Las primavera y sus alergias

La rinitis alérgica es una de las afecciones más comunes durante esta temporada

La rinitis alérgica sólo es identificable  después de los dos años de edad.

La rinitis alérgica sólo es identificable después de los dos años de edad. Crédito: AGENCIA REFORMA

María SilvaAgencia Reforma

MONTERREY, México.— Aunque su presencia se mantiene durante el año, las alergias se intensifican en el periodo primaveral y cuando empiezan a caer las hojas de los árboles que anuncian el otoño.

Algunos adultos, niños y bebés empiezan a mostrar los síntomas típicos de la rinitis alérgica: ojos llorosos, escurrimiento nasal, estornudos, tos y comezón en la nariz, que pueden complicarse con infecciones respiratorias acompañadas de fiebre.

Desafortunadamente, este cuadro clínico cada vez tiene mayor incidencia entre la población infantil por los cambios de clima que se presentan en la ciudad, sumados a los aeroalergenos o pólenes dentro y fuera de casa.

José Manuel Reyna Guerra, especialista en alergia e inmunología clínica, dice que las características del rostro del alérgico, son: pestañas más largas de lo normal, ojeras, nariz ensanchada, y dentro de ésta los cornetes que se tornan pálidos y, al crecer, chocan con el tabique.

La rinitis alérgica también provoca que el paciente respire más por la boca y, si ya sufre de problemas respiratorios bajos, puede presentar tos o silbido de pecho.

Hay quienes sufren alteraciones en la piel, conocidas como dermatitis atópica o piel del alérgico, que consisten en lesiones que enrojecen los pliegues de codos, rodillas, cuello y cabeza, generalmente.

“Generalmente la rinitis va relacionada con la alergia que se padezca; si es al polvo, éste es un estímulo que está todo el año”, explica el especialista.

Mientras que quienes tengan mayor predisposición alérgica a los árboles, pastos o malezas, verán agravado su padecimiento en primavera y otoño.

¿Quiénes la padecen?

La rinitis alérgica empieza, en ocasiones, desde el nacimiento, aunque esta teoría ha causado controversia entre el gremio médico, porque las academias de otorrinolaringólogos y pediatras sostienen que sólo es identificable después de los dos años.

“Y tiene una lógica basada en la patofisiología de la enfermedad, porque en el primer año el niño debe tener el contacto con los pólenes ambientales, y a los dos, una fase de respuesta que pudiera ser clínicamente demostrada. Sin embargo, hoy vemos en la consulta niños que nacen con este cuadro”, afirma José Manuel Reyna Guerra.

Quienes tienen mayor riesgo de padecerla, con una probabilidad del 70 u 80%, son los bebés cuyos padres e inclusive abuelos sufren de rinitis alérgica, y dependiendo de la susceptibilidad de cada paciente. En caso de que sea un solo padre, puede bajar al 50.

No existe una forma de prevención, debido a que se presenta por cuestiones genéticas, y no necesariamente todos expresan la rinitis alérgica con un grado alto de severidad.

Hay pacientes que tienen rinitis estacional un mes, durante un año o dos; o tres semanas al año, lo cual se clasifica como afectación leve.

El alergólogo inmunólogo señala que otros la padecen más de cuatro semanas o más de cuatro días consecutivos, y en ese caso se considera moderada o severa.

Se debe identificar a los dos aeroalergenos que la causan: los que están fuera de casa, como pastos y árboles, cuyos pólenes vuelan a cientos de kilómetros; y los del hogar: polvo, ácaros, cucarachas, hongos y mascotas.

De acuerdo a reportes de Estados Unidos, ahora la mayoría de los niños pasan horas en su cuarto con los videojuegos, por lo que hay que preocuparse más por los pólenes caseros.

También, evitar los peluches, alfombras y cortinas de tela. Cuidar que las fundas, colchones y sábanas sean antiácaros, que estas últimas se cambien dos o tres veces a la semana y, sobre todo, secarlas en el nivel más alto de la secadora.

“Hoy nos enfocamos, más que a la prevención, a la educación para identificarla de manera temprana para ofrecer un tratamiento óptimo”, señala Reyna Guerra.

Se controla

La alta contaminación se suma a los agravantes para padecer rinitis alérgica.

No obstante, los medicamentos para aminorar o desaparecer los síntomas por un tiempo prolongado están 100% aprobados a partir de los seis meses.

Sin embargo, a veces se modifica esta indicación en base a las necesidades del niño, y se utilizan antes, como en el caso específico de la inmunoterapia, el tratamiento correctivo de las alergias a base de vacunas.

Lo mismo sucede con las pruebas de alergia para los pólenes dentro de casa, que se pueden realizar antes del año, cuando usualmente se recomiendan después de esa edad; o para los exteriores, que se indican después de los dos.

“En la actualidad tenemos dos maneras aprobadas, la oral y la subcutánea, que es la tradicional y aprobada en Estados Unidos. Se inyecta, por lo general, semanalmente, dependiendo de los esquemas, y actualmente está cumpliendo 102 años”, subraya José Manuel Reyna Guerra. La oral o sublingual, que se utiliza más en Europa, es igual de efectiva y potente que la subcutánea, y es la que se está aplicando debido a que no tiene efectos secundarios: dolor o ronchas en el sitio de su aplicación.

Antes de iniciar la inmunoterapia se deben realizar las pruebas cutáneas de alergia para saber qué tipo de alergenos la están causando y determinar el tiempo que dura el tratamiento.

No es factible asegurar que las alergias se curan totalmente, porque es una condición genética, pero sí son controlables.

“La inmunoterapia es un tratamiento que debe durar, mínimo, entre dos y tres años, de acuerdo a las guías actuales, aunque hay pacientes que requieren más tiempo, y eso nos garantiza que podrían estar libres de síntomas entre 10 y 15 años”, explica.

El alergólogo e inmunólogo clínico comparte que los primeros seis meses son las dosis de inducción, al mismo tiempo se van aumentando las concentraciones de la inmunoterapia, y a partir de esta etapa es la fase de mantenimiento, que debe durar entre dos y tres años.

“Esto significa que los primeros cuatro o seis meses, el pequeño puede presentar algunos síntomas, pero cada vez serán más prolongados los periodos sanos; en la segunda fase debe estar ya controlado.

“Lo importante es educar a los familiares para que puedan identificar estos problemas, porque a veces se confunden con gripas que nunca se quitan, y realizar un diagnóstico diferencial de alergia, para que el especialista realice una valoración”.

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