Una jornada de reflexión
Hoy conmemoramos uno de los días más significativos en la historia de este país: los que han caído en conflictos bélicos.
Es una jornada en donde el dolor, el respeto y el reconocimiento se mezclan con el heroísmo y el valor de los miles que han muerto por defender los ideales de este país.
También es el día de la unidad, en donde se muestra que somos uno y donde no hay barreras étnicas de ninguna naturaleza: han muerto anglosajones, asiáticos, latinos o afroamericanos, entre otros.
Esto es una de las cosas que hay que rescatar.
Los días conmemorativos no deben de servirnos para llevar a cabo una que otra ceremonia cívica o tomar el día libre. Debe de ser una jornada de reflexión en donde debemos de honrar los motivos por los que miles han dejado su vida en el campo de batalla: tener una mejor nación.
Hay muchos temas pendientes en este país, uno de ellos es la reforma migratoria.
A través de la historia, han sido muchos los latinos que se han enlistado a las fuerzas armadas aún cuando no son ciudadanos de este país. Este es un gesto significativo que hay que valorar para tomar las decisiones correctas.
En estos días hay muchos latinos que no han recibido el reconocimiento por sus servicios. Familiares de algunos no han sido legalizados y otros, que han sobrevivido a la guerra, si no tienen papeles, han sido deportados.
Este es el momento en que hay que valorar su servicio y empujar a nivel nacional una reforma migratoria que nos haga una mejor nación.
El sacrificio de las miles de familias que han visto a sus seres queridos ir a la guerra deben de retroalimentarnos para elaborar políticas públicas justas para todos.
Los intereses particulares no caben en estos momentos. Ese es el mejor homenaje que podemos darle a los caídos en este día.