Idioma y educación

Educación

María Juárez no podía creer que en la preparatoria donde estudiaba su hijo, no consideraban que su hijo era competente en el idioma inglés. Podía graduarse de la preparatoria pero al ser clasificado como aprendiz de inglés, tendría que tomar cursos de recuperación.

Como mamá, María no hizo nada incorrecto. Hace varios años dejó su trabajo como asistente doméstica para poder dedicarse más de la educación de sus dos hijos. María pensó que Jesús estaba bien encaminado para entrar a la universidad que quisiera. Después de todo, nunca nadie le había dicho lo contrario.

El caso de María Juárez desafortunadamente es muy común. Cerca de 1.5 millones de niños inscritos en las escuelas de California – un cuarto del total de estudiantes de K-12 – están clasificados como “aprendices de inglés”. Parte de la responsabilidad la tiene la Ley de Educación Bilingüe-Bicultural de California de 1976.

Cada año, gracias a dicha ley, se otorgan casi mil millones de dólares para ayudar a los estudiantes de California a que dominen el inglés. Aún así, los fondos han creado un incentivo perverso por el cual las escuelas reciben más dinero mientras más aprendices de inglés tengan. Un reporte realizado en 2005 por el Auditor Estatal encontró que este incentivo ha ocasionado que las escuelas tengan un criterio más estrecho que dificulta la reclasificación de sus estudiantes como competentes en inglés. Lo más alarmante que es que el 62% de los aprendices de inglés que habían alcanzado el criterio para la reclasificación, no fueron reclasificados.

Con frecuencia los padres se encuentran sin poder ayudar a sus hijos en casa ya que a la mayoría de ellos, como a María, no se les informa sobre el proceso hasta que ya es demasiado tarde. La ignorancia se añade a la confusión general sobre los criterios de reclasificación que varían drásticamente de un distrito escolar a otro.

Es muy poco lo que se ha hecho para corregir los problemas planteados en el reporte que hizo hace ya siete años el Auditor Estatal, aunque se aprobaron dos leyes que podrían ser de ayuda. Estas medidas buscan crear políticas a nivel de distrito escolar y criterios que sean más consistentes para la aptitud en el inglésal mismo tiempo que requieren que l os distritos notifiquen al público a través del Internet sobre el impacto de la ayuda económica en el presupuesto de cada escuela.

Es un buen inicio pero aún queda mucho por hacer. Primero, necesitamos encontrar maneras de asegurar que las escuelas no sean recompensadas por mantener a los estudiantes separados en programas especiales por más tiempo de lo necesario. Debemos también ayudar a los estudiantes y a sus familias a entender cómo esta sencilla clasificación puede dañar sus planes futuros al terminar la preparatoria. Y por supuesto, necesitamos dar a esas familias – y a los maestros – más ayuda para que aceleren el aprendizaje de inglés en los niños lo más pronto posible, especialmente en los primeros años de su carrera académica.

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