudiantes de inglés.
Joe Hernández, superintendente del DUSD, indicó que aún no han revisado la demanda y que en el buen ánimo de trabajar con la ACLU, no harían comentarios al respecto.
“Hoy (ayer) tuvimos una conversación productiva con las partes y hemos acordado trabajar juntos y de buena fe para evitar un litigio costoso”, añadió Hernández.
La demanda representa a padres y maestros de Dinuba, quienes consideran que a sus hijos y alumnos les están violando su derecho de igualdad de acceso a la educación.
Nicole Ochi, abogada del Asian Pacific American Legal Center (APALC), indicó que este asunto es una preocupación en todas las comunidades inmigrantes para que los niños puedan tener acceso a educación de calidad.
Para Jessica Price, abogada de ACLU, el programa SLADI debe desaparecer porque se trata de un evidente caso de segregación que está afectando a cientos de niños, en su mayoría latinos.
Todos los días, por dos horas y media, los niños que apenas están aprendiendo inglés son llevados a otras aulas donde los obligan a memorizar reglas de gramáticas y sin un método eficiente que integre la comunicación entre ellos y la lectura.
“Con este programa”, indicó Price, “los niños no están aprendiendo ni el abecedario”.