Morsi, Allende y el golpe
A estos dos mandatarios tan distintos, les une la tibia reacción de la Casa Blanca ante su derrocamiento
Política
La deposición de Mohamed Morsi del gobierno de Egipto por parte de las Fuerzas Armadas tiene algo de parecido con el golpe de estado perpetrado por Augusto Pinochet en Chile contra Salvador Allende en 1973.
Por supuesto que la ideología política del gobierno de Allende comparada con la de Morsi es totalmente diferente.
Mientras que Allende buscaba la solidaridad de la izquierda chilena para conformar un gobierno socialista, Morsi quería erigir un gobierno islámico con el apoyo de grupos de la derecha.
Algunas facciones islamistas de Morsi tendían a propagar una ideología fundamentalista e intolerante, tal como se estableció en Irán con el Ayatolá Ruhollah Jomeini o en el peor de los casos como el que se creó en Afganistán con los talibanes.
En el gobierno de Allende también existían facciones radicales pero de la izquierda, conformadas por grupos leninistas-marxistas que proponían una revolución que reemplazara el sistema capitalista por el comunismo.
Así como hay diferencias, también existían algunas similitudes entre los ex gobiernos de Allende y Morsi. Los dos llegaron al poder a través de un proceso electoral democrático.
En el caso de Morsi, el actual presidente Barack Obama condenó la dictadura de Hosni Murabak. En su momento sugirió a Murabak que renunciara y promoviera elecciones incluyentes a partir del respeto a la propiedad, a los derechos civiles e individuales.
De la misma manera, el gobierno de Richard Nixon en Estados Unidos, mostró afecto al proceso electoral de Chile, pero, a diferencia de Obama, nunca simpatizó con las políticas socialistas de Allende.
El golpe que depuso a Allende en Chile se articuló en Estados Unidos, desde el Departamento de Estado y la CIA. El Secretario de Estado Henry Kissinger fue uno de los principales promotores del cambio de régimen en Chile.
Mientras tanto, el golpe de Estado que depuso a Morsi se gestó dentro de las Fuerzas Armadas de Egipto. Los líderes militares estaban esperando el momento preciso para actuar y llevar a cabo un golpe de estado que no tuviera repercusiones negativas a nivel internacional, particularmente en Estados Unidos.
La estrategia de los militares egipcios fue muy precisa. En vez de encontrar crítica y repudio en Europa y Estado Unidos, su acción golpista fue interpretada como una operación positiva.
“Hay un periodo de incertidumbre” debido a la “transición a la democracia”, comentó el presidente Obama. Nunca sugirió que la deposición de Morsi fuese un “golpe de estado”.
Así, el gobierno norteamericano está interesado en una democracia que no solamente garantice el voto individual y el respeto a las libertades individuales, sino también que haga cumplir sus intereses económicos.
Como Morsi y Allende raras veces mostraron afinidad con las políticas norteamericanas, la Casa Blanca no hizo más que mostrar una mueca de aprecio por lo sucedido con sus gobiernos.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com