Funeraria intercambia cadáveres y causa dolor a familiares

Una funeraria cometió un error al enviar los cuerpos de dos fallecidos y mandó uno a México con graves consecuencias para las familias, quienes han presentado una demanda

Irma Plascencia y su hija Mia, de 4 años, rezan junto al altar del padre, Israel Plascencia, en su casa de Pomona.

Irma Plascencia y su hija Mia, de 4 años, rezan junto al altar del padre, Israel Plascencia, en su casa de Pomona. Crédito: Aurelia Ventura / La Opinión

Irma Plascencia y Celso Sandoval recuerdan con dolor e indignación, la tremenda agonía que los hizo pasar una funeraria cuando por un error intercambió los cuerpos de sus familiares.

Israel Plascencia, el marido de Irma tenía que ser enterrado en Pomona, pero la funeraria mandó sus restos al sureño estado mexicano de Guerrero donde fue sepultado. Los de Ponciano Sandoval, hijo de Celso, que debía ser enviado a México, los dejaron aquí.

El hijo de Celso, Ponciano Sandoval Ahuejote, de 30 años falleció el 28 de noviembre víctima de una tuberculosis fulminante. Su padre, quien vive en North Hollywood, decidió mandarlo a Guerrero para que la madre del muchacho y el resto de la familia le dieran sepultura. Al menos ésos eran sus deseos.

“Todo el pueblo lo veló, y acudió a la misa. Fue sepultado, y cuando estaban en los novenarios me hablaron de la funeraria para decirme que a quien habían enterrado no era mi hijo“, dice Celso.

“Me puse muy nervioso. Se me tapó el habla. ¿Cómo puede ser otro al que enterraron y no mi hijo?”, recuerda aún lleno de inquietud.

La familia había visto el rostro del hijo a través del cristal del féretro. Se les hizo diferente, pero pensaron que se debía a que tenían trece años de no verlo.

La noticia movilizó al pequeño pueblo de Amate Amarillo. La familia tuvo que ir con el alcalde por un permiso para exhumar al marido de Irma Plascencia.

“Tres mil almas fueron a desenterrarlo muy temprano, y a abrir la caja para verificar que no fuera mi hijo. Esperaron todo el día que la funeraria mandara el dinero para regresar al occiso a Estados Unidos, pero no llegó, así que avanzada la noche tuvieron que volverlo a sepultar”, dice Celso.

El enredo puso en aprietos a la familia de Celso con las autoridades locales quienes amenazaban con meterlos a la cárcel por difamación de cadáveres.

Cuando el dinero llegó, el marido de Irma fue desenterrado y enviado a Pomona.

Celso dice que por fin el 12 de diciembre, recibieron el verdadero cuerpo de su hijo y pudieron rendirle los honores fúnebres. “En medio del sufrimiento y la desesperación que vivimos, me sentí contento de que por fin mi hijo, fuera a descansar en paz”, revela.

Ajena por completo a lo que sucedía con el cadáver de su marido, en Pomona, Irma Plascencia vivía su propio drama. Su esposo Israel, de 44 años, había muerto de un infarto sorpresivo el 10 de noviembre.

“A mi me escondieron todo.Yo estaba desesperada porque la funeraria me daba largas para entregármelo. Decían que porque eran días festivos, que les faltaban las firmas de los doctores, etc. Cuándo me iba a imaginar que el cuerpo de mi esposo ya estaba sepultado en México”, dice rompiendo en llanto.

Un mes después, un empleado de la funeraria le llamo por teléfono para decirle, como si fuera una gracia, que “el cuerpo de mi esposo se había ido de vacaciones a México”.

Antes de entregarle a su difunto, la hicieron firmar un papel notariado en inglés, sin que se percatara, que se desistía de toda acción legal en contra de la funeraria. El documento fue hecho pasar como un recibo de pago por todos los gastos hechos.

“Fue una agonía tremenda. Tenía la presión de mi familia, la de su familia muy molesta conmigo. Mi esposo era entrenador de futbol y presidente de árbitros. Y todos me llamaban día tras día preguntando por la fecha”, explica.

El dolor y coraje que sufrieron por el intercambio de cadáveres hizo que Irma Plascencia y Celso Sandoval decidieran demandar a la funeraria. Fue ahí donde se conocieron.

“Quiero justicia porque la funeraria jugó con nuestro dolor. Tienen que afrontar las consecuencias por burlarse de nosotros y provocarnos tanto sufrimiento. Mi esposo no era un bulto ni un papel”, asevera Irma.

Arnoldo Casillas, el abogado que lleva las demandas contra la funeraria Angeleno dice que se trata de una acusación por negligencia profesional al confundir a los fallecidos. “El caso de doña Irma tiene el agravante de que la hacen firmar un papel en el que renuncia a sus derechos cuando ella no entiende ni lee en inglés. Ese acuerdo no tiene ninguna validez”, dice Casillas, quien es también abogado consultor de los consulados mexicanos.

“Estamos buscando una indemnización contra las familias. Y esperamos que a más tardar en 18 meses se resuelvan las querellas en la Corte Superior de Los Ángeles”, explicó el abogado Casillas.

La Opinión contactó a la funeraria Angeleno, objeto de las demandas pero Rigo Flores quien pidió ser identificado como “el chofer” dijo que no hacían ningún comentario sobre las familias que reciben sus pompas fúnebres. Señaló que los dueños y directivos estarían fuera por semanas. Rigo Flores es la misma persona, que de acuerdo a Irma Plascencia, le dijo que el cuerpo de su esposo se había ido de vacaciones a México.

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