‘Violaciones legítimas’
La salud reproductiva de las mujeres y sus derechos vuelven al centro de la campaña
En un país donde cada año se registran más de 32,000 embarazos resultantes de violaciones; las palabras del congresista republicano Todd Akin, candidato a senador por Missouri, en la que habló de violaciones “legítimas” y de cómo las mujeres que las sufren no suelen quedar embarazadas, desataron un escándalo político que no parece cercano a calmarse.
Según Akin, “si se trata de una violación legítima [real], el cuerpo de la mujer tiene mecanismos para cerrarse del todo” y prevenir el embarazo.
El republicano añadió también que negaría la opción de abortar a estas víctimas. “Asumamos que ese recurso [el de ‘cerrarse’] no funcionó”, dijo Akin. “Creo que debería haber un castigo, pero el penalizado debería ser el violador, no el bebé”.
Akin no ha aclarado qué quería decir con “legítimas”, ni va a ahondar más en el asunto, pero “argumentos de ese tipo llevan apareciendo una y otra vez en los pasados 25 años entre la derecha, y la idea de que el trauma es una forma de control de la natalidad sigue siendo defendida por las fuerzas antiabortistas que buscan ilegalizar la interrupción del embarazo aun en casos de violación o incesto”, explicó Garance Franke-Ruta, en la revista The Atlantic
Las declaraciones de Akin se encuadran sobre el siempre polémico tema del aborto y los casos en los que el Estado debe financiar su práctica.
Se entra, además, en el peligroso terreno de calificar las violaciones de más o menos graves, y de poner en duda los testimonios de las víctimas.
Para iniciar un proceso, se tiene que dar la denuncia de la persona violada. Los exámenes médicos ayudan a que haya pruebas físicas, facilitando así el posterior proceso judicial, pero muchas veces no se cuenta con dicha evidencia y el testimonio de la víctima es suficiente para hacer una denuncia.
En un país como Estados Unidos, donde el aborto es legal, la definición de violación es relevante por las consecuencias que puede tener respecto a la financiación de las intervenciones de interrupción de embarazo, que es lo que preocupa a un sector de los republicanos.
La llamada Enmienda Hyde, aprobada en 1976, prohíbe el uso de fondos federales para pagar abortos a través de Medicaid (programa de seguros de salud del Gobierno para la gente con menos recursos) u otros servicios de salud.
En un principio, la única excepción a esta norma eran los casos en los que la vida de la mujer corría peligro. Pero en 1993, se aprobaron otras dos excepciones que permiten a Medicaid financiar abortos en caso de violación o incesto. Dichas excepciones se han mantenido desde entonces.
Al utilizar la expresión de violaciones “legítimas”, Todd Akin asegura que no pretendía justificar el acto criminal sino que quiso hacer una diferencia entre las violaciones reales y los casos de denuncias falsas.
Akin optó por retractarse. Pero no había sido un error. En realidad expresaba una opinión muy extendida en el Tea Party según la cual muchas de las mujeres que alegan haber sido violadas, no lo han sido realmente y no merecen por tanto protección.
En 2011, Ryan y Akin copatrocinaron la campaña “No a la financiación de la Ley de Aborto con dinero de los contribuyentes”, que intentó redefinir la violación introduciendo la frase “violación forzada”.
Los comentarios de Akin, que fueron hechos en una entrevista de TV local, han sido dinamita para la candidatura del republicano Mitt Romney, que hasta ese momento había evitado entrar en ese pantanoso terreno.
También pone el foco en las rígidas opiniones antiaborto de Paul Ryan, el compañero de Romney en la fórmula, con quien Akin copatrocinó un proyecto de ley “Paternidad” en la Cámara de Representantes en 2009, bajo el cual el feto tendría derechos totales legales y constitucionales desde el momento de la concepción.
Curiosamente, dice un analista, los mismos que proclaman que ni el Estado ni nadie tienen derecho a inmuscuirse en la vida de los estadounidenes, obligándoles por ejemplo a suscribir un seguro médico, consideran que sí pueden inmiscuirse en la vida de las mujeres y obligarlas a continuar un embarazo no deseado, aunque sea fruto de una violación.
La metedura de pata del congresista Akin que aspira a un puesto en el Senado se ha convertido en la última arma política en una campaña cada vez más encarnizada.
Desde Mitt Romney para abajo, el establishment republicano lo ha repudiado, instando al congresista a que dé un paso al costado. Sin embargo, Akin dijo que planea proseguir con su candidatura.
La salud reproductiva de las mujeres y sus derechos vuelven al centro de la campaña.