Licencias, lucha incansable
Gil Cedillo pidió a sus ex colegas no perder la histórica oportunidad
SACRAMENTO. Con una sonrisa en la cara, arremolinados en uno de los costados de la asamblea, los legisladores latinos agarrados unos de los otros, observaban sin pestañear el conteo de votos por las licencias de manejo para los indocumentados.
Cuando los números los favorecieron, estallaron en aplausos, se fundieron en abrazos. Consiguieron lo que no pudieron en más de 15 años: aprobar las licencias de manejo para los inmigrantes indocumentados con la palabra empeñada del gobernador de California Jerry Brown que las aprobaría.
Un logro histórico si se toma en cuenta que tres ex gobernadores las vetaron y que como procurador de California, Brown no apoyó las licencias.
“Todo fue como una novela. El asambleísta Luis Alejo autor de la medida AB60 de las licencias- había dado su palabra que la retiraba este año. A nosotros nos habían dicho que el gobernador no quería firmar el mismo año las licencias y el aumento al salario mínimo. Y el senador Kevin de Leon se lo señaló en una reunión que tuvimos con él todos los senadores el miércoles por la noche. El respondió, claro que sí las quiero firmar. !Mándemelas!”, recuerda el senador demócrata de Bell Gardens, Ricardo Lara.
Pero realmente todo comenzó cuando el ex senador y ex asambleísta, ahora concejal de Los Ángeles, Gil Cedillo frustrado y desesperado con la decisión de Alejo de retirar la medida, llamó a Kevin de León pidiéndolo que retomara las licencias porque se estaba perdiendo una oportunidad histórica.
Lara dice que con la palabra de Brown, los ocho senadores latinos idearon un complot para llevar la medida a votación en el Senado sin que nadie se diera cuenta, incluyendo su autor, Alejo.
“Él había dado su palabra que no las sacaría. Y no queríamos hacerlo quedar mal. Nuestros hermanos los sindicatos se oponían con razones válidas porque no querían exponer a los indocumentados a una licencia con marca que fuera a ser utilizada para discriminar”, relató Lara.
Mientras los senadores latinos cabildeaban en secreto por los votos en el Senado, en Los Ángeles, Cedillo aún con su padre muerto, tendido en una funeraria, y el líder de Hermandad Mexicana, Nativo Lopez desataban una feroz campaña contra el tiempo entre los líderes de las comunidades pidiéndoles que atosigaran a los legisladores con llamadas telefónicas, emails, y visitas. !Era ahora o nunca!, exclamaba Cedillo.
Los senadores Latinos lograron aprobar las licencias en el Senado y entregarlas a la Asamblea.
“Gracias a Dios que el presidente de la Asamblea, John Perez aceptó llevar a votación las licencias”, dice Lara.
Ya para entonces los renuentes sindicatos como la Federación del Trabajo de California y el Internacional de los Trabajadores de los Servicios (SEIU) habían doblado las manos y aceptado una licencia “marcada” con un letra P (privilegio) en lugar de la L (licencia) al frente, y una línea adicional en la parte de atrás que indicará que no es para propósitos federales.
“Nosotros nunca tratamos de matar la medida o retrasarla. Lo único que queríamos es un proyecto de ley mejor para proteger a los inmigrantes”, justificó Mike García de SEIU.
Con una fuerte participación ciudadana alimentada por Cedillo y López, los legisladores lograron lo que no pudieron en 15 años. Atrás quedaron los vetos de tres ex gobernadores Pete Wilson, Gray Davis y Arnold Schwarzenegger. Davis las firmó en un intento por salvar su cargo y no ser destituido en 2003. De nada le valió. Schwarzenegger las echó abajo haciendo creer a los legisladores latinos que los apoyaría con unas licencias enmendadas. Nunca cumplió.
La insistencia de Cedillo por las licencias le ganó que lo ridiculizaran y hasta sus compañeros le pusieron el burlón mote de “legislador de una sola ley”.
El año pasado, Cedillo en el ultimo año de su Carrera legislativa, logró una medida simbólica, dar licencias de manejo a los estudiantes soñadores.
¿Pero que hizo verdaderamente resucitar una medida muerta por este año y que el gobernador se comprometiera a firmarla?
“Le doy todo el crédito a la comunidad latina. Lo que pasó nos demuestra que si nos involucramos en el proceso cívico como lo hicimos por las licencias, podemos hacer una gran diferencia”, afirma Lara.
“Con las licencias, estaremos en una posición de decirle a la comunidad que puede llevar a sus hijos a las escuelas, comprar sus víveres, y ser miembros de la sociedad sin miedo a que le quiten sus carros”, sostiene lleno de emoción, de orgullo sin poder creer todo lo que pasó.
Aunque las licencias que se entregarán a los indocumentados a partir de enero de 2015 serán diferentes con “una pequeña marca” como le llama Lara, asegura que “si hablas con la comunidad, el 90% dirá que está a favor y que quiere una licencia para vivir su vida en este estado”.
Y mientras los legisladores latinos celebraban, Cedillo daba sepultura ayer viernes a su padre Gilberto Saenz Cedillo, al mismo tiempo cumplía la promesa que le hizo a su esposa Ruby Oliva en su lecho de muerte en 2002, que no descansaría hasta lograr las licencias de manejo para los indocumentados.