Los Ángeles respira la cultura mexicana

Millones de mexicanos que viven aquí han procurado mantener viva su identidad.

Ricardo Miranda, su nieta Mercedes Garavito y su esposa Carmen observan varios de los videos que han subido a YouTube.

Ricardo Miranda, su nieta Mercedes Garavito y su esposa Carmen observan varios de los videos que han subido a YouTube. Crédito: Ciro Cesar / La Opinión

Primera de dos partes

Ni cincuenta años de ausencia, ni 1,500 millas de distancia, han podido arrancarle a Ricardo Miranda, de 75 años, el profundo amor que siente por su tierra natal, un poblado de Jalisco que se respira en cada rincón de su casa, ubicada en un vecindario del noreste de Los Ángeles.

“Yo soy ciudadano americano, pero sigo queriendo a México”, afirma don Ricardo, originario de Jocotepec, un nombre que, por la nostalgia de su gente, circula constantemente en la Internet.

Los de aquí y los de allá no dejan de alimentar la página www.jocotepec.com con eventos sociales, celebraciones religiosas, defunciones o nacimientos de los jocotepenses en ambos lados de la frontera.

De esta manera, el señor Miranda y su esposa, Carmen Naranjo, de 73 años, se han sentido cerca de su México querido todos estos años y han podido mantener encendida la flama de sus costumbres.

“Todo lo que hacemos nosotros es un esfuerzo por preservar esas tradiciones”, dice doña Carmen, quien junto a su esposo ha subido en cinco años más de 800 videos al portal electrónico YouTube, sumando más de 1.2 millones de visitas. La página jocotepec.com registra 30,000 visitantes cada mes.

En la casa de la familia Miranda, cuyo patriarca llegó a Los Ángeles en la década de 1960, se habla español, se celebran las festividades de México, se apoya a la selección de fútbol de ese país, se escuchan historias de la Revolución Mexicana, se desayuna café negro con conchas y existe una pequeña huerta con chiles, nopales, orégano y hierbabuena.

Nadie ahí, ni siquiera sus nietos, que crecieron y estudiaron en este país, se sienten menos mexicanos que los 112 millones que viven al sur del Río Bravo. “No ha sido difícil preservar ese vínculo por mis abuelos y mi mamá, quienes nos han inculcado seguir las costumbres”, dice su nieta Mercedes Garavito, quien nació en Jocotepec, pero emigró a Estados Unidos en la década de 1980. “Mi mamá nos hacía piñatas o cocinaba en olla de barro”, recuerda Garavito, de 27 años y quien es integrante de la mesa directiva del Concejo Vecinal Elysian Valley Riverside.

Con más de 4.5 millones de mexicanos en el área metropolitana Los Ángeles-Long Beach, según cifras del Censo, no es raro toparse con murales de la Virgen de Guadalupe por doquier, escuchar canciones del género ranchero en distintas estaciones de radio, poder elegir entre una gran variedad de taquerías o encontrar con facilidad productos elaborados en aquel país.

Ni siquiera, tener un alcalde y cinco concejales en Los Ángeles cuyas familias vinieron de México.”Estando acá me encontré con mi cultura”, dice Luis García, un dirigente comunitario que precisamente se dedica a sobrellevar la melancolía de sus paisanos: vende juguetes tradicionales, banderas mexicanas y trajes típicos en la Plaza México de Lynwood, un sitio muy visitado por mexicanos.

“Estando lejos de la patria es cuando uno siente más a México”, agrega García, de Veracruz.

Pero ese sentimiento se va perdiendo conforme avanzan las generaciones, explica Otto Santa Ana, profesor de Estudios Chicanos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), debido a un proceso natural donde la cultura estadounidense gana terreno a la mexicana y al idioma español.

“Hemos perdido el uso del español, eso es natural, no es un problema de padres que no quieren enseñar a sus hijos, es la presión social en Estados Unidos de que el inglés tiene más valor que el español y otros idiomas”, precisó el catedrático.

Lo que ha provocado ese choque cultural, donde intervienen los medios de comunicación, es que ahora nietos no puedan comunicarse en español con sus abuelos, algo que no ocurría hace 50 años, dice.

El uso del castellano entre los latinos de todo el país, según un estudio de Pew Hispanic Center, se ha ido diluyendo paulatinamente al grado de que sólo el 5% de la tercera generación acepta dominarlo bien, comparado con el 53% de la primera.

Ha sido a través de esta lengua como Gloria Rosa Alcaraz, cuyos padres llegaron de Jalisco en 1951, ha preservado la herencia mexicana en sus hijos. “Siempre le digo a la gente que aunque nací aquí fui criada como en México”, comenta esta agente de bienes raíces, que se dedica a cantar música ranchera en su tiempo libre.

Algo que se repite en muchas familias de origen mexicano en Los Ángeles es la celebración de fechas importantes en ambos países: las independencias, la Noche de Brujas, el Día de Muertos, los días de la Madre, la Cena de Acción de Gracias, los Santos Reyes, las Posadas, Navidad y el Cinco de Mayo. “Por eso siempre tenemos fiesta”, dice Maribel Garavito, nieta de don Ricardo Miranda. Ella está interesada en guardar todas las memorias de su abuelos, que circulan en internet desde 2007. “Yo quiero que mis hijos y nietos escuchen esos relatos que expresan el amor a su tierra”, dice.

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