De nada sirven campañas que aconsejan hacer dieta y ejercicio

Un estudio revela que los esfuerzos mediáticos que recomiendan prevenir enfermedades cardiovasculares, son una pérdida de tiempo y dinero.

Sídney, Australia (EFE).- Las campañas que aconsejan dieta y ejercicio para prevenir enfermedades cardiovasculares son tan poco efectivas que deberían dejar de recibir fondos públicos, según un estudio australiano publicado hoy en la prensa local.

El equipo liderado por la investigadora Linda Cobiac propone otras iniciativas más efectivas como regular la cantidad de sal en los alimentos precocinados y que los tratamientos médicos se abaraten y se recomienden a las personas con un 5 por ciento de mayor riesgo de contraer enfermedades del corazón.

Ahora, los tratamientos sólo son recomendados a las personas con un 15 por ciento de mayor riesgo que la media, informó el diario “Sydney Morning Herald”.

Según el estudio realizado en la Universidad de Queensland en colaboración con la de Melburne y el Instituto de Evaluación Sanitaria de Estados Unidos, así se podrían ahorrar unos $4,200 millones anuales en Australia.

Según Cobiac, las campañas de dieta y ejercicio tienen un impacto mínimo sobre la población y un coste mucho mayor de lo que supondría al Gobierno presionar a la industria alimentaria y promover la medicación adecuada.

“Abordar el alto nivel de sal encubierto en la comida precocinada es un método muy bueno para reducir la alta tensión en toda la población. Esto conllevaría una mejoría general y una reducción en los gastos sanitarios”, detalló la especialista.

El director del Instituto George para la Salud Global, Bruce Neal, se mostró de acuerdo con las conclusiones del estudio, aunque alertó de que las autoridades prefieren no enfrentarse a la industria agroalimentaria.

“La última cosa que un gobierno quiere es una batalla con otro grupo industrial, pero si hay un grupo que debería ser combatido en este momento es el de la alimentación”, afirmó Neal.

En su opinión, la industria de la alimentación es la primera causa de mortalidad en Australia y “a menos de que el Gobierno se lo tome en serio y regule la sal en la comida, nada va a cambiar”.

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