Hay que reelegir a Obama [Editorial]
El mandatario presenta una mejor visión del futuro para todos en EE.UU.
Ahora que se aproxima el 6 de noviembre, no hay una opción más clara para los votantes hispanos que volver a elegir al presidente Barack Obama.
La comparación entre Obama y el candidato Republicano, Mitt Romney, muestra un gran contraste ideológico sobre cual debe ser el rumbo de Estados Unidos. Son dos visiones distintas en lo económico y en lo social. La del presidente es inclusiva, mira para adelante, promueve un crecimiento sin dejar rezagados. La del exgobernador es divisiva, sus propuestas son las mismas que han llevado a la gigantesca disparidad de riqueza.
Durante su primer período, Obama trabajó duro en todos los frentes. Se esforzó por unir a una nación al borde del colapso financiero desencadenado por la crisis hipotecaria y de ejecuciones judiciales. Obama también cumplió sus promesas claves: retiró y trajo a casa las tropas estadounidenses de Irak y consiguió terminar con Osama Bin Laden, responsable de haber maquinado los ataques del 11 de septiembre.
A pesar de la fuerte oposición, el presidente logró aprobar una ley sobre la atención médica que extiende los beneficios a muchas personas de nuestra comunidad. Por la Ley de Atención Médica Asequible (ACA) u “Obamacare”, ahora nueve millones de latinos tienen beneficios médicos, quienes hasta el presente no tenían ningún tipo de cobertura médica. Esta medida que tiene un impacto clave en la comunidad que sufre el índice más alto de falta de cobertura médica del país.
En el tema médico, también hay una gran diferencia entre los dos candidatos en cuanto a la salud reproductiva de la mujer. Con Romney ellas corren el riesgo de perder el acceso a servicios importantes en su seguro médico provisto por el trabajo, como a la opción de decidir sobre su cuerpo y salud.
El índice de desempleo entre los hispanos continúa siendo superior al promedio nacional. Pero ha descendido a 10.3% en comparación con más del 13% registrado en el año 2008. Obama ha dado pasos fundamentales, como invertir 500 millones de dólares en programas de capacitación laboral en los centros universitarios comunitarios a fin de ayudar a los latinos a tener acceso a mejores empleos.
El presidente reconoce las necesidades de nuestra comunidad y la excelencia de los hijos e hijas que hemos contribuido a este país. El nombramiento histórico de la jueza Sonia Sotomayor a la Suprema Corte es el ejemplo más claro.
Obama se merece un segundo período. Pagaremos un precio muy alto si no le damos nuestro voto.
En 2008, la gran mayoría de los hispanos dio su apoyo al senador Obama para que se convirtiera en presidente. Mucho de este apoyo se basaba en la promesa de que lograría una reforma migratoria significativa y humanitaria. Hemos sentido una gran desilusión por esta promesa incumplida. Pero también reconocemos que los republicanos hicieron de todo, menos ayudar a resolver esta situación. Y continuamos creyendo que esta reforma tiene mayor probabilidad de ocurrir bajo la presidencia de Obama que la administración de Romney.
La mayor desilusión fue en la inmigración. La ambiciosa promesa de tener una reforma integral en el primer año chocó primero con la emergencia económica y después con las realidades políticas del Congreso. Lo injustificable es la improvisada implementación del gobierno federal del programa Comunidades Seguras que desvirtuó el principio original de seguridad pública. En lo bueno también contar con la reciente decisión de Acción Diferida que da al menos un tranquilidad a millones de jóvenes.
Aquí el resultado es mixto en el mejor de casos, pero la alternativa de Romney es la autodeportación, y las leyes estatales como las de Arizona, en que el indocumentado es visto un peligro en vez de un aporte.
Más allá de toda la experiencia empresarial que contribuiría para encarrilar la economía, Romney ha dicho entre poco y nada sobre el impacto de los inmigrantes como una diferencia positiva para el crecimiento de nuestro país. Esto, considerando la Alianza para una Nueva Economía Estadounidense que enfatiza la aprobación de una medida de legalización, como la Ley DREAM, contribuiría con 329 mil millones de dólares a la economía nacional.
La dura realidad es que Romney no ha trabajado para ganarse la confianza de los latinos. Si quedara a criterio de Romney, la jueza Sotomayor no sería parte de la Suprema Corte. El candidato republicano ha dicho que de haber tenido la oportunidad, habría votado en contra de su nombramiento.
Dado que ni este candidato, ni su campaña, ni el partido han intentado conectar con los hispanos, no podemos dejar de preguntarnos si bajo su presidencia los temas de los latinos quedarían relegados a un cajón en la Casa Blanca.
