Decenas acuden por bolsas de alimentos
Estilo de la bajada
Para poder celebrar el Día de Acción de Gracias, Amalia Carlos acudió esta semana a la organización Saint Vincent de Paul, en Los Ángeles, donde recibió una bolsa con un pavo, puré instantáneo, pan y pastel de calabaza, entre otras cosas. Fue un obsequio que recibió con brazos abiertos.
El esposo de esta madre de dos niñas de 14 y 6 años y una bebita de 7 meses, tiene cáncer y eso lo limita laboralmente. “Desde que se enfermó tiene que ir a quimioterapia todas las semanas y a veces no puede ir a trabajar”, explicó la nativa de Oaxaca, México. Carlos y su esposo trabajan en la costura. Ella cose desde la casa para poder dedicarle más tiempo a sus hijas y ahorrar el costo de una niñera. “Mi esposo no se deja vencer y sigue yendo a trabajar”, explicó.
Para poder pagar el alquiler de este mes, Carlos contactó a una iglesia donde los ayudaron con la renta.Fue allí donde le avisaron del reparto de bolsas de comida.
Desde hace tres años, la Sociedad Saint Vincent de Paul, ofrece alimentos gratuitos para que las familias de bajos recursos puedan celebrar el Día de Acción de Gracias. Este año repartieron 150 bolsas con alimentos.
“Mire que pesada está la bolsa. Nos dieron de todo”, dijo entusiasmado Richard Mesa, quien recientemente terminó un programa de rehabilitación de seis meses, ofrecido por la misma organización.
“Por primera vez no tuvimos que poner dinero de nuestro bolsillo. Fue todo gracias a las donaciones de nuestros patrocinadores”, indicó David Fields, director ejecutivo de la Sociedad Saint Vincent de Paul. Fields, quien ha sido voluntario de la organización durante 20 años, conoce las carencias de las familias de bajos recursos.
“En los últimos años, he notado que hay más necesidad. Mucha gente cree que una vez que termina la recesión económica, todos se recuperan, pero no es así. Los sectores con menos recursos tardan más en salir adelante”, indicó.
El año pasado, la organización ayudó a 320 mil personas. “Es maravilloso ayudar a la comunidad”, opinó Donny Beal, uno de los voluntarios que repartían las bolsas.
La empresa de su familia, AAA Rubish, fue una de las patrocinadoras del evento. “Mi familia empezó con el negocio hace cuatro generaciones. Mi tatarabuelo probablemente tuvo que esperar en una línea como esta para poder llevar comida a su familia. Hoy queremos devolverle a la gente”, indicó.