‘Se vale soñar’
Una cautivante selección mexicana busca romper sus límites y alguien que estuvo en el único México-Holanda en Mundiales explica cómo puede el Tri hacer historia
México vive la felicidad de quien se tira sobre el césped a buscar fantasías en las nubes. Rueda la imaginación de sus aficionados como la de niños con sueños infinitos. Así se vive la Copa del Mundo más a flor de piel que se recuerde desde aquel 1986, cuando el Tricolor fue el anfitrión; en un trance del cual todos obtienen una sonrisa.
El fútbol tiene poderes ocultos. Magia sobre los sentidos y sensaciones. Puede ser terso como esta burbuja de jabón en la cual los aficionados mexicanos reposan entre partido y partido en Brasil 2014 a pesar de no haber conseguido aún nada diferente a lo hecho antes, o amargo como fue el proceso previo a esta Copa del Mundo.
Justo ese es el éxito de los dirigidos por Miguel Herrera: han cautivado a una galaxia de aficionados, boquiabiertos por todo y nada. El llamado ‘Piojo’ es como un brujo, el Merlín surgido del barrio, de la tierra, de donde las raíces estrechan sus miembros.
México está en octavos de final, como ha ocurrido en los últimos seis torneos mundialistas a los cuales asistió. Lo hizo con los mismos números de Corea-Japón 2002 (dos triunfos y un empate), esto es, sin ninguna novedad a la vista. Pero sí se siente distinto, porque la clasificación al partido frontera entre el regreso a la intrascendencia o el ingreso a los cuartos de final culminó en la mayor comunión entre futbolistas, aficionados y no aficionados a este equipo vista en muchas décadas.
México enfrentará a una potencia como Holanda, candidato a ganar el Mundial, sin rubor en las mejillas. Lo mira a los ojos con la misma estatura sin importar el abolengo. Lo ve con ilusión, no miedo; con respeto, no temor; con ganas de vencer y seguir adelante en el Mundial más feliz.
“¡Claro que se vale soñar! México lo está haciendo bien y con la forma en cómo se obtuvo la clasificación demostró ser un equipo muy bueno, técnico, con argumentos y difícil de derrotar”, dice Pável Pardo, futbolista mexicano en el retiro, dos veces mundialista (Francia 1998 y Alemania 2006).
“México ha recuperado el respeto y nuevamente accede a los octavos de final. La selección sí da motivos para soñar en que ha llegado el momento de dar ese paso para lograr algo nuevo. Es hora de creer en ello”, comenta Pardo.
México ha crecido en fútbol partido a partido. Es un árbol con frutos dulces para, más allá de alcanzar finalmente esos cuartos de final jamás jugados fuera de México, avanzar a nuevos espacios y navegar en mares inexplorados hasta hoy por algún representativo mexicano.
Miguel Herrera, el hombre que muta a otra especie con cada gol, el mismo capaz de transmitir su alegría en sus metamorfosis a través de las imágenes vía satélite o fotográficas, ha logrado que sus propios futbolistas se redescubran.
Sólo así se puede ver a un Rafael Márquez tan esplendoroso como el de estos tres partidos. Un monumento de 35 años en su cuarta Copa del Mundo, con poderío mitológico, el líder absoluto en el campo de batalla.
Márquez ha alcanzado su cenit. Revivió de entre sí mismo y recuperó el gusto por un juego que ha sido su vida y lo ha encumbrado entre las máximas glorias, si no la mayor, del balompié mexicano.
O Francisco Javier Rodríguez, el malquerido zaguero, también veterano (32 años), rejuvenecido, maduro y con la furia de mostrar su inocencia a esa ingrata condena futbolística que ha sido una sombra en su carrera.
Herrera dio sentido a los desbocados bríos de Layún o Guardado. Ha encontrado hueco a Giovani dos Santos y devuelto fe a Javier Hernández. Ha sabido dar libertad de creación a Héctor Herrera y aprovechado el incansable palpitar del ‘Gallito’ Vázquez.
El técnico de México, también criticado por sus excesos al no saber guardar las formas por quienes miran más la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio, ha adoctrinado como nadie hizo antes a un grupo de futbolistas mexicanos. Enseñó el camino olvidado, el cual se anda cuando se cree en uno mismo y sin detenerse en inseguridades o prejuicios.
Por eso futbolistas en el retiro como Pardo evidencian sin reparo su entusiasmo y aceptan estar tocados por ese halo místico emanado desde la selección de Herrera, un estratega al cual ve diferente y valioso por su carisma, compromiso y la capacidad para aportar trabajo humano y futbolístico a sus jugadores.
“Lo dije muchas veces: con la llegada de Miguel habría un trabajo de cancha bastante bueno. Es interesante observar que los futbolistas ya conocen el sistema porque en la época de Ricardo La Volpe como técnico del equipo (2002-2006) nos parábamos de la misma forma: una línea de cinco atrás, con tres volantes y dos delanteros”, analiza Pardo. “Esa línea de cinco se convertía en bloque de cuatro porque, al igual que ahora, Rafa [Márquez] pasaba a jugar como volante central para apretar al rival y aprovechar sus magníficas condiciones también para atacar. México es un equipo muy táctico, así lo hemos visto en estos tres partidos y es la gran diferencia. También hemos visto que Herrera, discípulo de La Volpe en el Atlante, conoce perfecto a sus jugadores y sabe dónde le pueden funcionar mejor”.
México es hoy un equipo sólido. Inquebrantable en el ánimo aun sí le anulan dos goles legítimos como ocurrió frente a Camerún o le dejan de sancionar un clamoroso penalti a favor como lo sucedido el lunes ante Croacia.Es una selección con carácter, capaz de apretar los dientes, de ir al choque leal, de no quitar la pierna y sí hacer aflorar el talento. De nervios de acero, de sentimientos al festejar sus hazañas; un reflejo de su entrenador.
¿Es capaz México de vencer a Holanda?
Pardo tuvo oportunidad de estar con el Tricolor en el único encare mundialista con Holanda: en Francia 1998 (empate de 2-2). En aquella cita su rol fue secundario y tuvo la oportunidad de analizar al cuadro de los Países Bajos desde el banquillo y ahora lo hace con la credibilidad ganada tras 20 años de carrera futbolística en México, Alemania y Estados Unidos.
“Para México la mayor dificultad serán los contragolpes. Veo a la selección muy compenetrada y concentrada; quizá esa sea su mayor virtud”, explica. “De hecho, el segundo tiempo contra Croacia me gustó mucho porque el equipo propuso el juego y fue en busca del resultado, lo cual no se vio contra Brasil. Pienso que será un partido tenso, de ida y vuelta, con Holanda dispuesta a cazar alguna desatención de los mexicanos. La aplicación será fundamental”.
Márquez, autor de un gol en sus tres últimas Copas del Mundo jugadas (2006, 2010 y la actual), expresa como capitán el sentir de este batallón solidario: “Vamos partido a partido en busca de hacer historia”, así lo dijo luego del inolvidable juego contra Croacia, un partido redondo de México, sin duda el mejor que se le recuerde en un Mundial y tras el cual quedó claro que el Tricolor de Brasil 2014 se alquila para soñar.