La última palabra es nuestra
Los latinos tienen la palabra en las urnas después de la decisión sobre la SB1070
Hay un dicho entre los latinos que se aplica a quienes deben afrontar una mala decisión o acontecimiento: A lo hecho, pecho. Esas pocas palabras encierran un gran significado; les dicen a nuestros amigos en angustia “ya sucedió, ahora saque pecho y afróntelo.”
Recuerdo este viejo refrán al afrontar la decisión de la Corte Suprema sobre la deplorable ley antiinmigrante de Arizona.
Aunque la Corte Suprema estuvo de acuerdo con nosotros que sólo el gobierno federal debe administrar la inmigración y también derogó tres disposiciones, una parte clave de la ley de Arizona fue dejada intacto: la disposición de perfil racial que le obliga a las autoridades policiales solicitar los papeles de inmigración a cualquier persona que ellos sospechen de ser indocumentados.
De hecho, la Corte no consideró específicamente la cuestión de perfil racial o la constitucionalidad de asuntos de búsqueda y confiscación en este caso limitado, en si dejando la puerta abierta para demandas legales en el futuro.
Sin duda la decisión retrocede temporalmente la causa de los derechos civiles en los Estados Unidos. Pero esto nos sirve para avivar nuestra lucha por proteger nuestros derechos civiles fundamentales y genera impulso para cambiar a los políticos que han propugnado leyes racistas.
Ya hemos empezado a demostrar nuestra tenacidad y negativa a aceptar la ley de Arizona y otras leyes antiinmigrante, intolerantes como la HB 56 de Alabama.
En todo Estados Unidos, nuestros litigantes tienen casos de derechos civiles pendientes ante numerosos tribunales federales. Esperamos que los tribunales juiciosamente determinen que estas leyes son medidas destructivas puestas en práctica sólo para discriminar a en contra las personas por su apariencia o manera de hablar.
Las voces del 99% también han desenmascarado a cuerpos legislativos y gobernadores estatales que han propugnado agendas discriminatorias con las consiguientes consecuencias. Cuando Arizona se ganó la reputación por discriminación, el estado perdió unos $145 millones en negocio de convenciones, mientras tanto en Alabama el éxodo de trabajadores agrícolas dejó una estela de cosechas abandonadas
Esto es sólo el comienzo. La decisión de la Corte Suprema de dejar que permanezca la disposición de perfil racial se erige como una llamado a la acción a las comunidades de todo el país. Antes del próximo noviembre, trabajaremos para registrar y acudir un número sin precedentes de votantes latinos.
La Asociación Nacional de Latinos Electos y Funcionarios Designados (NALEO, por sus siglas en inglés) proyecta que un número récord de 12.2 millones de latinos votarán en las próximas elecciones presidenciales, un 26 por ciento más con relación a 2008. En varios estados clave, sus votos podrían influir en los resultados de contiendas clave y apoyar la lucha por detener los esfuerzos de purga de nuestros hermanos y hermanas.
Que conste, el voto latino será crucial en elegir representantes que están en solidaridad con la humanidad y con la igualdad. El futuro de justicia que buscamos se hará realidad cuando elijamos a funcionarios que no sólo se identifique con la historia del inmigrante, sino que también tengan la voluntad de reformar nuestro resquebrajado sistema y defender la igualdad de trato ante la ley.
En noviembre, la decisión de la Corte Suprema sólo será la sombra de una vieja barrera que afrontamos sacándole pecho con el poder de nuestras voces y votos revitalizados.