Vivir con $10 al día
Oaxaqueños que regresaron a sus pueblos luego de vivir en EEUU encuentran muchas dificultades
JUXTLAHUACA, México. Los Chora Galindo perdieron el rumbo. Un accidente automovilístico en Ohio fue el comienzo del proceso de repatriación que los trajo de vuelta a su natal Sierra Mixteca, a 300 kilómetros de la capital oaxaqueña (sur), donde hoy aspiran a tener al menos 10 dólares al día en los bolsillos.
La razón por la que se sienten extraviados desde su retorno en 2010 es la misma que observa cualquiera de los 400 mil mexicanos que son deportados cada año: “Aquí se trabaja y se trabaja y el dinero no rinde”, describe Raúl Chora, padre de dos niñas estadounidenses de 12 y 17 años que luchan por acoplarse a un nuevo país.
“Ya casi no tenemos nada”, se queja después de escuchar los recuerdos de su hija Jennifer, sobre su vida en Estados Unidos salpicados de idealismo, “allá tenía ropa”, “allá los zapatos no se rompían”, “allá enseñaban mejor ciencias” y “los muchachos no gritaban groserías ni palabrotas machistas en la calle”.
En cambio, aquí, interviene la madre, batallan para juntar al menos 150 pesos diarios que rindan para comer y el transporte de las chicas que sufren la inseguridad del municipio de 33 mil habitantes que no escapa de los robos, la extorsión y el secuestro.
La casa que la familia construyó con los ahorros durante los 18 años de restauranteros en EEUU es hoy su única pertenencia desde que en septiembre pasado el río se desbordó y arrasó con tres cerdos, 12 pollos y un caballo, además de echar a perder la mitad de la mercancía de la tienda de abarrotes que es el sustento del hogar.
Alrededor de tres mil dólares se llevó el agua. Granos como arroz, frijol y avena quedaron inserviblesy el azúcar se hizo un caldo que nadie en su sano juicio compraría.
En medio de la desgracia, un rumor llegó hasta los oídos de los familia. “Dicen que lo que aprendimos en Estados Unidos nos puede servir para poner un negocio”, comenta Raúl con tono suspicaz como si alguien fuera a contradecirlo, aunque lo cierto es que el Instituto Oaxaqueño de Atención al Migrante tuvo este año un presupuesto de alrededor de 700 mil dólares para apoyar proyectos de migrantes de retorno.
Rufino Domínguez, director de la institución, busca la manera de difundir el programa Fondo Migrante para los oaxaqueños que cada año regresan desde Estados Unidos, “muchos de ellos con grandes habilidades en oficios que deben aprovecharse y lograr así el derecho a no emigrar”.
Los Chora, por ejemplo, creen que podrían tener el mejor restaurante de comida italiana de la región, deleitar a sus paisanos con manjares de pasta y pasteles y postres. ¿Podríamos ser los dueños del negocio?, se pregunta la pareja.
Desde el centro de la cabecera municipal, y sin conocer a esta familia, Alejandro Domínguez, de 28 años, tiene una respuesta amplia, optimista y realista al tiempo. ” Aquí también hay dinero, pero hay que pelearlo más”, dice.
Domínguez regresó de Washington como repatriado voluntario tras librar un juicio por acusaciones de seducir a una menor de edad. “Nunca probaron nada, pero mi vida se volvió un infierno y mejor regresé antes de que me deportaran”, reconoce.
Apenas puso un pie aquí en junio pasado buscó la forma de aplicar los conocimientos que adquirió en teoría como graduado en administración de empresas y contabilidad en el Gray Harbor College, de Washington, y en la práctica como gerente en una tienda McDonald’s.
De paseo por el pueblo notó que no había tiendas de ropa de buena calidad porque la gente no podría pagar prendas caras; pero sí de segunda mano. Así arrancó su primera empresa con ayuda de algunos amigos en Estados Unidos. Siguió con un despacho de traducción inglés-mixteco, otro de compra venta de terrenos y planea en breve llevar agua purificada a la región vecina triqui, de donde es oriundo.
“Donde quiera hay oportunidades”, dice. “El secreto es hacer cosas diferentes para romper la barreras que nos limitan aquí”.
Los 10 dólares diarios, entre ellas.