Finalmente, creemos que la visión del presidente es realista y está bien sustentada. Por ejemplo, en la necesidad de tener una industria de manufactura del siglo 21 que provea buenos empleos. Que el déficit fiscal se enfrente con una combinación de recortes de gastos y aumentos de impuestos y que el déficit de infraestructura humana y material se combate con inversiones en educación y en proyectos. Es importante enfrentar la deuda, pero aun más es fortalecer la economía a través del estímulo de la demanda.
El país, considerando toda su diversidad y disparidad económica, necesita un comandante en jefe que sea el Presidente de todos. Necesitamos un presidente que muestre coherencia y que haga frente a los temas más difíciles.
Obama tiene el talento, la visión y la experiencia que augura cosas buenas no solo para los latinos sino también para el futuro de nuestro país.
The president offers a better vision for the future for everyone in the U.S.
Come November 6, there is no clearer choice for Hispanic voters than to re-elect President Barack Obama.
The comparison between Obama and GOP candidate Mitt Romney shows a sharp ideological contrast about the path that the United States should follow. They have two different visions on the economy and social issues. The president’s vision is inclusive, forward-looking and promotes growth without leaving people behind. The former governor’s vision is divisive and his proposals are the same that have led to a huge wealth gap.
During his first term, Obama rolled up his sleeves at all fronts. He worked to bandage a nation on the brink of a financial collapse triggered by the mortgage and foreclosure crisis. Obama also delivered on key commitments: He brought U.S. troops home from Iraq and oversaw the killing of Osama Bin Laden, the mastermind of the Sept. 11 attacks.
In the face of fierce opposition, the President managed to pass a health care bill that will extend benefits to many in our community. The Affordable Care Act, or Obamacare, adds nine million Latinos currently without coverage to the health care rolls – a life-saving boost for a community that suffers the highest uninsured rates in the country.
The very idea of repealing this law, which Romney proposed, is nonsense.
On health care, there is also a big difference between both candidates when it comes to women’s reproductive health. With Romney, women are at risk of losing access to important services in employer-provided health insurance, like the option to make decisions about their bodies and health.
Unemployment remains above the national average for Hispanics. But it has dropped to 10.3% from more than 13% in 2008. Obama has taken critical steps, such as investing $500 million in community college job training programs that help Latinos access better jobs.
The President recognizes the needs of our community and the brilliance of the sons and daughters we put forward. His historic appointment of Justice Sonia Sotomayor to the Supreme Court is the brightest example of this.
Obama deserves a second term. The price of not casting a vote for him would be great.
In 2008, the vast majority of Hispanics backed then Senator Obama for president. Much of this support was based on the promise that he would deliver sensible and humane immigration reform. We are greatly disappointed in this unfulfilled commitment. Yet, we also recognize that Republicans did anything but help the matter. And we still believe that reform is far more likely under an Obama presidency, not a Romney administration.
The biggest disappointment was immigration. The ambitious promise to have comprehensive reform in year one collided against the economic emergency and then the political realities in Congress. What is unjustifiable was the federal government’s improvised implementation of the Secure Communities program, which undermined the original principle of public safety. Among the good things is counting on the recent Deferred Action decision, which at least gives peace of mind to millions of young people.
Here the result is mixed, in the best of cases. But the Romney alternative is self-deportation and state laws like Arizona’s, in which undocumented immigrants are seen as a danger instead of as contributors.
For all the boasting on the business savvy he would bring to steering the economy, Romney has said little to nothing about how immigrants make a positive difference in our nation’s growth. This, in the face of the Partnership for a New American Economy emphasizing that passing a legalization measure like the DREAM Act would add $329 billion to the U.S. economy.
The blunt reality is that Romney has not worked to gain the trust of Latinos. Left up to Romney, Justice Sotomayor would not be sitting on the Supreme Court. The Republican candidate has said that given the chance, he would have voted against her nomination.
With a candidate, campaign and party that have failed to engage Hispanics, one can only wonder whether a binder of Latinos would even be on a shelf at the White House under their reign.
Finally, we think the president’s vision is realistic and well supported. For example, about the need to have a 21st-century manufacturing industry that provides good jobs. Also, tackling the budget deficit with a combination of expense cuts and tax increases, and addressing the human and material infrastructure deficit with investments in education and projects. It is important to confront the debt, but even more important to strengthen the economy by stimulating demand.
The nation, in all of its diversity and economic disparities, needs a commander in chief who is president of all. We need a president who is consistent and who will wrestle with the toughest issues.
Obama has the mettle, vision and record that bode well not only for Latinos but also for future of our nation.
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