Mexicanos, los más trabajadores
La OCDE coloca a ese país en primer lugar a nivel mundial
MÉXICO D.F. La fama distorsionada del mexicano holgazán que duerme bajo el sol recargado en un nopal no es más que eso: una mala reputación que hoy rompe de cuajo la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) al colocar a este país como el más trabajador del mundo industrializado.
Aquí los empleados trabajan alrededor de 519 horas más al año que el promedio estadounidense y aún por arriba de naciones asiáticas Japón y Corea consideradas “workaholics” (supertrabajadoras) u otras reconocidas por su disciplina laboral como las ex Repúblicas Soviéticas.
Traducir esta disposición infatigable en beneficios tangibles para la sociedad es un reto que enfrenta tres problemas principalmente: el salario, la productividad y la desigualdad de género .
A pesar de la diligencia, el mexicano gana 9,985 dólares anuales, cinco veces menos que el estadounidense promedio (54,450 dolares), y un tercio por debajo del chileno que ocupa el segundo lugar en la lista de la OCDE y cuyas percepciones anuales rondan los 16 mil dólares.
El respeto por el salario en México se perdió a tal punto que actualmente se considera en las empresas un pasivo cuya carga debe ser lo más baja posible aún cuando trae consecuencias sociales tan graves como la migración, el trabajo informal, actividades criminales o deserción escolar.
Lo advirtió recientemente la compañía Euromonitor Internacional: “Toda esta distorsión económica porque la gente quiere mejorar sus ingresos o simplemente tener un trabajo bien remunerado”.
Pero cuando el mexicano vence tal adversidad y encuentra el empleo deseado, comienza otra fase que no lo deja avanzar: la improductividad.
Los cálculos oficiales dan cuenta que un asalariado de este país desperdicia en promedio el 40% de su tiempo en Internet, en buscar pretextos para evitar responsabilidades o por mala organización. En pocas palabras, su rendimiento laboral es de seis horas aunque físicamente se encuentre 10 en un sitio de trabajo.
Otro lastre es la desigualdad de género y la baja escolaridad: el 78% de los hombres tienen un empleo frente al 43% de las mujeres. Y del total de ambos sexos sólo tres de cada 10 tienen nivel preparatoria.
Así que falta trabajar más, concluyó la OCDE: no en tiempo sino en calidad, el paso para el primer mundo.