La disciplina en el LAPD
La transparencia en las guías utilizadas para castigar las faltas disciplinarias en un cuerpo policial es clave para mantener la confianza dentro y fuera del organismo. De lo contrario, se presta a sospechas de favoritismo tal como ocurre ahora con el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD).
La decisión del jefe del LAPD, Charlie Beck, de dejar de lado la recomendación de la junta disciplinaria interna de despedir al oficial Shaun Hillman se ha prestado a diversas interpretaciones de favoritismo porque el padre y el tío de Hillman son veteranos y el segundo fue subjefe cercano a Beck.
Hillman supuestamente provocó una disputa en un bar, donde lanzó insultos racistas y amenazó a personas con su arma. Luego el oficial mintió a los investigadores del incidente. Un panel disciplinario integrado por dos oficiales y un civil rechazó la mayoría de las aseveraciones en contra de Hillman, aunque consideró que lo probado en la acción de Hillman fue suficientemente serio como para ameritar el despido. Beck dijo que estaba en su potestad el rechazar la recomendación, para luego suspender a Hillman por 65 días, con la advertencia que será despedido la próxima vez que repita este tipo de incidente.
Creemos que no debería de existir la posibilidad de una próxima vez porque Hillman no debería seguir en la fuerza.
Hay casos en que el reentrenamiento puede ayudar a un oficial que actuó impropiamente y ayudarlo a reflexionar sobre su error. En este caso, hay arrogancia, prepotencia con el arma, racismo y mentiras para tapar el incidente. El problema que refleja la actitud de Hillman no se resuelve con más capacitación o advertencias.
La comisión civil que supervisa el LAPD ha solicitado desde hace años que haya una política disciplinaria clara, pero esta todavía no existe. De haberse concretado, posiblemente el fantasma del favoritismo o la impunidad no ensombrecería hoy al jefe Beck.