En México ganó el dinero
Ya lo he dicho antes: El fraude en la democracia mexicana y de otras naciones es el sistema político sustentado en el capital.
Obtendrá el gobierno aquel candidato que más recursos económicos distribuya en su campaña –y al tomar posesión, según acuerdos o promesas previas–, el que más consensos logre con la élite dominante de una región, grande o pequeña, como puede ser la ciudad de Guadalajara o Norteamérica.
De ahí que el triunfo del PRI no es para tomarnos de sorpresa. Muchos lo esperábamos. Los gobiernos de hoy son administrados como una empresa. Las naciones del planeta están sostenidos por mandos corporativos que ven en los recursos naturales una riqueza explotable –a la venta al mejor postor– , con ciudadanos disponibles como meros recursos humanos, regidos bajo la regla del salario mínimo, según el nivel de servidumbre.
Que los ciudadanos sigan apoyando la campaña postelectoral de López Obrador es seguirle el juego a los partidos políticos, el diseño de la partidocracia enredosa que no nos conducirá al autentico gobierno de la gente, es decir, la democracia.
Los tres candidatos a la presidencia de México han cumplido con su labor en el teatro electoral: tanto López Obrador, como Vázquez Mota, como Quadri. Todos han hecho lo que les corresponde para mantener y distribuirse el poder de gobernarnos. En la cabeza quedará el que más dinero repartió, Enrique Peña Nieto, el descendiente del régimen priista de Atlacomulco, que ahora reinstaura en México la “Atlacomulcracia”, la ley del dinero que pervierte y compra voluntades.
El 2 de julio el pueblo de Cherán, en Michoacán, salió a sus calles para darnos a los ciudadanos mexicanos un mensaje: “No más partidos políticos”, y apenas este 10 de julio aparecieron dos comuneros asesinados por el supuesto “crimen organizado”.
En este tiempo, los ciudadanos, más que defender de nuevo el agotador “voto por voto, casilla por casilla” del 2006, necesitamos fortalecer la organización social, el tejido comunitario, como lo hace el pueblo purépecha de Cherán. Reunirnos en asambleas locales, integradas por tres, cinco, diez o cincuenta integrantes para comenzar a imaginar y a soñar las ciudades que queremos y necesitamos como entidades colectivas, como lo propone también el pueblo de San Salvador Atenco para los días 14 y 15 de julio, y como han replicado por varias ciudades mexicanas y naciones del planeta, los colectivos del #Yosoy132.
El camino es la organización civil, apartidista. Tomar los medios, como lo hicieron jóvenes en Oaxaca al utilizar la presencia de Televisa para emitir un mensaje; aprovechar las cámaras. Recordarles a esos falsos líderes nuestro descontento, nuestra indignación.
Es simple, en México no triunfó el PRI; en México ganó el dinero.