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Entrenador enseña orgullo a niños campeones de baloncesto

Sergio Zúñiga describe la clave del éxito del equipo de niños oaxaqueños que dirige, el actual campeón mundial de mini-baloncesto

Sergio Zúñiga habla de los triquis, durante una conferencia de prensa en la Casa Oaxaca del  Sur de LA.

Sergio Zúñiga habla de los triquis, durante una conferencia de prensa en la Casa Oaxaca del Sur de LA. Crédito: <copyrite>La Opinión - </copyrite><person> Aurelia Ventura< / person>

Sergio Zúñiga no duda en compartir la clave del éxito del equipo que dirige, el actual campeón mundial de mini-baloncesto: amor a sus raíces, competitividad, exigencia académica, trabajo en equipo, adaptarse a las circunstancias y aplicar las técnicas de juego de la NBA.

Todo se integró, explica, “con la finalidad de rescatar a la niñez” y ofrecerles una opción distinta a la que tienen en la región triqui, donde se come una vez al día y la escolaridad promedio es de cuatro años.

“Empezamos este programa con el único objetivo de no hacer una crítica o ver quién tuvo la culpa o quién no, simplemente activar, abrir caminos, ponerse a trabajar y enseñarle al niño la parte más importante: quién eres, dónde estás y qué es lo que te toca hacer“, comenta.

“El niño absorbe perfectamente eso y él, lejos de sentir complejos, se siente orgulloso de ser indígena, de ser oaxaqueño, de representar a México”.

Hace tres años, cuenta el entrenador, retomó las técnicas de tres programas: uno argentino, que resalta el trabajo conjunto y se utiliza lo que se tiene a la mano; otro cubano, que pide “adaptarse a las circunstancias”; y el estadounidense, donde se juega el mejor baloncesto del mundo.

“[También] les mostramos la competitividad en la vida, saber perder y saber ganar. Si se pierde se sigue trabajando inmediatamente no se sufren complejos”, indicó.

Además, subrayó, se les exige a los niños tener un promedio mínimo de calificación de 8.5, conservar su dialecto y ayudar a sus padres en las labores domésticas. Unos 2,000 pequeños siguen este régimen.

Debieron pasar 18 meses y varios triunfos de los triquis para que el gobierno mexicano se interesara en el proyecto y aportara recursos, contó Zúñiga. Pero su discurso no reparte puntapiés. “En México hasta que no se ve algo grande no te voltean a ver […] No importa cuándo llegue la ayuda, sino que llegue y que sea para un bien común”, menciona.

Zúñiga habla sereno en todo momento, incluso al detallar la pobreza extrema en la región donde aplicó su programa y que compara con África. “Queremos mostrar que en la montaña se está trabajando con disciplina, con entrega, con ese deseo de salir adelante”, dice.

Al mundo le ha interesado el éxito de los niños triquis, señala, por la colaboración entre los pueblos. “Entre indígenas, unidos, se está cambiando el rumbo de la historia”.

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