Republicanos pierden votantes por apoyar reforma migratoria
Las derrotas electorales convencieron a muchos republicanos que su posición intransigente ante la inmigración les alejó de los hispanos y otros grupos minoritarios
DENVER, Colorado — Los republicanos están avanzando lentamente hacia un acuerdo con los demócratas en materia de inmigración, pero ¿perderán parte de su base como resultado?
Desde la elección del año pasado, muchos líderes conservadores se han distanciado de la idea de que Estados Unidos debe expulsar a los inmigrantes sin residencia legal. En lugar de ello han mostrado una nueva apertura a permitir que las personas sin permiso de estancia en Estados Unidos se vuelvan ciudadanos con el tiempo.
Las derrotas electorales convencieron a muchos republicanos que su posición intransigente ante la inmigración les alejó de los hispanos y otros grupos minoritarios de rápido crecimiento. Sin embargo, los activistas de su base electoral y que apoyaron esa postura de línea dura dicen ahora que el partido los está abandonando.
Con un nuevo acuerdo de inmigración en desarrollo, los activistas están preocupados de que su número se está reduciendo y que quizá no sean capaces de bloquear los cambios a las políticas de inmigración.
Han pasado un par de años desde que Marty Lich dejó de considerarse una republicana, pero ella sigue votando frecuentemente por candidatos del Partido Republicano. Ello es en parte debido a su postura dura contra la inmigración ilegal. La ex auxiliar de maestra, ahora jubilada, culpa a los inmigrantes no autorizados de haber arruinado su ciudad natal del sur de California y teme que pudiera amenazar la comunidad montañosa de Colorado donde vive ahora.
Lich y votantes como ella están observando con desesperanza que más y más políticos republicanos se acercan gradualmente a un plan bipartidista que incluye un sendero a la ciudadanía para muchos de los aproximadamente 11 millones de inmigrantes sin permiso de estancia en Estados Unidos. “Si el Partido Republicano está de acuerdo en esta amnistía, están traicionando sus valores fundamentales”, dijo Lich. “Nos perderían. Perderían los votos de gente que los apoyó y no van a ganar muchos votos”, agregó.
Los resultados demográficos y electorales están alejando a los líderes republicanos de gente como Lich.
En 2007, una rebelión de su base electoral obligó a los republicanos a rechazar una revisión a la ley de inmigración del entonces presidente George W. Bush debido a que incluía un proceso por el cual los inmigrantes ilegales, por otro lado obedientes de la ley, podían convertirse en ciudadanos estadounidenses. Activistas ridiculizaron la medida calificándola de una “amnistía”. Después de que grupos del movimiento conservador Tea Party derribaron a varios republicanos en elecciones primarias por sus posturas mansurronas en materia de inmigración, la retórica del partido y sus propuestas se volvieron cada vez más duras.
Eso ha cambiado desde que la paliza electoral sufrida por el Partido Republicano en noviembre.
Mitt Romney recibió un apoyo nada asombroso por parte de los votantes de los dos grupos minoritarios de crecimiento más rápido: 27% de los votantes hispanos y un porcentaje menor de los electores asiáticos, según cifras de salida de las casillas electorales. En contraste, George W. Bush ganó aproximadamente 44% del voto hispano durante su reelección en 2004.
Varios republicanos prominentes, desde el comentarista de televisión Sean Hannity al ex candidato a la vicepresidencia Paul Ryan, apoyan ahora la idea de legalizar el estatus de algunos inmigrantes ilegales.
El lunes, un grupo de ocho senadores, cuatro de cada partido, presentaron el bosquejo de una iniciativa de ley para hacer justamente eso y el presidente Barack Obama reiteró el martes su apoyo a una reforma integral similar. Aun en la Cámara de Representantes controlada por los republicanos, media decena de miembros bipartidistas están cerca de completar una legislación bastante general que incluiría un camino a la legalización del estatus de inmigración de quienes están aquí sin autorización.
No está claro cuál, si es que alguna, ley de inmigración podría aprobar el Congreso. No obstante, el cambio de tono señala a algunos que están a favor de restricciones más severas a la inmigración que partes del Partido Republicano están listas para dejar de resistir. Ese sería un movimiento peligroso, advierten, argumentando que los hispanos apoyan fuertemente la ley de salud de Obama y otras iniciativas demócratas y es improbable que respalden alguna vez a los republicanos en cifras significativas. Advierten además que el partido desperdiciará un recurso valioso al alienar a su base.
“No sé cómo se puede siquiera cuantificar la pérdida de entusiasmo”, dijo el ex legislador republicano Tom Tancredo, de Colorado, conocido desde hace mucho tiempo por su intensa postura contra la inmigración ilegal. “Uno no va a salir a tocar ninguna puerta, a realizar ninguna llamada telefónica o donar ningún dinero”, subrayó.
Otros republicanos descartaron esa preocupación. “¿A dónde más van a ir?”, preguntó Sig Rogich, un veterano operador republicano con base en Las Vegas que ha presionado desde hace mucho tiempo por un Partido Republicano más amigable con los inmigrantes. “Lo van a superar”, aseguró.