La cuestión es la participación

Los potenciales electores hispanos son como todos los demás: están justo en la corriente principal de un electorado estadounidense profundamente apático

Bueno, amigos, analicé las tendencias, puse mi dedo al viento y nadé en un mar de escritos tratando de predecir la próxima elección presidencial. Ahora conmocionaré sus vidas con un innovador análisis de los electores hispanos: Como electorado, son… redobles de tambor, por favor… bastante similares a los demás votantes.

Sé que no parece posible, con los años de exageradas noticias sobre cómo los hispanos se convertirán pronto en la mayor minoría de Estados Unidos y después decidirán, ellos solos, la política electoral. Justamente en esta primavera pasada, la revista Time anunció a los Estados Unidos – en español, nada menos- que los latinos decidirán quién se lleva la Casa Blanca en noviembre.

Lo que ha ocurrido desde entonces es, a mi parecer, el análisis más sensato y libre de estereotipos del creciente electorado hispano que yo haya visto, junto con rigurosas investigaciones sobre la cuestión cada vez más espinosa de si los hispanos realmente irán a los comicios el día de la elección.

En marcado contraste con años pasados, las recientes noticias sobre los electores hispanos se han esforzado por señalar que los hispanos no siguen la línea del Partido Demócrata como perritos falderos ni tampoco representan un bloc monolítico, socialmente conservador, cuya principal preocupación es la inmigración.

También, basándonos en los intentos por establecer lazos con los hispanos que han realizado ambos partidos, parece que finalmente se está comprendiendo que el así llamado voto latino habla inglés. Tal como reportó el Pew Hispanic Center el mes pasado, alrededor de dos tercios de todos los hispanos estadounidenses de cinco y más años hablan o bien “únicamente” ) inglés en casa o hablan inglés muy bien.

Políticamente, la más reciente prueba de que los latinos no son peleles cuando se trata de identificación partidaria, fue presentada por la encuesta USA Today/Gallup, realizada este mes, que indicó que la mitad de los hispanos encuestados se identificaron como independientes políticamente. Esa cifra sobrepasa esa tendencia entre todos los adultos estadounidenses por un 11%. Cuando Gallup se concentró sólo en los hispanos registrados para votar, el porcentaje de independientes disminuyó, pero el porcentaje que se identificó con el Partido Republicano aumentó. Ahora bien, también es cierto que cuando se presionó a los electores hispanos independientes registrados a elegir, el 60% se inclinó por los demócratas, pero un saludable 27% se inclinó por los republicanos, lo que pintó un electorado mucho más susceptible de ser cortejado que lo que se dijo en el pasado.

¿Pero qué significa eso si los hispanos no van a los comicios en noviembre? Muy poco. Las noticias que forman la narrativa de un segmento de la población poco entusiasmado, golpeado por la recesión, que no se está registrando para votar de la manera que se esperaba ha puesto a los líderes hispanos muy nerviosos.

Según un reciente cálculo del Center for American Progress, 12.1 millones de adultos latinos no-registrados, pero susceptibles de serlo podrían -si todos se registrarán y votaran- convertir importantes estados rojos en estados indecisos. Considerando que para fines de la campaña de 2008, que estaba llena de esperanza, sólo se registró el 59% de los electores hispanos habilitados, y apenas la mitad de la población latina habilitada -9.7 millones- emitió efectivamente un voto, producir virajes en ciertos estados parece sumamente difícil.

Los llamamientos cada vez más frenéticos de los líderes latinos para que los hispanos se registren y voten son cada vez más asombrosos. Hasta ahora, mi preferido es el de José Cruz, editor de OurTiempo.com, que escribió en el blog Being Latino:“Si para este momento no te has registrado para votar y puedes hacerlo, lo siento, pero eres un perdedor (sí, lo dije). He aquí la solución: cuando llegue diciembre, por qué no juntamos y deportamos a todos los latinos que no votaron y legalizamos a todos los indocumentados que han estado implorando para formar parte de nuestro país y poder votar. Podemos comenzar en Arizona e ir pasando a todos los estados indecisos.”

Durante una reciente mesa redonda en HuffPost Live sobre la manera en que la baja participación de los electores limitará el poder político hispano, varios activistas latinos expusieron lo que aqueja a los potenciales electores hispanos. Entre otros motivos se señaló que la participación cívica no está arraigada en la cultura latina y que la política no es un tema de discusión en la vida diaria, así como también la perenne creencia de que los electores no desean perder tiempo registrándose y emitiendo un voto, cuando piensan que su voto no cuenta.

Son los mismos lamentos que hemos oído sobre la posibilidad de aumentar la participación general de los electores logrando que los jóvenes, los negros, las mujeres y otros sectores demográficos participen el día de la elección.

Dicho de otra manera, los potenciales electores hispanos son como todos los demás: están justo en la corriente principal de un electorado estadounidense profundamente apático.

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