‘¡Ayuden, no sabemos nada de nuestros hijos!’
Los Rosales tienen 8 días sin noticias de sus dos niños que cruzaron solos la frontera
La tarde del domingo 8 de junio, la familia Rosales recibió una amarga llamada telefónica. Eran sus hijos, Ángel, de 10 años, y Dulce, de 7, desde un albergue para menores indocumentados en Texas. “¡Sácanos! ¡Ya no queremos estar así!”, imploraban con lágrimas los niños.
Desde entonces los Rosales, originarios de Guatemala y residentes de la ciudad de Rialto, viven con el Jesús en la boca. “No sabemos nada de ellos y eso es lo más frustrante”, dice Ángel Rosales sobre los ya ocho días sin tener noticia de sus pequeños, que cruzaron solos la frontera.
“No sé cómo explicarle. Es como sentir que uno no vale nada, se siente uno impotente. Tengo un gran temor de que les pueda estar pasando algo malo“, comenta el centroamericano.
Antes de que los menores se comunicaran con ellos, cuenta, un agente federal les confirmó que estaban bajo su custodia. “Están con nosotros, no te preocupes, en dos o tres días te marcamos para que hagas el papeleo”, repite sus palabras Elva Marroquín, la madre de los niños.
Esa llamada no la habían recibido hasta este lunes. Los Rosales no han dejado de marcar a varias oficinas en Texas y nadie les da razón de sus pequeños. Su preocupación crece porque los niños les dijeron que dormían en el suelo, no estaban bien abrigados y que a Ángel le brotaron unas ronchas que le dolían.
“No es justo que ellos estén pasando esto. Están pasando frío, hambre, están encerrados, mientras aquí podemos darles el amor que tenemos guardado para ellos”, dijo Marroquín.
El Consulado de Guatemala en Houston indicó que alrededor de 1,500 niños migrantes de ese país están en manos del Departamento de Saludos y Servicios Sociales (HHS) en Texas, lo que representa un aumento del 250% en la cantidad de casos que dicha sede diplomática atendió en 2013.
La Oficina de Refugiados del HHS tiene más de 80 refugios para menores de 13 años, la mayoría provenientes de El Salvador, Nicaragua, Honduras y Guatemala.
Portavoces de la dependencia no comentaron sobre este caso.
José Barías, cónsul de Guatemala en Houston, explicó que debido al incremento de niños cruzando solos la frontera, el gobierno estadounidense ha tenido problemas procesando sus casos. Según él, hay un período de hasta tres semanas en el que los menores no pueden contactar a sus familiares.
Barías cree que es lo que ocurre con Ángel y Dulce. “Les suplicamos que tengan paciencia. Si ya se comunicaron los niños con ellos y están con la Oficina de Refugiados y Reunificación, esos son buenos lugares”, aconsejó a los padres que se puedan encontrar en una situación similar. “Es un proceso que toma tiempo”, recalcó.
Un pariente de edad avanzada acompañó a Ángel y Dulce en su travesía en autobús por México, pero luego los dejó a su suerte en la frontera de EE UU.
Su madre explica que tomó ese riesgo por la situación de extrema violencia en Guatemala. “En el pueblo matan y nadie investiga quién fue”, dice.
El inusual desplazamiento de niños migrantes ha tomado por sorpresa al gobierno de Estados Unidos. Las consecuencias, las están pagando los menores y sus familias. “Hemos tratado de encontrarlos por varios días. Hemos hecho varias llamadas, no podría ni decirles cuántas”, dijo el señor Rosales.