Bebé lucha por su vida en hospital de Filipinas

Althea Mustacisa se mantiene viva porque sus padres le suministran oxígeno sin parar con una bomba manual

La falta de electricidad en el hospital en que se encuentra Althea retrasa las posibilidades de que la recién nacida sobreviva.

La falta de electricidad en el hospital en que se encuentra Althea retrasa las posibilidades de que la recién nacida sobreviva. Crédito: AP / David Guttenfelder

TACLOBAN, Filipinas — Althea Mustacisa nació hace tres días, en medio de la devastación y muerte que causó el tifón en el este de Filipinas. La bebé ha luchado por sobrevivir cada uno de esos días.

La pequeñita se aferra a la vida porque desde que vino a este mundo sus padres le suministran oxígeno sin parar con una bomba manual.

“Si dejan de hacerlo, la bebé morirá”, dijo Amie Sia, enfermera en un hospital que funciona sin electricidad y con poco personal y escasez de suministros médicos en la ciudad de Tacloban, que fue azotada por el sistema.

“(La recién nacida) no puede respirar sin ellos (sus padres). Es incapaz de hacerlo por ella misma”, manifestó Sia. “La única señal de vida en esta pequeña son los latidos de su corazón”, agregó.

Más de una semana después de la destrucción que causó el poderoso tifón Haiyan en una vasta franja de las Filipinas, donde más de 3,600 personas perdieron la vida, continúa aumentando el número de víctimas a causa de las secuelas de la tormenta. Los médicos temen que Althea pudiera ser la siguiente.

Cuando el poderoso temporal golpeó el 8 de noviembre este país tropical transformó a Tacloban en un páramo irreconocible de ruinas y muerte.

El piso inferior del Centro Médico Regional de Bisayas Orientales (estatal), un inmueble de dos niveles se inundó, la unidad de cuidados intensivos para recién nacidos quedó hecha ruinas. Los aparatos para salvar vidas, como la única incubadora en la instalación, quedaron cubiertos con agua y lodo.

Cuando pegó la tormenta, los médicos y el personal trasladaron por seguridad a 20 bebés que estaban en la unidad de cuidados intensivos a una pequeña capilla en un piso superior. Colocaron a tres o cuatro en una cuna de plástico con ruedas construida para un recién nacido.

Al principio sobrevivieron todos los bebés en la capilla convertida en clínica neonatal improvisada. Pero seis murieron después “debido a que carecíamos de equipo médico vital que fue destruido”, dijo la médico adjunta Leslie Rosario.

En cuestión de días, sin embargo, fueron recibidos en el lugar otros 10 infantes durante o después de la tormenta, incluida Althea. La pequeña nació el 13 de noviembre en la casa de su familia, que fue destruida por el tifón; pesó 2.65 kilogramos (5.84 libras) y tenía incapacidad para respirar.

Cuando fue llevada a toda prisa al hospital, los médicos le aplicaron reanimación cardiopulmonar y, desde entonces, se le suministra oxígeno con la bomba manual que está conectada a una burbuja de plástico azul que le pusieron en la boca. Este dispositivo la sostiene con vida con una manguera transparente conectada a un tanque verde.

Los médicos dijeron que la tormenta no ha sido factor en los problemas de la bebé y destacaron que la atención prenatal insuficiente es lo que posiblemente complicó el embarazo de la madre, de 18 años. La bebé no nació prematura.

Sin embargo, las posibilidades de salvar a Althea serían mayores si hubiera electricidad para que funcionaran un respirador, la incubadora y otros equipos.

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