Spider-Man renace con maestría
The Amazing Spider-Man relanza de forma impecable la franquicia del Hombre Araña con Andrew Garfield y Emma Stone
Andrew Garfield (Spider-Man) y Emma Stone (Gwen Stacy) son las estrellas de 'The Amazing Spider-Man', que se estrenó anoche. Crédito: Columbia Pictures
Voy a decirlo ya de entrada: no sé si un relanzamiento de la franquicia de Spider-Man era necesario diez años después de que el actor Tobey Maguire y el director Sam Raimi dieran inicio a su trilogía que culminó hace solo cinco años.
Lo que sí puedo afirmar es que el resultado, The Amazing Spider-Man, no es solamente una película extraordinaria, sino que además, mejora considerablemente la primera entrega de dicho dúo (Spider-Man 2, estrenada en 2004, sigue siendo un referente indiscutible en la saga, mientras que la tercera parte, de 2007, fue, en una palabra, olvidable).
Hay varios motivos por los que esta nueva entrega, que se estrenó la pasada medianoche -y ha sido clasificada PG-13-, obtiene unos resultados inesperadamente excelentes.
El principal, sin lugar a dudas, es la sorprendente elección de Marc Webb como su realizador: este solo había dirigido un largometraje con anterioridad, (500) Days of Summer, un melodrama encantador en el que dejó clara su habilidad para manejar con ternura una historia de amor agridulce.
Webb inyecta en The Amazing Spider-Man dosis perfectas de romance, humor y, especialmente, angustia existencial adolescente -similar a la que Joseph Gordon-Levitt vivía en su primer filme, aunque en este caso con un algo más inmaduro Peter Parker como el personaje estrella-.
Con ello, la aventura, la acción y el gran espectáculo indispensable en este tipo de súper producciones nunca oscurece el verdadero propósito del relato: centrarse en las relaciones humanas que emergen entre Parker (Andrew Garfield) y su familia -sus tíos May (Sally Field) y Ben (Martin Sheen)-, Parker y su novia Gwen Stacy (Emma Stone), y Parker y el Dr. Connors (Rhys Ifans), sin olvidar la relación ausente con sus padres (Campbell Scott y Embeth Davidtz).
Ello no significa, ni mucho menos, que en The Amazing Spider-Man no hayan secuencias de acción impecables: las hay, y muchas (que se benefician de un asombroso empleo de las tres dimensiones): en el metro de Nueva York, en el puente Williamsburg de la ciudad, por las calles de Manhattan (en un instante magistral en el que varias grúas ayudan al Hombre Araña a recorrer una de sus avenidas), en lo alto del edificio de la compañía en la que Connors lleva a cabo sus investigaciones genéticas -que lo terminan convirtiendo en el amenazador villano de la función, The Lizard-…
Pero los guionistas -otro elemento acertado en la cinta: James Vanderbilt (Zodiac), Alvin Sargent (Spider-Man 2) y Steve Kloves (franquicia Harry Potter salvo por The Order of the Phoenix)—, siguiendo la lección de esa maravilla que fue Superman (1978), saben que lo que importa de verdad es la interacción entre los personajes y sus motivaciones personales.
En fin, reconocen que es del drama donde surge la emoción… y la acción. Por eso, al final, no necesitan que el enfrentamiento entre Spider-Man y The Lizard termine destruyendo Nueva York o suponga una conclusión abrumadora de efectos visuales sin fin.
La efectividad del libreto y la elegancia de la puesta en escena de Webb -además de la maravillosa partitura musical de James Horner (Titanic)— poco tendrían qué decir si no estuvieran acompañadas por un reparto en el que, para empezar, Andrew Garfield (The Social Network) hace que nadie eche en falta a Tobey Maguire.
Su carisma se refleja de forma inmediata y conduce a que el resto de intérpretes -desde Stone hasta la pareja formada por Sheen y Field, sin olvidar a un enigmático y camaleónico, literalmente, Ifans- tengan mucho más fácil la labor de conducir a este nuevo Spider-Man a la cima más alta de las adaptaciones al cine de cómics.
